¿Sabías que el 65% de los multimillonarios de hoy en día fueron extremadamente pobres en sus primeros años de vida?
Nunca he entendido por qué la mayoría de personas con las que hablo, o a las que he conocido en cursos o conferencias de emprendimiento, creen que los empresarios más exitosos construyeron sus fortunas con un gran capital que ya tenían.
Ninguno de ellos hicieron sus patrimonios actuales gracias al dinero de papá, o a una herencia de gran dinero recibida; ni siquiera crearon sus imperios porque un día fueron al banco y les concedieron un gran préstamo de dinero.
Nada de eso: crearon sus primeros negocios con lo poco que tenían. Y en muchas ocasiones, eso suponía no comer ese día o no poder pagar las facturas de ese mes.
Hoy quiero compartirte las historias personales de 8 empresarios exitosos que empezaron siendo extremadamente pobres, y que gracias a no rendirse, su esfuerzo y su trabajo duro han llegado hasta la cima.
Si todos ellos pudieron triunfar siendo incluso más pobres que tú, no hay ninguna razón para que pienses que tú no puedes ser como ellos.
1. Howard Schultz
Howard Schultz es el presidente actual de la gran compañía de café Starbucks. Ahora tiene una fortuna de 2,5 billones (con “b”, no te confundas con millones) de dólares
¿Y sabes qué? Este hombre llegó a vender su sangre para conseguir dinero.
Cuando era pequeño, vivía en Nueva York junto a sus padres y hermanos en un edificio protegido por el gobierno para personas que no podían siquiera pagar un pequeño alquiler.
En los deportes, vio una salida de escape a su pobreza y empezó a practicar fútbol y béisbol, y gracias a ello consiguió una beca deportiva y se convirtió en la primera persona de su familia en ir a la universidad.
Pero allí pronto se dio cuenta de que no era tan buen jugador como pensada, dejó el deporte y la beca le fue retirada también. Ya no tenía dinero para pagar su carrera, pero sabía que quería llegar a ser alguien.
Así que para pagar la escuela pidió préstamos, trabajó como mesero donde le pagan una miseria, y como no era suficiente, recurrió incluso a vender su sangre a cambio de dinero.
Gracias a todos estos esfuerzos, terminó sus estudios, y así es como llegó a Starbucks, primero trabajando en puestos más bajos, hasta que poco a poco ascendió a su actual posición de presidente ejecutivo de la compañía de cafeterías más grande del mundo.