– Verá doctor, tengo un problema. Cuando hago el amor con mi mujer, me da la impresión de que ella no siente nada. Algunas veces incluso se duerme.
– Eso tiene una explicación científica. Algunas mujeres en estado de excitación se acaloran tanto que les es imposible sentir nada. Trate de hacer el amor y abanicarla al mismo tiempo.
– Gracias doctor.
Y esa noche Héctor así lo hizo. Pero cuando atendía al abanico no atendía a lo otro. Así que contrató a un negro fornido para que abanicase a su señora.
– Dale, negro, abanicá. ¿Sentís algo ahora Mirta?.
– No, nada.
– ¡Más fuerte negro! ¿Y ahora, Mirta?
– Nada, nada.
– A ver negro, dame el abanico y ponete vos con ella.
El negro se situa encima de Mirta y Héctor comienza a abanicarlos.
– ¿Y ahora Martita? ¿Sentís algo?
– Siiiiiiií, siiiiiiiiiií, ahora siiiiiiií! Dios míoooo!!!
– ¿Ves negro? ¡No sabés ni abanicar!