Algunas startups de Medio Oriente despiertan el interés de los inversores internacionales. La innovación en la región va más allá de las fronteras de Israel.
En septiembre de 2016, Careem cumplió una máxima de todo negocio: dar al cliente lo que quiere. Durante el Eid al-Adha —la fiesta del cordero donde se recrea el pasaje (del Corán y la Biblia) en el que Dios le pide a Abraham que sacrifique a uno de sus hijos y finalmente se retracta entregándole una cría de oveja—, la startup de transporte privado, conocida como el Uber de Medio Oriente, movilizó una flota de furgonetas para repartir ovinos vivos entre aquellos usuarios que los demandaban.
“Estamos experimentando con la entrega de diversos productos”, aseguró a Mudassir Sheikha, consejero delegado de la firma, a la prensa local en aquella fecha. Los movimientos de Careem (que opera en más de 50 ciudades de 11 países de Oriente Medio, el Norte de África y el Sur de Asia) no pasan desapercibidos. La empresa, nacida en Emiratos Árabes Unidos en 2012 y que actualmente tiene más de 150.000 conductores y seis millones de usuarios, se ha convertido en uno de los primeros unicornios (empresas con un valor de 1.000 millones de dólares) en la región, que ha comenzado a llamar la atención de los grandes capitales.
“El movimiento emprendedor en Medio Oriente está creciendo con fuerza”, asegura Philip Bahoshy, fundador y consejero delegado de Magnitt, una red de startups, emprendedores y fondos de inversión que opera en la zona. Empresas innovadoras de países como Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar, así como en Egipto, Líbano, Jordania, entre otras naciones, han recibido un alud de inversiones en los últimos cinco años. Tan solo en 2016 se estima que el derrame ascendió a 870 millones de dólares, según un análisis de Magnitt, que no incluye las cifras de Israel. Los recursos han permitido el desarrollo y mantenimiento de más de 3.000 empresas innovadoras contabilizadas en la región, explica el directivo de Magnitt.
El mercado árabe —atisbado por conflictos políticos y bélicos, y debilitado por los bajos precios de los hidrocarburos— se vislumbra como una gran oportunidad para el mundo del emprendimiento, explica el responsable de Desarrollo e Innovación de una empresa estadounidense que pide no ser citado. “El ecosistema emprendedor está en ebullición”, reconoce el experto que opera desde Dubái, la capital de Emiratos Árabes Unidos, en donde ha contribuido al desarrollo de diversos proyectos. El atractivo es un creciente número de usuarios de Internet —que se espera lleguen a 226 millones en la zona hacia 2018, que implica una penetración de más del 50%, según la consultora Orient Planet Research— y una experiencia casi “virgen” en materia de creación de empresas, explica el directivo de la firma multinacional.
El interés por el mundo árabe se evidencia en el un aumento de las transacciones
De acuerdo con un análisis de la Asociación de Capital Privado de Medio Oriente, la zona muestra un crecimiento continuo de las operaciones de Venture Capital (recursos que se dedican a las firmas en fase de crecimiento), que pasaron de 122, en 2015, a 175, al cierre del año pasado. En tanto, las de Private Equity (dedicadas a startups con un alto potencial en el mercado) subieron de 53 a 69. Las cifras podrían ser mayores, indica la institución, que para su estudio toma en cuenta los datos de Argelia, Bahrein, Egipto, Iraq, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Marruecos, Omán, Palestina, Qatar, Arabia Saudita, Sudán, Siria, Túnez, Emiratos Árabes Unidos y Yemen. “La información sobre la inversión no es necesariamente exhaustiva, ya que se estima que hasta el 30% de las transacciones no se anuncian y no todas las que se hacen públicas incluyen detalles sobre su monto”, detalla el organismo.
A pesar de los números positivos, no toda la región avanza al mismo ritmo. Por ejemplo, mientras que las empresas innovadoras crecen en Emiratos Árabes Unidos, Líbano y Egipto, los emprendimientos de Kazajistán, Túnez y Jordania presentan una leve caída, según las cifras de la Asociación de Capital Privado de Medio Oriente. “El clima económico y los factores geopolíticos regionales podrían incidir en las percepciones de los inversores”, añade Bahoshy.
El desarrollo de startups en la zona ha encontrado tierra fértil en Dubái. La capital de Emiratos Árabes Unidos acaparó un 62% de la inversión de Private Equity y el 34% del Venture Capital regional durante el último año, según la Asociación de Capital Privado de Medio Oriente. Además, el 42% de los empredimientos innovadores ha nacido en ese país. Egipto ocupa el segundo sitio como nación con más empresas de este tipo, con un 12%. Le siguen Líbano con una cuota del 9% y Jordania con un 8%. El 29% restante está disperso entre la veintena de naciones que integra la Liga Árabe, un mercado de casi 400 millones de consumidores.
El gran atractivo del mercado emiratí se debe a la introducción de un marco regulatorio único para los fondos de capital de riesgo y la expansión continúa de incubadoras y aceleradoras de negocios, afirma Bahoshy. “Emiratos Árabes Unidos pretende ser un referente en el mundo”, comenta el CEO de Magnitt. Muestra de ello es que el año pasado, durante el Gitex, su principal evento para empresas de TI, el país reunió a más de 410 startups de 60 países que compartieron experiencias de emprendimiento. Para octubre de este año repetirá la actividad y pretende convocar a un número mayor de firmas.
Incluso, las grandes empresas han puesto la mira en las startups emiratíes. Amazon ha cerrado este mes la compra de Souq, la compañía de distribución online líder en el mercado árabe, por la que pagó cerca de 650 millones de dólares. “Los emprendedores de Medio Oriente están despertando”, arguye Bahoshy. “Ya no quieren ir a EE UU o Europa a buscar fortuna… Aquellos que se fueron están volviendo. Ahora buscan desarrollar sus ideas en casa”, abunda. El gran talón de Aquiles, dice el experto, está en la falta de más fuentes de financiamiento.
El País