El verdadero emprendedor del tercer milenio hace negocios en forma consciente, a conciencia y con conciencia.
Emprender es más que iniciar un negocio, generar un nicho de mercado, obtener capital y ganar plata. Es mucho más que eso: es ser agente social de cambio, un abanderado en la lucha por un mundo mejor y un abonado al mejoramiento de la calidad de vida propia y ajena.
Dicho de otra manera, el verdadero emprendedor del tercer milenio hace negocios a conciencia y con conciencia. Estamos en una época atípica, donde inventamos autos sin conductores pero no podemos reducir las desigualdades sociales. Estamos planificando viajar a Marte pero no sabemos como llevar a agua potable a todos los habitantes de la Tierra.
Millones de personas en el mundo, iguales a vos y a mí, no saben si podrán llevar algo de alimento a su organismo en las próximas 24 horas y otras (una minoría), tienen en sus cuentas dinero suficiente como para alimentar a la mayoría hambrienta. Mientras millones de personas iguales a vos y a mí, en el mundo no tienen donde dormir, se siguen construyendo mansiones a un costo que solucionarían los problemas habitacionales de buena parte de los desposeídos.
Como dice Martín Parlato en su nota «Hacia la revolución de la conciencia»: «Aproximadamente 1.200 millones de personas viven con menos de 1 dólar diario y 2.400 con menos de 2. Sí, en el mundo de hoy. Para 2016 se proyectan mas de 7.000 millones de celulares en el mundo. Eso significa que habrá más personas con acceso a un celular que al agua potable, la educación o a la electricidad».
Desigualdades como estas se ven todo el tiempo, todos los días. Muchos se indignan, se ponen mal, sufren, lo cual es preferible frente a la indiferencia que muestra la mayoría.
Yo prefiero ser consciente de cambiar el switch y girar la perilla interna hasta hacer un clic .
Me inclino por pensar en qué puedo hacer para cambiar el estado de las cosas. Y las respuestas son siempre las mismas: primero tengo que cambiar yo. Sería hipócrita y estúpido pensar que la solución empieza afuera de uno. En segundo lugar, la onda pasa por asumir que la realidad que nos duele es solo la consecuencia de nuestras acciones como individuos y como sociedad. Tercero, los ricos no son culpables por tener dinero ni por intentar disfrutarlo. Sólo puedo ser consciente de que yo también hago una administración poco eficaz del dinero.
Como emprendedores, tenemos nuestras responsabilidades. Profesionalizarnos para que nuestro proyecto se convierta en una empresa que genere trabajo y riqueza, es una de ellas.
Considerar a los sectores más postergados de la sociedad como un socio a la hora distribuir los ingresos, es otra. Y hay muchas más. Lo importante, es tratar de adquirir la gimnasia y el hábito de no repartir culpas sino de asumir responsabilidades. Después de todo, mi casa está construida sobre mis propias vigas y no sobre paja ajena.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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