Veintidós emprendedoras africanas han tenido la oportunidad de acceder a la formación en negocios más avanzada del primer mundo, con el objetivo de asegurar la viabilidad de sus proyectos empresariales y potenciar el papel de la mujer en el entorno económico de aquel continente, a través de un programa organizado por la escuela de negocios española Instituto de Empresa (IE), en colaboración con la ONG Femmes Africa Solidarites y la Agencia Española de Cooperación Internacional.
Estas pioneras proceden de Estados que no siempre reúnen las mejores condiciones para que las mujeres se conviertan en empresarias y contribuyan a la creación de empleo y al desarrollo de sus países, como Liberia, Sudáfrica, Congo, Mozambique, Senegal y Ruanda. "El objetivo es tender un puente entre la pequeña y la gran empresa. No se trata de un proyecto de microcréditos, sino de ayudar a pequeñas empresas ya consolidadas a entrar en el sistema bancario y que puedan convertirse en medianas empresas", explica Celia de Anca, directora del Center for Diversity in Global Management del IE Business School, una de las personas que ha impulsado esta iniciativa en la que también ha ejercido como profesora, primero en Dakar (Senegal) y más tarde en la capital de España.
Esta aventura comenzó antes del verano con el entrenamiento de un grupo de facilitadores o seleccionadores, que serían los portavoces del programa en cada uno de los países en los que se elegirían a las empresarias. Después de recibir cien solicitudes, las veintidós mejores fueron seleccionadas por la viabilidad de sus negocios y su potencial de crecimiento, así como por la situación socioeconómica de sus países de origen.
El pasado mes de junio recibieron las dos primeras sesiones de formación sobre emprendedurismo, a cargo de Ignacio de la Vega, director del Centro Internacional de Creación de Empresas del IE. En la segunda fase del programa, las participantes se desplazaron a Madrid para seguir su entrenamiento durante una semana en el campus de la escuela española. "Dar clase a este grupo me hizo ver con más claridad la importancia del factor humano en la actividad emprendedora, en entornos tan duros y con tan escasos recursos. El espíritu de estas mujeres es imbatible. Espero que estas iniciativas ayuden a generar empleo y riqueza en la región porque los países africanos ofrecen importantes oportunidades de negocio", explica De la Vega.
Las protagonistas
Esas mujeres a las que admira De la Vega reciben la ayuda de estudiantes voluntarios del MBA Internacional del IE, para elaborar sus planes de negocios, con tres meses de asesoramiento online. Finalmente éstos serán presentados a bancos y fondos sociales para financiar el crecimiento de estas empresas. "Se trata de ir más allá del desarrollo y fomentar el emprendedurismo. Es importante, al margen de la ayuda gubernamental, que haya una clase media con la fuerza para empujar por medio de las pequeñas y medianas empresas", explica De Anca.
Un buen ejemplo de ello lo personifica Eve Tepsy, una sudafricana de 40 años que regenta un negocio agrario llamado Eve’s Eden. Tiene 530.000 hectáreas de tierra en las que produce maíz, pero hasta ahora sólo ha usado 100.000. Ahora lo vende como materia primera, pero su plan es poder elaborarlo para convertirlo en pienso para animales. También cría pollos que vende vivos a las seis semanas, pero desea poder montar su propia fábrica para procesarlos y venderlos congelados, ya empaquetados. Emplea a 16 personas, pero para cumplir sus sueños necesita una financiación a la que no tiene fácil acceso. Tepsy recuerda sus difíciles comienzos en 1998: "No tenía formación, ni un plan estratégico ni financiero para el desarrollo de la empresa. Iba aprendiendo de mis propios errores. Quería hacerlo todo sola, no sabía delegar. Cuando regrese tengo muchos deberes que hacer", afirma.
Mame Khary Diene es una joven de 32 años nacida en Dakar que ha creado los laboratorios Bioessence. Abandonó Senegal cuando era una adolescente para estudiar en Francia y después de unos años trabajando en consultoría y finanzas en el país galo y en España decidió regresar a su país. "Me resultó difícil readaptarme a mi propia tierra. Luchar contra el contexto te lleva más tiempo que tu propio trabajo. Lo que en Europa se resuelve en tres meses, en África te requiere dos años". Ahora exporta a Canadá cosméticos naturales elaborados con productos africanos y da trabajo a más de 200 personas, incluyendo mujeres de pueblos que elaboran las cestas y una tropa de recolectores en el campo.
"Es tremendo ver cómo la gente de tu país muere en pateras viniendo a Europa por la falta de esperanza allí". Pero esta joven se muestra convencida del papel que puede jugar la mujer en aquel continente y la creación de empresas como vía de desarrollo. "Hay negocios por oportunidad y negocios por necesidad. Estos últimos los crean las mujeres en África. La riqueza va a venir de los países emergentes, pero no por los gobiernos, sino por las empresas privadas. Tenemos todo lo necesario, ahora hace falta transformarlo", asegura Diene.
Fuente: Expansión y Empleo