por Michael D. – Startup Grind
Lo vemos todo el tiempo: un grupo de amigos que se enfrenta a adversarios más fuertes, más rápidos y más experimentados…
Un grupo de luchadores que superan obstáculos insuperables contra adversarios más grandes y fuertes. A todo el mundo le gusta la clásica historia del desvalido.
Sin embargo, la gente rara vez espera que estas historias ocurran en su propia vida, probablemente porque parecen demasiado buenas para ser verdad.
¿Y si te dijera que las historias de desventaja tienen menos que ver con la suerte y más con la química de equipo? De hecho, la química de equipo es a menudo la razón por la que los Davids derrotan a los Goliaths. Yo aprendí esta lección de primera mano.
Cuando era pequeño, jugaba al voleibol de forma competitiva. Cada año, mi club organizaba pruebas regionales para filtrar a los mejores del resto. Era un sistema implacable que garantizaba que el equipo estuviera siempre repleto de talento. Todos medían al menos 1,90 metros y siempre eran los mejores jugadores de sus respectivos equipos escolares.
Así que imagínate nuestra sorpresa mirando al podio en nuestro primer torneo.
🥇 Primer puesto: Osos
Los Osos eran un equipo rival de una ciudad cercana, más pequeños que nosotros y menos atléticos. Su colocador no medía más de 1,70 y sólo tenían 3 jugadores más altos de 1,90.
Sin embargo, siempre tenían un bloqueo coordinado. Cuando alguien de su equipo metía la pata, nunca veía suspiros de frustración o miradas de fastidio (a las que yo estaba acostumbrado), sólo un rápido apiñamiento y palabras de ánimo. Vi con asombro cómo ganaban todos los torneos locales y se colgaban medallas en el campeonato nacional cada año.
Con el tiempo, me hice amigo de algunos de los jugadores de los Bears y les pregunté cuál era su salsa secreta. Lo que me dijeron se me quedó grabado.
Su estilo de reclutamiento era distinto al de la mayoría de los equipos. Hacían pruebas todos los años, como otros equipos, pero sólo sustituían a uno o dos jugadores al año. Su núcleo permanecía unido de principio a fin.
Pasaban más tiempo juntos durante la pretemporada que cualquier otro equipo que yo conociera. El entrenador principal organizaba muchas reuniones y competiciones fuera de temporada, algo casi inaudito en aquella época.
Quizás lo más sorprendente para mí fue que ninguno de los jugadores del banquillo quería irse para jugar más tiempo. Me dijeron que, aunque su papel era pequeño, sentían que el equipo los necesitaba.
Así como la química de equipo puede ayudar a un equipo individualmente mediocre, como los Bears, a rendir mejor, la falta de ella puede lastrar a un equipo individualmente excepcional, como los Miami Heat de la época de los «Tres Grandes».
En 2010, los Miami Heat añadieron al vigente MVP Lebron James y al 4 veces all star Chris Bosh al equipo de 47 victorias liderado por Dwayne Wade, vigente MVP del partido de las estrellas. Analistas y apostantes predijeron que conquistarían la liga con facilidad.
17 partidos después, el récord de los Heat era de 9-8, en el puesto 16º. James y Wade jugaban como héroes egoístas, Bosh era invisible y el entrenador Spoelstra estaba a punto de ser despedido. Los compañeros de equipo se ladraban unos a otros, y James chocó fuertemente con el entrenador de camino al banquillo. Nadie sabe si fue a propósito, pero era evidente que la frustración iba en aumento.
Cuando el equipo parecía a punto de implosionar, se convocó una reunión de jugadores. El propósito: airear las frustraciones y reagruparse. Según James, «todos tuvieron la oportunidad de desahogarse».
Tras la reunión, los Heat empezaron a encontrar su identidad. James y Wade se cedieron más el uno al otro y ayudaron a Bosh y al resto a participar más. Las jugadas sin egoísmo llevaron a canastas más fáciles para todo el equipo.
El éxito llegó cuando todos encontraron un papel en el que destacaron. James y Wade como principales anotadores y distribuidores, Bosh como anotador secundario y Udonis Haslem como duro reboteador.
El entrenador Spoelstra animaba al equipo con una cita de Shakespeare antes de cada partido. «Nosotros pocos, nosotros felices pocos, nosotros banda de hermanos;/Porque aquel que hoy derrame su sangre conmigo/Será mi hermano».
Los Heat volvieron a ganar 58 partidos y acabaron terceros. Llegaron hasta las finales de la NBA, pero… al final se quedaron cortos.
El progreso nunca es lineal.
Las dos temporadas siguientes, los Heat mantuvieron el mismo núcleo, añadiendo sólo a Shane Battier en 2011 y a Ray Allen en 2012. A pesar de ocasionales lesiones y bajones, los Heat mantuvieron su trayectoria ascendente, mejorando gradualmente la calidad de los pases y la coordinación defensiva.
Finalmente, recogieron los frutos de su trabajo, ganando las finales de la NBA de 2012 y 2013.
Las dos mitades de la química de equipo
En los ejemplos anteriores, la química de equipo es lo que, en última instancia, ayudó a cada equipo a alcanzar el éxito, pero ¿qué es exactamente la química de equipo?
