Cuando te llamas a ti mismo CEO (o cualquier otro título que empiece por C) mientras tú y tus amigos son las únicas personas de tu startup, corres el riesgo de que te interpreten más como un narcisista, o como una persona ingenua que carece de autoestima. En lugar de prestar demasiada atención y energía a tener estos títulos en un papel, céntrate en hacer las cosas que te llevarán a conseguirlo.
La pregunta es ¿cuál es la motivación de una persona para iniciar un negocio?
Hay varias razones para iniciar un negocio, como la libertad de trabajo, hacerse famoso, obtener la aprobación de los demás, ser tu propio jefe, lograr la independencia financiera, obtener riqueza, tener un impacto positivo en la vida de las personas, crear soluciones para tus propios problemas y los de tu entorno, etc. En mi experiencia, quienes pueden ver una razón más allá de su ego para iniciar un negocio no prestan mucha atención a estos títulos. En cambio, se centran en el impacto que quieren tener en su comunidad.
Estos títulos son necesarios para rellenar formularios, pero no representan el gran e importante trabajo que estás haciendo.
Así que, cuando quieras presentarte a alguien, en lugar de decir soy un emprendedor o el CEO de una startup xyz, di: Soy el fundador de una startup que intenta resolver este problema y mi equipo y yo intentamos construir un producto que mejore la vida de las personas.
Por mi experiencia personal trabajando e interactuando con varios directores generales de grandes empresas y startups, he llegado a la conclusión de que la importancia del título de director general hoy en día está disminuyendo. Especialmente en el mundo de las startups, cuando alguien se dirige constantemente a sí mismo como el CEO, no va bien con su audiencia. Los juzgan como inexpertos e ingenuos.
Para leer más sobre esto, sugiero dos libros muy buenos: un libro clásico The First time manager y el libro relativamente más reciente Startup CEO, A Field Guide to Scaling Up Your Business.
La gestión de una empresa requiere habilidades y capacidades que no siempre tienen quienes tuvieron la idea y pusieron en marcha el negocio. No se puede convertir a una persona en CEO sólo por llamarla CEO. Todos tenemos que intentar, independientemente de dónde estemos o de dónde vengamos, crecer en nuestros títulos y funciones.
Llamarte CEO no te convierte de repente en un Director General, pero conseguir objetivos, crear nuevas oportunidades, gestionar los conflictos del equipo, no ceder ante las crisis, aprender constantemente y aprender de los errores, es el camino a seguir y abre el camino de tu crecimiento.