Una mujer estaba en la cama con su amante cuando oyó al marido abrir la puerta principal.
– Rápido -le dijo- quedate de pie en el rincón.
Luego le untó rápidamente aceite de bebé por todo el cuerpo y lo espolvoreó con talco.
– No te muevas hasta que yo te lo diga -le susurró- y simula que eres una estatua.
– ¿Qué es esto amor? -le preguntó su esposo cuando entró al cuarto.
– Ah, es una estatua -le contestó ella- Los Rodríguez compraron una para su dormitorio, y me gustó tanto que compré una para nosotros.
Nada más se dijo acerca de la estatua.
Alrededor de las dos de la mañana, el marido se bajó de la cama, fue a la cocina y regresó con un sándwich y un vaso de leche.
– Toma – le dijo a la estatua- come algo. Yo estuve de pie como un idiota 3 días en la casa de los Rodríguez y nadie me ofreció ni un vaso de agua.