Nunca me ha quedado claro si bostezamos por falta de sueño o si es un vestigio animal de otra época. Lo que sí está claro es que es contagioso y eso supone que alguien, en algún momento de la historia, bostezó por primera vez y empezó un ciclo que ha durado generaciones. Nunca se sabrá si esa persona lo hizo por sueño o por estirar la mandíbula, pero ese héroe anónimo merece un lugar al lado de la estatua del Soldado Desconocido: El Bostezador Desconocido. Lanzo la idea por si alguien tiene tiempo libre para esculpir.
Una campaña publicitaria de Douwe Egberts ha escogido el bostezo como señal de sueño y ha creado una máquina expendedora de cafés con reconocimiento facial. La única condición que la máquina exige a la hora de proporcionar un café es un bostezo más o menos intencionado. Aquí el resultado: