Emprender es más que iniciar una empresa. Emprender es la vida misma. Todos los días, todos los días tomamos riesgos, decidimos, soñamos e implementamos; ya sea que emprendemos una pareja, una familia, una carrera o un negocio.
Cualquier cosa decidamos hacer en la vida amerita que nos tomemos tiempo para analizar los pro y los contras para poder tener una visión completa de las cosas. Si actuamos por impulso o confundimos agilidad para decidir con barullo, corremos el riesgo de hacer un análisis parcial y un diagnóstico que seguramente estará errado.
Muchas veces, en la vida y en los negocios, solemos dejarnos llevar por las apariencias
Analizá desde todos los ángulos, cotejá, confrontá chequeá y luego decidí.
Hay un viejo cuento de la India que bien grafica la importancia de no dejarse llevar por la importancia de las primeras impresiones y analizar a fondo.
Ojala nos sirva para aprender:
“Había una vez en la antigua India un mercader que viajaba siempre con su elefante. El animal le servía como medio de carga y también para impresionar y ahuyentar a posibles enemigos. Cuenta la leyenda que un día este mercader llegó a una ciudad habitada solo por ciegos. Desconfiados, enviaron a seis jóvenes para investigar quién era este extranjero que pretendía ingresar a su ciudad. Los muchachos impacientes fueron corriendo uno tras otro para conocer al visitante.
El primero de los jóvenes, quien corrió bastante rápido, fue el primero en llegar chocando contra un flanco del animal. El olor y el tacto le dieron indicios sobre un animal. Trató de medirlo y le pareció que no tenía fin. Volvió a los pocos minutos a la ciudad gritando: “¡Es un animal y es como un muro!”.
El segundo en llegar se topó de frente con la trompa del elefante. El animal resopló y tras tocarlo apenas, el muchacho regresó corriendo diciendo que era una serpiente gigante.
El tercero se topó con un gran colmillo del elefante. Sintió el marfil frío y afilado y volvió gritando que el animal era como una lanza.
El cuarto muchacho se encontró con una de las patas traseras del animal. Trató de rodearla con los brazos y el elefante molesto, levantó su pierna para soltarse. El joven volvió donde lo esperaban los demás habitantes y les explicó que era un animal que además parecía el tronco de un árbol enorme, muy fuerte y que se movía.
El quinto arriesgado explorador sólo se topó con la cola del elefante y se sorprendió de las reacciones y el alboroto de sus compañeros. Dijo: “Es solo una vieja cuerda desgastada”.
El sexto muchacho ciego llegó cerca a la oreja del animal. Sintió que con los movimientos del elefante, sus orejas movían gran cantidad de aire. “Parece un abanico gigante”, les dijo a los demás ciudadanos.
Tras los 6 jóvenes salió uno de los sabios de la ciudad. Mayor y experimentado, se acercó al elefante, lo rodeó, tocó y cuando hubo examinado completamente el animal, regresó caminando lentamente y riendo por las prisas de la juventud, al tiempo que recordaba que él también había sido igual de impetuoso de joven.
Cuando llegó donde estaban los demás pobladores, se dio con la sorpresa que cada uno de los jóvenes había convencido a cierto grupo de la población con su descripción:
– Es un muro, decían unos.
– No, es una serpiente, respondían otros.
– Están equivocados, es una lanza, replicaban por otro lado.
– ¡Es un tronco!
– ¡Una cuerda vieja!
– ¡Un abanico!
El anciano no paraba de reír al escuchar todo esto”.
Feliz semana, feliz vida, felices emprendimientos
Marcelo Berenstein
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