A principios del año pasado, Dropbox no tuvo problemas para impulsar su valoración de 4.000 millones a 10.000 millones de dólares, convirtiendo así a su consejero delegado en uno de los nuevos multimillonarios de Silicon Valley, por lo menos sobre el papel. Sin embargo, la euforia ha empezado a desvanecerse. Los banqueros de inversión advierten de que la empresa con sede en San Francisco tal vez no pueda salir a Bolsa con esa valoración, y mucho menos generar grandes beneficios para los inversores.
BlackRock, que lideró la ronda de financiación de 350 millones de dólares, más que duplicar la valoración de Dropbox, ha reducido su estimación sobre el valor por acción de la empresa en un 24%, según muestran los registros de valores. Dropbox, por su parte, responde que su negocio continúa creciendo y que no tiene necesidad de capital adicional de inversores privados o públicos. La compañía es un presagio de los problemas que esperan a las nuevas empresas que no tuvieron dificultades para recaudar dinero durante el boom tecnológico.
El mercado de ofertas públicas de valores se ha enfriado, principalmente porque las firmas tecnológicas han buscado valoraciones por encima de lo que los inversores están dispuestos a pagar. En lo que va de año, sólo el 14% de las OPV en EEUU son de empresas de tecnología, el porcentaje más bajo desde mediados de los 90, según Dealogic.
Muchas acciones de empresas estadounidenses que debutaron en Bolsa este año están ofreciendo un retorno medio de cero con respecto a su precio de salida. Los inversores que compraron acciones después de que empezaron a cotizar han perdido una media del 13%.
El riesgo reside en que esta mediocre acogida en Bolsa a las nuevas tecnológicas puede afectar a empresas que aún son privadas. Si sucediera esto, les sería más difícil contratar y pagar a sus empleados, e incluso podría amenazar la futura financiación de esas firmas.
El inversor de riesgo Bill Gurley, socio de Benchmark, dice que notó un gran cambio durante el tercer trimestre. «Estamos viendo rondas de financiación en las que los fundadores vuelven y los precios bajan una y otra vez», dice.
En esta línea, Chris Douvos, director gerente de Venture Investment Associates, afirma que «lo que más preocupa sobre todas estas valoraciones de miles de millones de dólares es que se necesita un mercado público para hacerlas efectivas. Entonces, ¿quién va a comprar estas acciones?».
Al menos 124 empresas privadas han sido valoradas en 1.000 millones de dólares o más por firmas de capital riesgo, casi el doble que hace un año, según Dow Jones Venture Source. Las pugnas por invertir en nuevas empresas tecnológicas son tan comunes, no obstante, que sus inversores podrían tener problemas para obtener ganancias si el mercado de OPV no logra sostener valoraciones aún más altas.
Un análisis de las rondas de financiación realizado por Fenwick & West en marzo halló que el 30% de las empresas no cotizadas valoradas en 1.000 millones de dólares o más, prometieron un precio específico de salida a Bolsa. En algunos casos, las compañías acordaron proporcionar acciones adicionales a los inversores si no alcanzaban esa cotización. Todo ello representa una señal de cautela para los inversores que participan antes de las OPV.
Optimismo
Algunos inversores de riesgo y ejecutivos de start ups no están preocupados. Según ellos, la creación de estas empresas nunca ha sido tan barata y están madurando más rápido que durante el último boom tecnológico, en parte debido a que la era de los smartphones proporciona un mercado de 2.000 millones de personas fácilmente accesible en todo el planeta.
Como consecuencia, las nuevas empresas de capital cerrado como Dropbox, la compañía de reservas de taxi Uber, y el portal de alquiler de apartamentos y habitaciones Airbnb tienen ingresos anuales de cientos de millones de dólares. Sus crecientes fuentes de ingresos les ayudan a atraer inversores y a mantenerse fuera del mercado bursátil por más tiempo.
Este atractivo está incrementando cada vez más las valoraciones por la presión de fondos de inversión, fondos de pensiones y otros gestores hambrientos de retornos más altos de los que pueden conseguir con otros activos. Como ejemplo, más de dos tercios de las compañías financiadas por el capital riesgo en EEUU valoradas en 1.000 millones de dólares o más, tienen el respaldo de fondos de inversión, hedge funds o bancos, según Dow Jones Venture Source. Estos inversores suelen apostar por una salida a Bolsa.
En rondas de financiación privadas, una compañía sólo tiene que convencer a un inversor para que fije la valoración y luego atraer a otros. En contraste, las start up que salen a Bolsa afrontan un constante escrutinio de sus resultados y previsiones. De las nueve empresas tecnológicas financiadas por el capital riesgo y con valores de 1.000 millones de dólares en rondas de financiación privada que han salido a Bolsa desde 2014 en EEUU, sólo tres han alcanzado las previsiones de beneficios de los analistas.
Dropbox compite ahora con Apple, Google, Microsoft y Amazon, los cuatro gigantes tecnológicos mundiales. La compañía asegura que está expandiendo su negocio más allá del almacenamiento de datos y añade que construye «un negocio duradero».