Uno de los inconvenientes de morir es que uno pierde el tono de piel que tanto le ha costado labrarse soportando años de sol y cama solar.
Como, a falta de datos fiables, nos es imposible dilucidar qué tono está de moda en la otra vida, debemos suponer que sigue las directrices de la actitud dominguera por ser la que más se acerca al concepto de paraíso (quitando lo de lavar el coche, que es algo más bien infernal).
El argentino Luciano Podcaminski ha captado esta preocupación y se ha anticipado a los problemas estéticos que nos esperan tras dar el último suspiro presentando un ataúd con rayos uv, la pesadilla de los góticos y, por qué no decirlo, de los vampiros.
fuente: No Puedo Creer