La necesidad hace el ingenio. Y si no, que se lo pregunten a Brian Chesky y Joe Gebbia, los multimillonarios fundadores de Airbnb, la plataforma de alquiler de propiedades que ha cambiado la forma de viajar y que en junio del año pasado valía ya 25.000 millones de dólares.
Érase una vez dos estudiantes de diseño que un día se dieron cuenta de que ese mes no podrían pagar el alquiler de su piso. Corría el año 2008, y esa semana se celebraba en San Francisco una importante feria del diseño que había abarrotado los hoteles de la ciudad. Y entonces a los dos veinteañeros se les encendió la bombilla: montarían un sitio web y comprarían unas camas hinchables para aprovechar el espacio que les sobraba en su apartamento.
‘Air bed and breakfast’. Cama de aire y desayuno. Airbnb. Así de fácil. Nathan Blecharzyk fue el tercero en sumarse al proyecto, apoyando a Brian y a Joe en la construcción del sitio web para publicar el anuncio. Un año después, en 2009, la aceleradora Y-Combinator les facilitó 20.000 dólares para perfeccionar el modelo, y poco después la firma Sequoia Capital, de Merlo Park, inyectó 600.000. Así se hicieron un hueco privilegiado en el selecto club de fundadores de startups tecnológicas.
Cuando aún no se han cumplido ni ocho años desde su nacimiento, sus cofundadores ocupan a sus treinta y cuatro años el puesto 495 en la lista de personas más ricas del mundo según Forbes, con una fortuna de aproximadamente 3.000 millones de dólares cada uno. En 2015 se coronaron también como los séptimos emprendedores más ricos de América por debajo de los cuarenta años y se colaron en el puesto número sesenta y dos del ranking de las personas más ricas del sector de la tecnología.
Y todo empezó por no llegar a fin de mes.
Inés Álvarez