La vida del emprendedor es como lo vida cotidiana. Está expuesto a situaciones similares a las que vive en el día a día familiar y social. A los mismos elixires y venenos.
Uno de estos venenos es la envidia. Mi experiencia en todos estos años es que el ecosistema emprendedor es tierra fértil para este corrosivo del alma. Te critican si te va bien y te critican si te va mal.
Hay que estar muy atentos, porque envidiar produce una acumulación de energía negativa que ocupa el espacio interno destinado a la energía positiva y constructiva. Va carcomiendo los valores humanos y se apodera de los rasgos más nobles del ser humano.
Tené claro que tu emprendimiento comienza a despegar pueden envidiarte pero estate muy alerta para no envidiar a tus pares emprendedores. Poné toda tu energía en tu proyecto; que tu emprendimiento sea una viga en tu ojo. Concentrate en crecer, mejorar, lograr objetivos, cumplir tus sueños… y que los demás hagan lo mismo con los suyos.
Este cuento grafica muy bien, como funciona la envidia. Alertas y a crecer!!!
“Cuenta la historia que un buen día, una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. La pequeña huía volando rápidamente atemorizada por la feroz depredadora. La serpiente obstinada por atraparla, no pensó ni un momento en desistir en difícil tarea. Pasó un día, pasaron dos días y nada. Al tercer día, ya la luciérnaga sin fuerzas se detuvo en la rama de un arbusto y le dijo a la serpiente:
– “¿Puedo hacerte tres preguntas?”
La serpiente sorprendida por tal petición le dijo altanera:
– “No acostumbro dar estos derechos a mis presas, pero como te voy a devorar igual, puedes preguntar”.
La luciérnaga le hizo la primera pregunta:
– “¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?”
– “No”, respondió tajante la serpiente.
– “¿Yo te hice algún mal?”, repreguntó el pequeño insecto.
– “No”, dijo la rastrera.
– “Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?”, pregúntó la luciérnaga.
La respuesta a la tercera pregunta fue:
– “Porque no soporto verte brillar”
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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