Un hombre conoce a una psicóloga en una fiesta.
El flechazo es inmediato y tras la charla habitual, él consigue llevarla a su departamento.
Copas van, caricias vienen, finalmente él inicia un avance más fogoso.
– Vení para acá. Quiero besarte el cuello… Así…
– ¡Qué libidinoso estás hoy!
– ¡Es que sos una belleza y me volvés loco, potra!
– ¿Potra? ¿Te gusta copular con equinos? ¡Sodomita!
– Pero no… Es una forma de decir que estás muy buena, mami.
– ¿Mami? ¿Acaso me estás usando para resolver tu complejo de Edipo?
– Quiero decir que me encantás, que sos Divina.
– ¿Divina? Claro, pensamiento mágico… ¿Son fijaciones religiosas? Para que sepas, la idealización o endiosamiento de la pareja es un claro síntoma neurótico.
– ¡Basta! ¡Me tenés harto con tu caca psicologista!
– ¿Caca? Así que fijado en la etapa anal, ¿Eh…?
– ¡Cortala, por favor!
– ¿Cortala? Entonces estás inseguro de tu miembro… ¿Es eso?
– Si seguís con esto, ¡Te juro que te pego!
– ¡Correcto! Desde el principio sospeché que eras un sádico.
– Basta. ¡Te lo ruego! ¡¡¡No me vuelvas loco!!!
– Hmmmmm… Y también masoquista, muy típico…
– (agarrándola del cuello): – ¡Me tenés podrido! ¡¡¡Te voy a matar!!!
– Agghh… Y… encima… psicópata… Agghhg…
(soltándola) – ¡No me persigas más con todo ese palabrerío! ¡Por favor, no me persigas máaaaaas!
– Entiendo… Paranoico y con delirios persecutorios.
– ¡No! ¡No! ¡Andate! Quiero estar solo. ¡Quiero estar solo!
– ¿Solo? Entonces ¿Tu tema pasaba por la masturbación y el
autoerotismo entonces?
– ¡Socorroooooo! ¡Policía! ¡Policíaaaaaaa!
– ¿Era eso? ¿Querías un tipo vestido de policía, verdad? ¿Así que diste todas estas vueltas para decirme que sos homosexual y fetichista? Menos mal que una tiene las cosas bien claras, y se da cuenta a tiempo… ¡¡¡Ja!!!