La química de equipo puede dividirse en dos partes: química social y química laboral.
Según Joan Ryan, de Intangibles, la química social representa la camaradería y la confianza, y la química del trabajo representa el compromiso compartido de alcanzar un objetivo.
«No hay victorias sin química [laboral], pero muy pocos campeones sin química social».
-Intangibles
Puede que consigas algún pequeño éxito sólo con química laboral y sin química social, pero un equipo verdaderamente fuerte necesita ambas.
Química social
La química social es el grado de simpatía, comprensión y confianza que existe entre un grupo de personas. Es evidente en familias unidas y grupos de amigos, pero también está presente en equipos muy eficaces.
Cuando los miembros del equipo se comunican y colaboran, la química social crece y florece. Este proceso requiere mucho tiempo. Por muy simpática y afable que sea cada persona, necesita pasar suficiente tiempo de calidad con los demás para crear lazos fuertes. Por eso los Heat mostraron un trabajo en equipo sorprendentemente pobre al principio: dedicaron el tiempo suficiente a crear vínculos fuertes.
Hay dos rasgos que aceleran enormemente la química social: la sensibilidad social y la inclusividad.
La sensibilidad social es la habilidad para percibir los sentimientos de los compañeros de equipo. Un grupo con este rasgo disfrutará de una mayor calidad de comunicación. Las personas socialmente sensibles tienden a ser más empáticas, lo que crea un ambiente de trabajo más cálido y productivo. La excelente dinámica de los Osos en la cancha es un buen ejemplo de ello.
Cuando contrate a nuevos miembros para su equipo, debería comprobar su sensibilidad social mediante preguntas de comportamiento que indaguen en su forma de interactuar con los demás. Para fomentarla dentro de su equipo, debe diseñar actividades y eventos que inspiren la conversación y la colaboración.
La inclusión es la voluntad y el deseo de que todos contribuyan. Las personas que poseen este rasgo no intentarán dominar el equipo y hacerlo todo por sí mismas. En las conversaciones, tomarán la palabra por turnos y animarán a hablar a los compañeros más callados.
Tanto los Bears como los Heat demostraron la importancia de esta cualidad.
En el caso de los Bears, quedó patente en cómo los jugadores de rol no querían abandonar el equipo porque se sentían necesarios.
Para los Heat, fue la reunión de jugadores, que dio voz a todos los integrantes del equipo, lo que dio un vuelco a su temporada. Y cuando James y Wade dejaron de intentar cargar con el equipo y empezaron a compartir el protagonismo, todo el equipo mejoró.
La inclusividad está positivamente correlacionada con la sensibilidad social, así que aplique aquí las mismas estrategias para la sensibilidad social. Para fomentar aún más la inclusión, predica con el ejemplo. No hable demasiado, escuche a sus compañeros y permita que los más callados contribuyan. Dedique tiempo a mesas redondas y exorcismos de equipo que preparen el terreno para que todos participen.
Química en el trabajo
La química en el trabajo es un compromiso compartido con un objetivo.Una buena química de trabajo ayuda a un equipo a mantenerse motivado y centrado en hacer lo que hay que hacer.Las dos cualidades más importantes de la química laboral son la visión y la cohesión táctica.
La visión abarca el qué y el por qué de lo que se intenta hacer.Es la estrella polar que motiva a todos los miembros del equipo.
Para los Bears y los Heat, la visión era ganar sus respectivos campeonatos. Para las empresas y organizaciones, suele ser resolver un problema o actualizar una realidad que aún no existe.Para establecer una visión poderosa, debes tener muy claro lo que intentas hacer y por qué.Escríbelo, simplifícalo, revísalo, refínalo y repítelo: la visión evolucionará con el tiempo, y eso es normal.Introdúzcala en la mente de sus líderes y pídales que la transmitan continuamente a todos los demás.
Si la visión es química de trabajo a 10.000 metros, entonces…La cohesión táctica es química de trabajo en la zona cero.Los miembros del equipo deben comprender claramente su función en el equipo, las funciones de sus compañeros y la hoja de ruta para alcanzar los objetivos del equipo.Los Osos, desde los titulares hasta el final del banquillo, comprendieron las funciones que debían desempeñar para ayudar a su equipo a triunfar.Tener esta claridad es muy energizante y es una gran razón por la que los jugadores del banquillo no querían irse.
Al principio, los Heat confiaban en James y Wade para llevar la mayor parte de la carga ofensiva. Cuando comprendieron mejor cómo encajaban ellos y sus compañeros en el plan de juego, la ofensiva de los Heat se hizo mucho más sofisticada y difícil de defender.Las líneas de comunicación continuas son fundamentales para crear cohesión táctica. Utiliza sincronizaciones semanales y reuniones 1:1 recurrentes para compartir los cambios organizativos y de hoja de ruta con tu equipo.Mantenga actualizados los organigramas y los documentos de evaluación del rendimiento. Y, por último, ser transparente y abierto a los comentarios será de gran ayuda.
Crear química de equipo no es fácil.Una cena o una reunión de equipo de vez en cuando no es suficiente. La buena noticia es que la química de equipo no es un misterioso santo grial, sino un rompecabezas difícil pero alcanzable. Si consigues encajar las piezas, no habrá nada que tu equipo no pueda hacer.