Situación: la epidemia se extendió como la pólvora. Al quinto día los medios de comunicación dejaron de transmitir, el sistema eléctrico dejó de funcionar y el agua comenzó a ser un bien escaso a partir de los catorce días. Apenas un 8% de la población mundial sobrevivió.
En poco menos de tres meses tu rutina pasó a ser la de saquear supermercados por el día mientras te defendías de los ataques de infectados por la noche (por el día también, pero menos). Durante esos tres meses has visto morir a toda persona querida, odiada o conocida. Te has dado al alcohol y a drogas de las que jamás habías oído hablar tan sólo para responderte a la pregunta de por qué y para qué quieres seguir viviendo.
Pues bien, esa situación no es excusa para ser un cerdo. Hay que ducharse, hombre. Es lo que nos diferencia de ellos y mantiene nuestra cordura porque nos hace ser organizados. El gel de ducha zombi es un claro ejemplo: viene en una bolsa de plasma que uno puede colgar de la ducha y usar a su parecer; no sólo estarás embadurnando tu piel de un hp envidiable sino que además tendrás una más que necesaria conexión con la realidad, que tanto te va a hacer falta.
Y por cierto, a falta de zombis el gel es gel. O sea, que no hemos experimentado con seres humanos ni desatado una epidemia para extraer la sangre y hacer una línea de higiene diaria. No es nuestra culpa; ha sido más bien por falta de voluntarios.
fuente: No Puedo Creer