Con una población de 7,4 millones de habitantes y un PIB de 213.000 millones de dólares, Israel es el país del mundo con más inversión en investigación y desarrollo por habitante.
En el país se crean 500 nuevas empresas tecnológicas cada año y las existentes levantan alrededor de 300 millones anuales de fondos de capital riesgo. Amparado por la inversión de grandes multinacionales estadounidenses y por un modelo educativo que potencia la actividad emprendedora, el país trata de alejar el fantasma de las constantes tensiones con los países árabes para demostrar que es capaz de alumbrar empresas que despierten el interés de gigantes como Microsoft, Intel y HP. “Somos el tercer país con más empresas en el Nasdaq, por detrás de EEUU y China”, explica Rami Kalish, cofundador de Pitango Venture Capital, la mayor sociedad de capital riesgo israelí, con unos fondos de 1.300 millones de dólares.
Un grupo de directivos de la asociación FemCat ha viajado a Israel para analizar las características que han permitido este ecosistema de iniciativas emprendedoras y buscar experiencias aplicables en Catalunya. “El sistema funciona porque tenemos un espíritu constante de desafío”, comenta Manuel Trajtenberg, profesor de Economía en la Universidad de Tel Aviv y responsable de la comisión que gestiona el presupuesto público para las universidades del país.
Cantera
El servicio militar es la principal cantera para forjar emprendedores. “El ejército te enseña liderazgo, sacrificio, trabajo en equipo y organización por objetivos”, cuenta Saul Singer, autor del libro Start-up Nation, basado en la cultura emprendedora del país. Los fundadores de empresas como Worklight, dedicada a las soluciones tecnológicas, y Life-Bond, que desarrolla sellantes para cerrar heridas, concibieron sus empresas durante su estancia en el servicio militar, obligatorio en Israel tanto para hombres como para mujeres.
El papel del Gobierno también resulta determinante. A principios de los 90, incentivó la creación de fondos de inversión en tecnologías de la información y tecnologías médicas. Ahora, concentra gran parte de sus esfuerzos en la promoción de la biotecnología. Pero sobre todo es clave la existencia de casos de éxito de emprendedores que han vendido sus negocios a grandes multinacionales por sumas multimillonarias. “Todos los jóvenes israelíes quieren ser emprendedores pero lo que realmente quieren es vender sus empresas”, señala el periodista Guy Rolnik.
La de Israel es la cuarta expedición que organiza FemCat desde su constitución en 2004. En 2006, los directivos viajaron a Finlandia para estudiar cómo un país con características macroeconómicas similares a las de Catalunya pudo salir de la crisis en los años 90. En 2008, analizaron el proyecto de construcción del nuevo aeropuerto de Hong Kong y, en 2009, conocieron las claves de Massachusetts (EEUU) para sustituir la industria textil por una economía basada en la educación y la innovación.
Joaquim Boixareu, consejero delegado del grupo siderúrgico Irestal, advierte de que una de lecciones que pueden extraerse de la experiencia israelí es que en Catalunya “falta cultura del riesgo y determinación para iniciar nuevos proyectos”. Por su parte, Xavier Pujol, consejero delegado del fabricante de componentes Ficosa, y Carles Sumarroca, vicepresidente de Comsa Emte y presidente de FemCat, admiran la cultura emprendedora del país pero echan en falta la existencia de empresas consolidadas. “Hay una cierta cultura del pelotazo, cortoplacista, que no me traería a Catalunya”, comenta Pujol.
Puntos comunes
Todos ellos coinciden en que la experiencia militar como revulsivo para la iniciativa emprendedora es difícil de trasladar a Catalunya, que tampoco cuenta con un socio internacional como EEUU en el caso de Israel, pero sí ven líneas de trabajo en el sistema de educativo. Israel y Catalunya tienen el mismo número de universidades públicas, pero de los centros israelíes han salido cinco premios Nobel en los últimos años. Josep Mateu, director general del Racc, reconoce que “hay que hacer un ejercicio de aprendizaje de un modelo que remunera a los profesores según su rendimiento y que genera mucho talento”.
Ramon Carbonell, vicepresidente de Copcisa, considera que en Israel “existe una mejor imagen del empresario y los directivos que venden sus empresas mejoran socialmente; lo vemos con malos ojos en Catalunya y no debería ser así, en ocasiones es mejor vender que acabar cerrando”.
El modelo, basado en crear start-ups para después venderlas rápidamente, contrasta con el de los negocios surgidos en los kibutz –comunidades agrícolas surgidas a principios del siglo XX–. En estas formaciones está el origen de grandes empresas como el fabricante genéricos Teva o la empresa de sistemas de riego Netafim, con experiencias más afines a la de la empresa familiar catalana.
Uno de los grandes proyectos de futuro del Gobierno es convertir Israel en el primer país con una flota de vehículos 100% eléctrica en 2020, lo que permitirá al Estado dejar de depender del petróleo árabe. La compañía israelí Better Place acaba de levantar 700 millones de euros en fondos para promover una red de estaciones de recarga de baterías en Israel, Dinamarca y Australia, con un sistema de baterías intercambiables.
Autor: Cristina Fontgivell
Expansión Cataluña