Si te atienes a tu mundo, el mundo es pequeño y limitado.
Si a la mirada de los otros, la vida fue eso que experimentó, el mundo a tu mirada es grande e infinito.
Como no hay tiempo para vivirlo todo, y la experiencia de los otros y su observancia es enriquecedora, intercambiar las historias de un fracaso, de un éxito o de una expectativa, es embriagadamente constructivo. Coadyuva a que podamos elaborar un modelo propio, único, que deambule como átomo en la molécula del conjunto. Porque a veces no basta –a veces no elegimos- la maqueta educativa de los primeros senos donde aprendimos a vivir algunas etapas de la vida y, entonces, ver las flores, las espinas, los modelos y las desestructuras de los otros es una forma de empezar a elegir aquellas cosas que conformar nuestro genuino querer. Preguntándole al adentro si eso es potable para nuestras apetencias y para nuestro crecimiento personal, si esto o aquello que creemos nos limita sobremanera es, en verdad, irreversible. Porque “siempre habrá personas más pequeñas y más grandes que tú” y si atiendes a las pequeñas puedes ayudarlas y ayudarte con la convicción de que tu condicionamiento menor puede ser superado; y si ves a las grandes –lo que se dice grande en cuanto a grandeza- tal vez puedas aprender a alcanzar tu máximo potencial humano, tu poder para cambiar tu vida lentamente hacia la mejor calidad.
Por eso, si alguna vez estás perdido, y ninguna empresa te levanta a las ocho, nueve o diez de la mañana; no olvides que en tu cómoda cama no hay intercambio más que con una almohada harto cansada de escuchar los escollos de tu mente, y que nada se modifica en ese intercambio. En otro sentido, si con las pocas energías que momentáneamente tienes, decides salir al mundo de los otros, alguien se te cruzará en el momento inesperado, y te mostrará una luz de esperanza, hasta que logres ver iluminado todo tu espacio, y en la almohada se alojen tus sueños.
También por eso, si estás encontrado, si estás lleno de estímulos para vivir y emprender, cuando al salir cierres la puerta de tu casa, no te olvides que alguien puede necesitar tu silencio y tu mirada cómplice, o una ligera frase que puede cambiar su día.
Cuando intercambiamos experiencias estamos comunicando nuestras falencias, nuestras necesidades y nuestros logros. Cuando intercambiamos experiencias, estamos abriendo los ojos de alguien que está dormido y puede encontrar en el relato esa palabra mágica que lo despierte de su etapa queda.
Porque en el intercambio económico está la raíz de nuestra sobrevivencia. Pero sólo en el intercambio humano hallaremos los frutos de nuestra vida.
Que tengan una semana emprendedora.
* Gisela Mancuso. Abogada, redactora, escritora, ganadora de numerosos concursos literarios. giselamancuso@yahoo.com.ar. Autora del libro "Abrazo mariposa": http://ar.geocities.com/abrazomariposa/abrazomariposa.html Fundadora del grupo de escritura: "El nombre de las palabras" http://ar.geocities.com/abrazomariposa/elnombredelaspalabras.html