La presencia de la virtualidad en nuestras vidas es un hecho concreto desde hace ya varios años. Al punto tal que de tan presente cotidianamente, pareciera que lo virtual se materializa en algo real. Evitando el juego de palabras, sucede que en muchas cuestiones la presencia de la virtualidad complementa y potencia la realidad. Pero en otras cuestiones si no se reconocen los límites entre el alcance de las herramientas virtuales y las reales, se corre el riesgo de quedar empantanados en escenarios cargados de distorsión. El conocimiento es uno de estos terrenos, pareciera que tanta herramienta tecno pone conocimiento al alcance de la mayoría. Sin embargo, sabemos qué nivel de profundidad, precisión y veracidad encierra la masa de información a la que se accede? Veamos.
FALACIAS ACTUALES: VIRTUALIDAD, CONOCIMIENTO Y APRENDIZAJE
Una reciente nota publicada en el diario PERFIL explica que la mitad de los adolescentes de 15 años no entiende lo que lee. Cualquier padre de adolescente mínimamente relacionado con la actividad de su/s hijo/s sabe de qué se trata el tema. En el segmento etario de quizás mayor conectividad, el cincuenta por ciento de sus integrantes no termina de entender lo que lee. ¿Cómo es esto?
En primer lugar información no es aprendizaje. Aprendizaje es comprensión y transformación del mismo en soluciones concretas a dificultades o desafíos que se presentan en la práctica. Esta falacia encerrada está presente en los procesos de acceso a la información que un gran sector de la sociedad protagoniza a través de los medios virtuales.
Por otro lado, la virtualidad impone un paradigma cultural de lo rápido y lo urgente como valores. Con el agregado de la recalificación de lo urgente (es urgente lo que se propone como tal?). Entonces como ya no hay tiempo, todo es más corto, más fugaz y menos profundo.
Ergo no se respetan los procesos, no hay tiempo para procesos. Se habla de algo y sin profundizar se pasa a otro tema. Todo es más corto, los textos, el tiempo para leer, el tiempo para mirar, el tiempo para reflexionar, la paciencia y la consideración de visiones alternativas.
Algunas consecuencias de esta forma de funcionar es que vivimos en un mundo intelectual en donde “cortar y pegar” avanza sin tregua y sin piedad…y va por el conocimiento verdadero. Entonces el pensamiento y obrar lineal y reactivo reemplazan a la reflexión, el cuestionamiento y el planteo de la duda sobre las propias afirmaciones.
El ciclo defectuoso termina en conclusiones aceleradas y de baja credibilidad. Mucho gurú que aparece en poco tiempo sin suficiente back ground en el campo de la gestión concreta.
Al contrario del aprendizaje virtuoso y del conocimiento superador y tranquilizante, este tipo de conocimiento urgente desestabiliza y desequilibra. Lejos de ser un movimiento que nos entrena para fortalecernos, esta vibración constante nos sume en la incertidumbre. Y conscientes en algún profundo lugar de nuestro interior, miramos para otro lado y seguimos con el siguiente evento.
Para concluir, deseo revisar junto a quienes le interese, la idea del límite entre el beneficio del aprendizaje virtual y el del aprendizaje tradicional. Lejos de estar enfrentado con el aprendizaje virtual, creo que es necesario entender claramente que, como toda herramienta tiene una utilidad valiosa y limitada. Y su límite termina donde comienza el aprendizaje tradicional, personalizado y presencial.
Somos nosotros como líderes de diversos procesos culturales y de cambio a través del aprendizaje quienes tenemos la responsabilidad de discernir y saber cuando aplicamos cada herramienta. Los invito a analizar el tema con una visión práctica sobre la realidad de vuestra organización.
Cuenten con mi colaboración para consultar lo que surga.
Cordial saludo,
Jorge
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