Para Martín Varsavsky, el humor no sólo es divertido, además hace bien.
En el trabajo, el humor nos puede dar lecciones serias sobre cómo manejar el conflicto, desarrollar las anécdotas personales pertinentes, subir la moral y construir equipos eficaces. La risa es una potente herramienta curativa. Una buena carcajada fortalece el sistema inmunológico del cuerpo y reduce las hormonas que pueden causar tensiones. Y en el amor, el humor y la risa son tradicionales herramientas de seducción. El humor es, definitivamente, algo más que un chiste. Ahora, ¿qué es en realidad el humor? ¿Está asociado a la inteligencia?
Según el diccionario de la Real Academia, el humor es —en su segunda acepción—, genio, índole, condición, especialmente cuando se manifiesta exteriormente; el humorismo es la manera graciosa o irónica de enjuiciar las cosas; y el humor negro es aquella forma de humorismo que se ejerce a propósito de cosas que suscitarían, contempladas desde otra perspectiva, piedad, terror, lástima o emociones parecidas.
Freud escribió que el humor es el mayor mecanismo de defensa del ser humano, un instrumento que permite equilibrar las emociones y elaborar las frustraciones. Entendía que el chistoso o el humorista explotan las posibilidades del pensamiento infantil y que, en consecuencia, el humor es una actividad psíquica orientada hacia el escape o la evasión. Yo estoy entre quienes creen que el humor supone una actividad de la inteligencia, una exploración del mundo exterior, de la que se extraen algunos rasgos, que se exageran o ingresan en nuevas e ingeniosas combinaciones, capaces de sorprender y de arrancar la carcajada.
Como explica el psicólogo Luís Muñiz, el humor se caracteriza por su trasgresión, en el sentido de que nos obliga a crear una interpretación distinta de las cosas. El humor refiere a la capacidad de ver los contrastes, los sinsentidos. Por eso, justamente, la religión y la política tienden a excluir el humor. Por eso también cuanto más dogmática es una sociedad, menos sentido del humor hay en ella: porque el humor permite romper las reglas, escaparse por un momento del orden establecido. Tanto es así que los antropólogos explican que fechas como el Día de los Inocentes (en España y América Latina), el Pez de Abril (en Francia e Italia), el Día de las Mentiras (en Portugal) o el carnaval son culturalmente “fechas mágicas” que suponen una suspensión o incluso una inversión de las reglas normales que rigen el orden social. En estos días reina el humor y actuamos como si se cerrara el telón entre un acto y otro de la obra teatral que entre todos representamos y nos tomáramos un pequeño descanso antes de volver a comenzar.
Claro que hay diferentes tipos de humor y que hay personas que se refugian en la burla, la ironía, el sarcasmo o la ridiculización constante de las personas que le rodean como medio de autoprotección. Pero lo importante es que en general el humor nos permite darle la vuelta a las situaciones, reírnos de las tristezas y las injusticias y así superarlas más fácilmente (creo que no hay mejor ejemplo de esto que el cine de Charlie Chaplin). Así, el humor nos protege de todo lo que nos deshumaniza o nos niega la alegría de vivir y fomenta una actitud positiva frente a la vida. Al permitir la risa y una mirada diferente sobre las cosas, el humor permite salir con más facilidad de los problemas. Es decir, nos permite aumentar la eficacia con la que nos enfrentamos a las situaciones.
El humor, arma de seducción
Es por eso, quizás, que el humor es también una gran arma de seducción; eso de “me hace reír”. Se ha comprobado, por ejemplo, que la capacidad de producir humor es un factor claramente atractivo para las mujeres – mientras que, que una chica sea divertida no la hace especialmente más atractiva como posible pareja para un hombre. Hay científicos que sugieren que esto se debe a que el humor, como otros rasgos de la personalidad, revela la carga genética de los individuos, por lo que se convierte en una variable muy importante a la hora de elegir pareja. Yo me animo a pensar que las mujeres saben instintivamente que un hombre con humor tendrá una mejor actitud frente a la vida y, en consecuencia, será mejor padre para sus hijos.
Se sabe también que el buen humor facilita el aprendizaje. Las investigaciones sugieren que la gente positiva, por ejemplo, suele obtener mejores resultados en el lugar de trabajo porque procesan cognitivamente de manera más eficiente y más apropiada, mientras que si una persona está de mal humor, gran parte del esfuerzo realizado se desperdicia en su estado de ánimo. Pero, por el momento, no hay evidencia científica “dura” definitiva sobre el vínculo entre el humor y la inteligencia. Y las reflexiones más agudas al respecto permanecen en el campo de las humanidades.
En estas áreas, existe sin embargo el consenso de que el humor, en tanto trasgresión, supone mucha espontaneidad, creatividad y un sentido de libertad tremendo. Yo, particularmente, estoy de acuerdo con Javier del Rey Morató cuando dice que la inteligencia tiene distintas maneras de disfrutar del mundo, y el humor es una de ellas. Creo que el humor es un producto muy sofisticado que pone en juego la inteligencia, y que con el humor la inteligencia también se divierte a si misma y se consiguen unas vacaciones sin la seriedad que acompaña a las otras relaciones que mantiene con el universo. Las mujeres (una vez más) son sabias al respecto: el humor no sólo es divertido sino que lleva al éxito en la vida.