Hay algo en la “cultura emprendedora” latinoamericana que no está funcionando y necesita un cambio urgente. Este mal funcionamiento no tiene que ver con la cantidad de gente intentando emprender, ni con los esfuerzos de los diferentes gobiernos, ni con la falta de inversores, o la situación económica de los diferentes países.
Tiene que ver con que todo el trabajo realizado ha sido corriendo desde atrás, persiguiendo y replicando lo que vemos en el Norte, buscando crear las condiciones óptimas de un entorno que no es necesariamente el nuestro. Tratamos de seguir estos caminos creyendo que van a ser igual de efectivos y generar los mismos resultados.
Seguimos copiando ideas pensando que son igualmente aplicables a los mercados locales y realizando eventos sobre emprendimiento y networking, donde todos los participantes ya se conocen unos con los otros, y aún no distinguimos que hablar y hacer son cosas muy distintas.
Cuando Alec Oxenford decidió con OLX, su compañía de avisos clasificados, que se iba a concentrar en la India muchos lo tildaron de loco. Las frases “India no tiene infraestructura”, “nadie tiene acceso a Internet ni computadoras” deben haber rebotado en sus oídos, cientos de veces en su cabeza. Y digo rebotado porque hizo oídos sordos y no permitió que estas ideas entraran en su cabeza.
Nueve años después, OLX es líder del mercado local y una de las cinco empresas de Internet más exitosas de la India, junto con Google, Facebook y Youtube. ¿Cómo lo lograron entonces?
A través de la tecnología. Más precisamente del celular. Lo que sucedió es que el mercado indio se saltó el paso “lógico” de la navegación por computadora de escritorio y pasó directamente al smartphone. Más del 90% del tráfico del sitio proviene de allí, y no va a bajar en el corto plazo. Consciente o no de que esto iba a pasar, la decisión de Oxenford y sus socios fue acertada.
Latinoamérica tiene que aprender de esta historia y cambiar el modelo mental en el que se encuentra operando. Esto que logró OLX, adelantándose al presente, es lo que tiene que estar pasando en nuestro ecosistema pero a una mucho mayor escala. Seguimos hablando del smartphone y las tablets como si fuese algo novedoso cuando ya no son más novedosos que una laptop o un GPS.
¿Qué podemos hacer entonces? Debemos focalizarnos en donde todavía nadie, ni siquiera Silicon Valley se ha establecido del todo. Estoy hablando de tecnologías emergentes como la Realidad Virtual, Inteligencia Artificial, Drones, Robótica, Impresión 3D, DIY BioHacking, entre otras. Las barreras que bloqueaban el acceso y entendimiento de personas no técnicas se están levantando gradualmente, lo que ha permitido a estas tecnologías empezar a salir del ámbito científico y del laboratorio.
El emprendimiento sigue siendo la fuerza que nos empujará para adelante y hacia el futuro que queremos. Pero este no tiene que surgir del interés de “ser emprendedor”, sino de un llamado por hacer algo significativo, solucionar un problema aprendiendo sobre algo nuevo.
Crear una cultura emprendedora que funcione es sólo posible si nos alejamos del mote “soy emprendedor”. Pero para lograr esto tienen que suceder dos cosas:
- Debemos focalizarnos en solucionar problemas mucho más grandes de los que estamos pensando actualmente. Exploración espacial, limpiar los océanos, extensión de la vida, lograr hambre cero en el mundo; estos son los tipos de problemas que debemos pensar, y desde ellos pensar hacia atrás. Es el mismo proceso que Elon Musk, la figura innovadora más importante de la actualidad, ha utilizado para todos sus proyectos.
- Debemos reavivar el interés y el fuego interno por conocer y aprender sobre tecnologías emergentes para solucionar problemas creando negocios rentables.
No todos podemos ser emprendedores técnicos, científicos, biólogos, programadores, etc. Pero la forma de solucionar problemas a través de la tecnología no es sólo con estas personas trabajando en ellas en solitario, sino a través de la colaboración de todas las disciplinas —¡y culturas!—, trabajando en conjunto. No sólo necesitamos de los perfiles técnicos, pero también de quienes puedan comunicar, vender, diseñar, administrar, etc.
No importa cuál sea el rol o los conocimientos que uno posea, todos tenemos que estar empapándonos de las tecnologías y avances científicos que leemos a diario en los medios y nuestro feed de Facebook, porque es aquí donde están las oportunidades.
La aparición de los espacios “LabSpace” y “MakerSpace”, junto con las comunidades DIY (Do It Yourself), proporcionan un punto de entrada para cualquier persona interesada en saber un poco más sobre las aplicaciones existentes de estas tecnologías, y las miles de soluciones que pueden transformarse en startups y negocios exitosos de alto impacto.
Afortunadamente ya hay quienes lo están haciendo. SyntechBio, Red de espacios de BioHacking de Latinoamérica creado por el colombiano Andrés Ochoa y STGO LabSpace, creado por un grupo de estudiantes universitarios para apoyar proyectos científicos para emprender, a través de la infraestructura idónea, son sólo dos ejemplos.
No tenemos más excusas
Si la década de los 90 representó la apertura hacia la programación y el acceso a Internet para cientos de personas no técnicas buscando innovar en Latinoamérica, esta década debería hacer lo mismo con las tecnologías emergentes, y esta vez las posibilidades son incluso mucho más grandes.
Ya entendimos de qué trata emprender y afortunadamente sigue habiendo muchos programas y capacitaciones al respecto para todos aquellos que se quieran sumar, pero ahora es el momento de innovar tecnológicamente, y convencernos de que si realmente queremos un futuro promisorio, está en nuestras manos construirlo.
Es hora de dar el salto por nuestra cuenta, sin seguir los pasos que dejaron los gigantes del Norte, sino caminando en paralelo y dejando los nuestros.