BBC
A mediados de la década de 1970, los Pet Rocks (Rocas mascota) se hicieron enormemente populares en Estados Unidos, capturando durante unos breves meses el espíritu libre -o algunos dirían la estupidez- de la época.
Su creador fue Gary Dahl, un redactor publicitario independiente («Esa es otra forma de decír ‘en bancarrota'», diría más tarde, según el New York Times), quien concibió la idea mientras tomaba unas cervezas con amigos en su ciudad natal, en el norte California.
Empezaron a hablar sobre las mascotas y cuánto mantenimiento requieren algunas, y Dahl les dijo que tenía las mascotas perfectas: rocas. Entonces decidió empaquetar algunas y ponerlas a la venta.
Los Pet Rocks eran exactamente lo que decía en su envoltorio: piedras ordinarias, de forma ovalada, importadas de una playa en México y empaquetadas en una caja de cartón que tenía agujeros de ventilación y un nido de paja, muy parecido a un portador de mascotas.
El toque de oro era el manual que acompañaba a la roca, donde se aconsejaba cómo entrenar y cuidar a la mascota de piedra.
Incluía instrucciones como esta: «Las Pet Rocks son fáciles de entrenar. Pueden aprender rápidamente a ‘sentarse’, ‘quedarse’ y ‘hacerse el muerto'».
Otro consejo decía: «Nunca lleve a su Pet Rock a nadar. Se sabe que son malos nadadores y se hundirán hasta el fondo. Está bien darles un baño ocasional en aguas poco profundas».
El manual también informaba a los propietarios que las mascotas de piedra «parecen prosperar sin comida», que son «bastante perezosas» y que son «tercas y no vendrán cuando se los llame».
«Disfrutan de las vacaciones» y «prefieren viajar en los bolsillos», agregaba.
«La gente está tan aburrida, cansada de todos sus problemas», dijo Dahl a la revista People en 1975. «Esto (los Pets Rocks) los lleva a un viaje de fantasía… se podría decir que hemos empaquetado el sentido del humor«.
Millones
A los estadounidenses les encantó la idea.
Las rocas se comercializaban por US$3,95 (equivalente a US$15 de hoy) y Dahl vendió más de cinco millones en 1975. Se convirtió en un multimillonario antes de que su idea se pasara de moda, después de Navidad.
Según el New York Times, con ese dinero cambió su automóvil por un Mercedes Benz y reemplazó la pequeña cabaña en la que vivía por una gran casa con piscina.
Pero fue difícil replicar el éxito del Pet Rock.
Dahl realizó una serie de proyectos fallidos, que incluyeron un «Kit de cría de arena» que comercializó en 1976 (permitía a los compradores «criar» arena de tubos «masculinos» y «femeninos»).
En 1978 intentó vender cubos acrílicos con tierra que, según dijo, había sido sacada de contrabando de China. Los cubos costaban US$5,95 cada uno.
«Si suficientes estadounidenses compran una pulgada cuadrada de tierra de China Roja, en poco tiempo habremos sacado todo el país de debajo de sus narices», le dijo a la revista Time en ese momento.
También probó invertir en otros emprendimientos: abrió una taberna y un negocio de corretaje de veleros.
«Un montón de locos»
Pero ninguna de estas ideas despegó y, a fines de la década, sus inversionistas lo demandaron, diciendo que habían recibido una parte muy pequeña de sus ganancias.
Mientras tanto, aunque tenía los derechos de autor de Pet Rocks, eso no impidió que otros vendedores comercializaran sus propias piedras.
Así que Dahl retornó a la publicidad y escribió el libro «Advertising for Dummies« (Publicidad para tontos) en 2001.
Falleció en 2015 a la edad de 78 años, con sentimientos encontrados sobre la idea que lo hizo rico.
«Me dio un perfil demasiado alto», dijo a Associated Press en 1988.
Desde que creó Pet Rock, afirmó, pasó demasiado tiempo lidiando con inventores que se le acercaban con todo tipo de ideas sin sentido: «un montón de locos», los llamó.
«Hay una extraña periferia de locos que cree que yo les debo una forma de vida», señaló.
«A veces miro hacia atrás y me pregunto si mi vida no hubiera sido más simple si no lo hubiera creado«.