“Lo que bien empieza, bien termina”, dice el adagio popular. “Lo que mal empieza, mal termina” agrega el refrán. Estas frases, fruto de la sabiduría popular, bien pueden aplicarse cuando alguien se pregunta “¿cómo debo formar una empresa?”.
En el más reciente informe Doing Business del Banco Mundial sobre las ciudades donde es más fácil registrar un negocio, Manizales quedó en el segundo lugar entre las 13 capitales evaluadas en el país, un hecho que se puede capitalizar para perseverar en el anhelo de tener una empresa propia.
Las condiciones están dadas, faltan los sueños.
Para Beatriz Gómez Escobar, Coordinadora de la Red de Gestión Empresarial del Sena, regional Caldas, lo primero es soñar. “Si bien convertirse en emprendedor es un sueño personal, para lograrlo se requiere mentalidad emprendedora, es decir, saber combinar, entre otros factores, el talento y el trabajo para transformar su destino”, indicó.
Un buen ejercicio, señaló, consiste en cerrar los ojos y proyectarse durante unos minutos, por lo menos cinco años adelante. ¿Se vé usted en el mismo trabajo?, ¿tendré el mismo auto?, ¿estará haciendo lo que actualmente hace? Son algunas preguntas que se deben responder mientras se tiene esta visualización.
“Aunque el entorno puede hacer tomar decisiones o tomarlas por usted, el querer ser emprendedor lo obliga a sacar las respuestas de usted, de lo que quiere hacer con su vida de aquí en adelante, no importa si está ganando un buen salario y es exitoso en su empleo”, añadió Gómez Escobar.
Lo que sigue
Con el entusiasmo y la constancia de por medio se dan mejor los primeros pasos en el inicio de un negocio.
El Director de la Unidad de Emprendimiento de la Universidad de Caldas, Juan Felipe Vanegas Marín, expresó que otro punto importante es conocer el tema en que se quiere ser empresario. Esto implica investigar sobre el producto que se quiere elaborar o el servicio que se quiere prestar para identificar qué pasa con este en lo micro (saber cómo funciona) y en lo macro (condiciones del mercado).
“También hay que definir previamente el mercado objetivo, sin dejar de tener una visión amplia sobre a dónde se puede llegar y los productos que se pueden elaborar. Se trata de recordar que primero hay que aprender a gatear y luego, a caminar”, dijo Vanegas Marín.
Esta pauta apunta a tener como una posibilidad en el futuro mayor variedad de productos; por ejemplo, primero fue la pastilla de chocolate y luego fueron las bebidas achocolatas, el chocolate en polvo…
Otro elemento que aporta mucho es contar con un buen equipo de trabajo, preferiblemente interdisciplinario. De la misma forma, contar con una red de aliados brinda más probabilidades de que se convierta en realidad el proyecto que se tiene.
“Un red de aliados es relacionarse con personas que conozcan sobre el sector en el que uno quiere desenvolverse. No necesariamente tienen que ser socios. Es estar junto a entidades de emprendimiento o potencializadores de iniciativas”, explicó.
A veces cuando estas fuentes de asesoría son particulares implican una inversión en recursos, pero para ello están precisamente esas unidades de apoyo a los emprendedores, que se convierten en un punto para que se abran las puertas que se tocan.
Tres complementos
Mientras se cumplen estos pasos, tres aspectos no se pueden olvidar: constancia, tolerancia a la frustración e innovación.
“Constancia y tolerancia a la frustración para levantarse en caso de caer; innovación para generarle a lo que uno esté desarrollando un valor agregado al cliente”, precisó Vanegas Marín.
Esto combinado con pensamientos a largo plazo y acciones a corto plazo que le dan mayor organización y futuro a un plan de negocios.
“Hay que tener metas, por eso es muy importante planear un proyecto de vida, porque hoy se actúa con base en esa visión”, concluyó el joven.
Empezar es lo más difícil, pero hay que hacerlo, después no mire hacia atrás y solo siga hacia adelante.
Fuente: La Patria