No es el precio, no es el producto, no es la estrategia, ni es el plan. Es la calidad de las personas la que hace la diferencia en todos los órdenes.
Durante esta dura prueba de la pandemia, todos nos hemos sentido orgullosos por la actitud de muchas personas e instituciones que se han jugado la vida, para salvar y proteger a otras personas, por la más pura solidaridad, filantropía o caridad.
También, en el campo de las empresas, podría citar compañías que han procurado mantener a sus trabajadores a salvo del desastre económico que nos amenazaba a todos.
Han facilitado el teletrabajo, soportando las pérdidas si era posible, acudiendo a figuras jurídicas como los ERTE´s o cualquier otra medida que salvaguardara a las personas. Muchos de esos empresarios, directivos o consejeros, lo han hecho de una forma anónima y sería deseable que partidos políticos, sindicatos y la sociedad en general los conociera, para que sirvieran de ejemplo del ejercicio de unos valores imprescindibles en una sociedad sana y que cada vez estamos perdiendo más.
«Estoy seguro que su propia modestia y entereza moral les haría desistir de ese reconocimiento».
Estamos también viendo empresas grandes que cuando necesitan hacer ajustes de sus plantillas, deciden tomar actitudes solidarias considerando las consecuencias que las desvinculaciones del puesto de trabajo de sus empleados van a provocar en personas y familias, replanteando aspectos de maximización del beneficio empresarial.
Los responsables de estas empresas, no se contentan sólo con tomar decisiones económicas “justas”, sino que se preocupan por el futuro profesional de los trabajadores, en su mayoría senior, que no van a encontrar nuevos empleos en otras empresas por la actual práctica de la discriminación por edad o edadismo.
Les dotan por ejemplo de un entrenamiento que les permita emprender negocios por cuenta propia u otra solución viable que:
- Les resguarde de las serias dificultades que el cobro de las jubilaciones públicas plantea.
- Les ofrezcan una actividad profesional que los preserve del síndrome del jubilado/desempleado, que si dejan la actividad profesional es seguro que les ocurrirá antes o después.
«La experiencia no demuestra que esto ocurre, y los implicados se sienten deprimidos y no útiles y expulsados del mundo actual y por último – como varios estudios médicos demuestran – se traduce en un acortamiento de la vida»
Esperemos que a estos responsables de RRHH, y a la dirección general y los integrantes de los consejos de administración de sus empresas, que:
- no olviden poner las personas por encima de la economía, para tratar con el máximo cuidado y consideración a sus iguales, y
- a la par consiguen con su desvelo fortalecer la imagen del RSE/RSC de sus compañías; a todos ellos les devuelvan igual consideración si tuvieran que sufrir un proceso similar.
Desde luego en 50Pro nos enorgullece que todas las empresas clientes que aparecen en nuestra página web, y varias otras que aún no hemos incorporado y esperamos hacerlo en breve, saber que hacen esfuerzos por ayudar a sus empleados preocupándose por su futuro inmediato.
En muchos casos, estas compañías solidarias, no se preocupan por aparecer como empresas con buenas prácticas, aunque sí lo son; y no como algunas otras que no lo son y que aunque no tengan ninguna urgencia en tomar medidas para sobrevivir y, protegidas tras la tormenta, están aligerando sus plantillas por diferentes métodos de legalidad “límite y sin plantearse otras medidas de ayuda. Debemos ser optimistas porque el mundo se regenerará como tantas otras veces ha sucedido y sucederá.