Cobertura médica preferencial y de salud internacional, cuenta bancaria, acciones a precios ventajosos, seguro de vida, vacaciones pagas con millas, capacitación gratuita, telefonía móvil ilimitada, almuerzos en restaurantes, banda ancha libre, regalos empresariales, y más…hasta que un día le toca abandonar la casa del “Gran Hermano” y vuelve a ser una persona común.
Comenzará a pagar la obra social, del banco le avisarán que ya nadie financia el mantenimiento de su cuenta, no acumulará más millas, los viajes en avión deberá abonarlos usted, tendrá especial cuidado al hablar por el teléfono móvil, y por sobre todo ya nadie depositará dinero en su cuenta a finales de cada mes.
Debiera reflexionar detenidamente sobre éstos y otros aspectos antes de dejar la vida activa. Sus consideraciones tendrían que estar orientadas a definir y cuantificar los beneficios que quisiera seguir disfrutando luego de su paso por la corporación, ya sea como parte de una vida en forma independiente o como inicio de su jubilación.
Para facilitar la cuantificación se puede trabajar sobre el siguiente escenario: una pareja de 50 años, con dos hijos de 15 y 12 años respectivamente, en donde el principal ingreso de la familia es el sueldo de la empresa (ya sea del hombre o de la mujer).
Ellos deben pensar en dos cosas primarias mirando su horizonte a futuro. Por un lado, cuidar y hacer crecer su capital, al tiempo que éste le proporciona una renta mensual y, por el otro, proteger ese capital de factores imprevistos, como pueden ser una enfermedad grave o una muerte temprana.
La renta mensual
La vida activa de una persona puede segmentarse en tres grandes etapas: una primera de construcción del patrimonio básico, la siguiente de consolidación del capital y la última, la de su utilización en el retiro.
Construcción es la primera etapa de la vida (20 a 40 años) en la que uno se encuentra dando forma a su proyecto. Allí, completa los estudios, obtiene el primer trabajo, forma una familia, compra su casa, su auto, sus bienes de uso, etc.
En este período, la mayor parte de sus ingresos, cuando no todos, tiene como objetivo cubrir sus egresos. Puede existir un pequeño umbral para ahorros el cual, en muchas ocasiones, será generado a partir de las oportunidades que haya tenido para crecer profesionalmente y, por ende, para generar más dinero.
Consolidación es la segunda etapa (40 a 60 años) en la que uno debe enfocarse en afianzar su posición. Los gastos crecerán porque uno ha ido mejorando su calidad de vida, los hijos terminarán los estudios universitarios y, probablemente, dejen el hogar familiar.
En este período, su posición laboral alcanzará el punto máximo de crecimiento al igual que sus ingresos. En medio de todo este proceso, deberá comenzar a considerar seriamente su futuro. A sus 50 años tiene, al menos, 30 años de vida por delante, los cuales los querrá vivir igual o mejor que los 30 pasados.
Ésta será, probablemente, la última chance que tendrá para acumular el capital que le permita disfrutar del retiro soñado. Allí, debe prestar mucha atención a los bienes acumulados durante estos años y asegurar que la renta esté alineada con sus expectativas futuras de retiro.
Utilización es la tercera etapa (50/60 años en adelante) en la que uno debe disfrutar. Por este motivo, el modelo considera el trabajo como algo colateral, algo que usted realizará “sólo” si lo desea. Como se puede observar, siempre existe una alternativa y lo que el modelo busca es evitar que “deba” trabajar en su etapa de retiro.
Las estrategias de construcción e inversión de capital deberán, necesariamente, variar en cada una de estas etapas. El objetivo de rendimiento esperado deberá ser ajustado en el tiempo respondiendo a las situaciones de mercado, su flujo de ingresos, sus expectativas de retorno de inversión.
Conceptualmente debería pensar que el plan perfecto no es una línea recta entre dos puntos, sino un ejercicio de aproximaciones sucesivas. Imagine que tiene que subir una pendiente de 1.000 escalones, en algún momento lo hará corriendo, otras veces caminando, a veces decidirá descansar y, por qué no, volverá a correr otra vez. En el mundo de las inversiones subir rápido y pisar seguro son dos decisiones que deben estar en permanente balance.
El paraguas de protección
Durante la vida corporativa uno disfrutó de una cobertura médica prepaga, tal vez la mejor que existe en el mercado local, muy probablemente haya tenido una cobertura médica internacional como protección durante sus viajes profesionales y personales, y también haya un seguro de vida para resguardar un capital líquido en caso de que la muerte lo sorprenda, a usted y a su familia, en forma inoportuna.
También, es bastante probable que todos estos beneficios se hayan quedado en la empresa y que ahora deba planificarlos por su cuenta. Los aspectos clave que debe considerar al momento de evaluar estas necesidades pueden resumirse de diferentes formas.
Por un lado, está la salud. La cobertura médica local debe brindarle los servicios de atención médica primaria y cubrir las necesidades de internación ante un cuadro complicado y eventualmente una cirugía.
El diferencial de costo que existe entre los planes de salud medios y los de alta gama, debería asignarlo hacia una prestadora internacional. De esta forma, se construye un esquema de protección local para las situaciones simples y de mediana complejidad, y con el diferencial obtiene el beneficio de poder elegir libremente: especialista, tecnología, institución y país en caso de una enfermedad realmente grave.
Otro punto es el seguro de vida. Todavía, tiene por delante entre 10 y 20 años durante los cuales sus hijos dependerán en mayor o menor medida de uno. Una cobertura de este tipo lo protegerá, reforzará el capital de su familia en caso de que un accidente o una enfermedad grave se interpongan en su camino.
Al igual que en el caso de la salud, antes de tomar una decisión hay que hacer cuentas, ya que los números le van a demostrar que proteger el capital que tanto le costó construir, sale mucho menos de lo que uno se imagina.
Las estrategias de protección de capital van a evolucionar con uno. Habrá momentos en la vida en que considerará prioritario contar con una cobertura de vida por “si pasa algo”. Hacia la etapa del retiro armar una muy buena estrategia de salud será clave.
Todos los cuidados que le regaló a su cuerpo durante sus 60/70 años de vida serán reconocidos en su vejez, aunque tampoco debe perder de vista que esa máquina perfecta ya tiene unos cuantos kilómetros encima y el servicio de mantenimiento será cada vez mas complejo.
Muchas situaciones tendrán solución y lo que debiera asegurar es la posibilidad de ir al taller que considere más destacado, para que lo vea el mejor mecánico y pueda resolver sus problemas con la última tecnología disponible.
El futuro está en sus manos
Hay que recordar que todos van a llegar al día después, por lo que hay que trazar los límites entre los beneficios corporativos y su estilo de vida personal. Por eso hay que proponerse armar una planificación financiera con objetivos concretos para su propia vida.
A su vez, hay que evitar la simple acumulación de capital y definir su renta futura. Para eso, hay que imaginarse cómo va a armar sus “bolsitas”. Un sueño sin un plan puede transformarse en una pesadilla. Cuanto antes empiece, menos esfuerzo le tomará llegar. Hoy es un buen día para empezar.
Claudio Cardani
Planificador Financiero de PF Asociados
CONSULTORIO EMPRENDEDOR SOBRE PLANIFICACIÓN FINANCIERA
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