A finales de los años 90, David Birch, utilizó la metáfora del reino animal para ilustrar los diferentes tipos de evolución empresarial.
Pero no todas las empresas dinámicas son gacelas: hay también canguros, delfines y hasta seres humanos poblando la fauna del ecosistema emprendedor.
“Los emprendedores contribuyen al empleo, la innovación y el crecimiento económico”. Esta afirmación se ha convertido en un mantra para los gobiernos, los académicos e inclusive los medios de comunicación dedicados al tema. En alguna medida esto es bueno porque indica que ha habido un gran avance en incluir al emprendimiento en la agenda pública. Pero también encierra el riesgo de colocar en una misma bolsa a todos los que habitualmente se agrupan bajo la denominación de emprendedores y emprendimientos, desconociendo la existencia de necesidades y contribuciones muy diferentes al desarrollo productivo.
Por ejemplo, dos grupos que habitualmente se incluyen entre los emprendedores son los auto empleados y las microempresas. Según las estadísticas de la región, la enorme mayoría de los primeros no crea nuevos empleos, y muchos, inclusive, acaban convirtiéndose en asalariados; en tanto que las microempresas, al cabo de 5 a 10 años, se mantienen como tales o bien dejan de funcionar, según otros estudios. Del otro lado están los emprendimientos que sí crecen en forma importante.
Largos años han pasado desde los estudios pioneros de David Birch quien, a fines de los 70, propuso una metáfora del reino animal para reflejar la heterogeneidad del mundo empresarial y su impacto sobre la creación de puestos de trabajo. Según este autor, las microempresas son como los ratones, hay muchas pero no crecen y no impactan en la creación de nuevos empleos. También están las grandes empresas, que se mueven lento y generan muy pocos puestos de trabajo nuevos, por eso las asemeja a los elefantes. Pero las que más contribuyen en ese sentido, según Birch, son las empresas jóvenes de rápido crecimiento, a las que denomina gacelas. OECD ha operacionalizado este concepto incluyendo a las empresas de 4 y 5 años de vida que crecen a un ritmo anual de al menos el 20% en tres años.
Numerosos estudios internacionales, incluyendo uno que hicimos recientemente para Argentina con el BID, aportan evidencias acerca de la contribución de las gacelas a la creación de empleo y a la productividad. Una conclusión importante es que un núcleo pequeño de nuevas empresas impacta de modo desproporcionado sobre estas variables.
En América Latina es más común referirse a emprendimientos dinámicos que a gacelas, un concepto más amplio y flexible que propusimos en estudios que hicimos con el BID a inicios de este siglo. Desde entonces el uso del término se ha generalizado, aunque no siempre de manera inequívoca. Por ello, en el Índice de Condiciones Sistémicas para el Emprendimiento Dinámico 2015 (ICSEd-Prodem), recientemente publicado con apoyo del BID–FOMIN, partimos por revisar el concepto para comprender la amplitud de especies que alberga la “fauna” del emprendimiento dinámico.
Nueva fauna de los dinámicos
Sobre la base del concepto de dinamismo revisado sugerimos ampliar la tipología de Birch para proponer otra más amplia que, además de las gacelas, debería incluir a otros animales en la fauna de los emprendimientos dinámicos.
Un safari imaginario nos permitiría encontrar, por ejemplo, a los canguros avanzando a ritmos ligeramente inferiores a las gacelas aunque por momento pegando grandes saltos. O a los delfines, combinando momentos de nado con otros emergiendo a la superficie para desplazarse. Y a los seres humanos, ¿por qué no? Nosotros solemos caminar y, cada tanto, correr y saltar. En los tres casos se trata de animales menos veloces que las gacelas pero también menos frágiles y/o incluso más inteligentes. Deberían claramente estar en la fauna del emprendimiento dinámico.
Algunos ejemplos del mundo emprendedor ayudan a entender la diversidad:
Un safari imaginario permitiría encontrarse, por ejemplo, con una firma gacela: la empresa líder en compra-venta electrónica a nivel regional que arrancó a inicios de los 2000 y que al cumplir 10 años de crecimiento vertiginoso alcanzó una dotación superior a los 1000 empleados.
Son mucho más numerosas, sin embargo, otras “especies emprendedoras” de gran interés, aun cuando no exhiban ese patrón de crecimiento.
Un ejemplo de una empresa cuya etapa temprana se asemeja al de un canguro o delfín es, por ejemplo, el de una nueva empresa que fue pionera, en su momento, en el mundo de la seguridad informática. Luego de apostar fuertemente al desarrollo de un producto altamente innovador y complejo, recién en su tercer año de vida acabó descubriendo que el mercado demandaba productos más simples y con menor contenido innovador. Recién allí pegó un salto y avanzó como un canguro y, al cumplir diez años, empleaba alrededor de 200 personas y estaba internacionalizada.
También lo es el de los emprendedores que desarrollaron una máquina innovadora a nivel internacional para cosechar aceitunas y frutas. Hoy es una pyme de diez años que emplea a unas 60 personas, exporta a mercados sofisticados y tiene potencial de seguir creciendo. Eso sí, sus ventas al final del primer año eran las de una microempresa. Recién al tercer año le encontró la vuelta, una vez que consiguió definir su identidad comercial y su estrategia empresarial, y al quinto se convirtió en una pyme joven dinámica.
Igualmente hay casos mixtos. Tal es el caso de una nueva pyme que produce y exporta equipos para tratamiento estético. Arrancó como un canguro, siguió como una gacela y luego volvió a canguro. Recién al tercer año y hasta el sexto creció aceleradamente. Desajustes organizacionales lo frenaron y recién dos años después, cuando se ordenó, consiguió retomar la senda del crecimiento aunque en forma más equilibrada.
Asimismo es posible encontrar otros casos de empresas que avanzan a menor velocidad pero en forma sostenida, como los humanos. Tal es el caso de algunas empresas Endeavor que están localizadas en regiones del interior de los países latinoamericanos.
Seguramente habrá que seguir enriqueciendo esta nueva metáfora en base a estudios que alimenten las políticas públicas con mejores evidencias empíricas. Pero el mensaje de esta nota es claro: no todos los emprendimientos contribuyen por igual al crecimiento, a la innovación y al incremento de la productividad. Son de especial relevancia aquellos que basan su potencial de dinamismo en equipos emprendedores ambiciosos y propuestas de valor prometedoras.
El concepto de emprendimiento dinámico revisado, la metáfora de la fauna ampliada y los ejemplos aportados en esta entrada invitan a diccutir y a definir el tipo de empresas que hace falta promover, así como a ser cautelosos y evitar rigideces contraproducentes a la hora de establecer la población objetivo y los criterios de selección de los beneficiarios de las políticas y programas de fomento.
Es una lectura sumamente interesante. Sin embargo quisiera presentar un error ortográfico, » metáfora EN BASE a estudios…» quizá solo fue un descuido.
Saludos