Necesitamos más a quienes emprenden que a los opinadores que se creen mejores que Messi y CR7 a la hora de decir como los demás deberían hacer las cosas
El emprendedor sabe que la meta que alcanzó es un peldaño hacia un nuevo objetivo. Por eso, como si fuese la letra de un tango, podemos afirmar que el emprendedor es la clase de persona que nunca llega pero siempre está llegando.
Aunque no es hecho científico y tampoco es fácil, el proceso de emprender puede resumirse así: tener una idea, buscar los recursos para hacerla realidad, implementarla, gestionarla y hacerla crecer.
El emprendedor hace siempre lo que mejor considera para el logro de sus metas; entendiendo que cada etapa del proceso es un objetivo en sí mismo. Y cuando los logra no se sienta relajado a descansar, trago en mano, sino que busca como mejorar, multiplicar y avanzar. Con espíritu quieto nos conformaremos con un sueldito o sueldazo seguro pero con el espíritu inquieto, tendremos siempre un emprendimiento a la vista que mejore la calidad de vida propia, del entorno y, ¿porque no?, el mundo entero.
Se dice que en la vida hay tres clases de personas:
1. Las que hacen;
2. Las que miran a los que emprenden;
3. Las que critican.
Los emprendedores están en el primer grupo de personas. Siempre es mejor arriesgarse a caer porque podemos levantarnos e ir por más; equivocarse porque podemos aprender de la experiencia; intentarlo porque es señal de vida.
Desde el sillón y con el control remoto en la mano, todos somos mejores que Messi y Cristiano Ronaldo. No importa lo que digan los demás, busca siempre hacer lo mejor. Como la familia del siguiente cuento:
“Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años y un burro. Decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo. Y, se fueron los tres con su burro.
Al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba:
– ¡Mira ese chico mal educado! Él arriba del burro y los pobres padres, ya grandes, llevándolo de las riendas.
Entonces, la mujer le dijo a su esposo:
– No podemos permitir que la gente hable mal de nuestro hijo
El esposo lo bajó y se subió él.
Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba:
– ¡Mira qué sinvergüenza ese tipo! Deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima
Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro mientras padre e hijo tiraban de las riendas.
Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba:
– ¡Pobre hombre! ¡Después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro! Y pobre hijo ¿qué le espera con esa madre?
Se pusieron de acuerdo y decidieron subir al burro los tres para comenzar nuevamente su peregrinaje.
Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los pobladores decían:
– ¡Son unas bestias, más bestias que el burro que los lleva, van a partirle la columna!”
Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro.
Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes:
– ¡Mirá a esos tres idiotas: caminan, cuando tienen un burro que podría llevarlos!
Conclusión: Mientras algunos emprenden buscando hacer lo mejor que pueden, otros que solo miran creen poder hacerlo mejor.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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Hola. una realidad. con nadie quedaras bien. lo mejor es seguir tu camino. oídos sordos a lo que murmuren. sigue tu conciencia y los dictados de tu corazón. solo tu sabes lo que persigues.