Tony Melendez superó escollos más virulentos que muchos de los nuestros; pero él está allí disfrutando de su sueño realizado, mostrándonos que los impedimentos son, muchas veces, más mentales que reales.
José Antonio Rodríguez Melendez, tal su verdadero nombre, nació en la nicaragüense ciudad de Rivas y al año de edad su familia se fue a vivir a Estados Unidos.
Durante el embarazo, su madre Sara Rodríguez, tomó «Talidomida» por indicación médica debido a las fuertes nauseas que padecía. El medicamento, que en los 60′ fue tristemente célebre por haber dejado a miles de niños con deformidades, causó estragos en la mujer y Tony nació sin brazos y con un pie torcido. «Jamás le he echado la culpa a Dios. La culpa es de una droga en manos de un doctor que se la dio a mi madre . Ni siquiera le puedo echar la culpa al doctor, porque todavía no se conocían los efectos secundarios de la droga».
Su padre no pudo soportar la nueva situación familiar y dejó su trabajo de ingeniero agrónomo en Nicaragua para limpiar pisos en Norteamérica y caer víctima del alcohol hasta morir deshecho por una cirrosis.
Sin embargo, su padre fue su gran inspirador. A los 14 años viéndolo tocar la guitarra sintió un intenso deseo de hacerlo también.
«Tony – dijo su padre –«anda a lavarte los pies» .
Se los lavó y se sentó a tocar la guitarra por primera vez. Nunca dejó que su condición física lo desanimara, y con mucho esfuerzo y práctica, aprendió a tocarla magistralmente con los dedos de sus pies. Dos años más tarde tocaba en la parroquia y a los 18 lo hacía en eventos especiales.
La música es su don
Desde entonces, no paró y su carrera está en ascenso. Su momento de gloria lo vivió a los 25 años cuando sus pies deleitaron con su música a miles de jóvenes y a Juan Pablo II, durante la visita que el Papa realizó a Estados Unidos. Fue un momento inolvidable para él, así como para todo aquél que lo vió ese 15 de septiembre de 1987.
Subió al escenario, puso su guitarra en el piso y con los dedos de los pies tocó su tema «Never Be the Same». Al terminar, el Papa se acercó hasta Tony y le expresó su deseo de que «continuase llevando la esperanza a todo el mundo».
Desde ese momento no ha descansado, y ha llevado su testimonio de música y fe a través de los Estados Unidos y 41 países. Tony, que está casado y tiene 2 hijos adoptados, escribió un libro «A Gift of Hope» (Un regalo de esperanza), del cual ha vendido más de 35.000 ejemplares.
Y no solo sus pies dominan la música, también los autos pues tiene una hermosa camioneta, especialmente diseñada, que maneja con «pies de seda».
Tony Meléndez, un hombre cuya vida puede tirar abajo todos tus «no puedo».