Cuando la pareja llega al punto en el que ni siquiera la higiene personal puede evitar que se pongan a hablar de sus cosas han cruzado el umbral de lo soportable. Y no hay vuelta atrás. No os dejéis engañar por la foto con dos modelos brindando felices por estar frente a frente; durará hasta que alguno de los dos pregunte si la ropa está tendida y, entonces sí, la bañera Yin Yang resultará útil por establecer una barrera entre ambos.
De acuerdo, quizás he exagerado un poco. Hay una sola razón por la que una pareja puede interrumpir su higiene personal, y esa es el sexo (y, dependiendo de su intensidad y cercanía, un incendio).
Pero incluso en el aspecto sexual la bañera Yin Yang defrauda porque no deja espacio para maniobrar. Es decir: sí, claro, podemos empezar por los pies; muy bien, vale, y luego, bueno, alguien va a pasar frío, no sé quién, y no hablemos, vamos, o sea, como no hay esterillas con forma de lágrima existe peligro de resbalar, como si lo viera, que, a ver si me hago entender: está bien, más o menos, porque añade riesgo; de acuerdo: emoción, adrenalina, tobillo roto, cuello engarrotado, columna vertebral uniendo sus extremos, postura extrema descubierta, está bien, da gustico, merece la pena, ¡qué demonios, ponme dos!
Fuente: No Puedo Creer