Jobs ofreció un consejo sorprendente a quienes buscan maximizar su potencial intelectual. No es lo que la mayoría piensa.
La inteligencia en la escuela y la inteligencia en el mundo real, como todos sabemos, no son lo mismo. Es perfectamente posible aprobar todos los exámenes en la universidad y tener problemas en la vida después de graduarse. Así que, si las notas académicas no son suficientes para demostrar que una persona es inteligente, ¿cómo detectan las personas más exitosas del mundo a los verdaderamente inteligentes en la práctica?
Jeff Bezos busca la capacidad de cambiar de opinión con frecuencia. Elon Musk se decanta por examinar las habilidades por encima de las credenciales. Steve Jobs, sin embargo, adoptó otro enfoque.
El legendario cofundador de Apple expuso su definición de la verdadera inteligencia en una charla ante la Academy of Achievement en 1982 (sugerencia de Alan Trapulionis). Según Jobs, la clave para ser verdaderamente inteligente no es la experiencia profunda en un campo, sino la capacidad de hacer conexiones inesperadas entre campos.
La amplitud supera a la profundidad
«Gran parte [de lo que significa ser inteligente] es la capacidad de alejarse, como si estuvieras en una ciudad y pudieras ver todo desde el piso 80 hacia abajo. Y mientras otras personas intentan averiguar cómo llegar del punto A al punto B leyendo esos estúpidos mapas, tú puedes verlo todo delante de ti. Puedes verlo todo», dice Jobs en la charla.
Es una concepción fascinante de la inteligencia, pero plantea una pregunta inevitable: ¿Cómo se desarrolla la capacidad de tener una visión de pájaro de una situación de esta manera? La respuesta, continúa Jobs, es ser un omnívoro intelectual, explorando el mundo de formas únicas e inesperadas.
«Tienes que no tener la misma bolsa de experiencias que todo el mundo, o si no harás las mismas conexiones y no serás innovador. […] Quizá quieras pensar en ir a París y ser poeta durante unos años. O tal vez quieras irte a un país del tercer mundo… te lo aconsejo mucho. Enamorarse de dos personas a la vez. Walt Disney tomó LSD», dice.
Aunque el amor condenado y los psicodélicos no sean lo tuyo, el principio se mantiene sea cual sea tu gusto intelectual. No se trata de que ningún interés en particular sea excepcionalmente valioso, sino de que la combinación de áreas de conocimiento no relacionadas (y relativamente raras) puede proporcionar una visión más amplia de los problemas y una perspectiva única para resolverlos. Por ejemplo, Jobs se inspiró en un curso universitario de caligrafía para crear la tipografía de Apple.
La ciencia está de acuerdo con Jobs
Si lo piensas, es una idea de sentido común. Es poco probable que aportes nuevas perspectivas a tu trabajo si tienes los mismos intereses que todos los que te rodean. Pero en la práctica, muchos de nosotros pasamos por alto esta verdad, pues nos preocupamos tanto por mejorar nuestras habilidades en nuestra principal área de especialización que nos decimos a nosotros mismos que no tenemos tiempo para exploraciones «inútiles» o desvíos al azar.
Sin embargo, la ciencia está de acuerdo con Jobs en que esa mentalidad única puede limitar la inteligencia y la creatividad. Repetidos estudios muestran una estrecha relación entre el rasgo de personalidad que los psicólogos llaman apertura y los cerebros verdaderamente grandes.
En los años sesenta, cuando los científicos metieron a un grupo de genios en una casa y los observaron para tratar de averiguar qué cualidades compartían, descubrieron que, desde poetas hasta empresarios y científicos, todos los grandes triunfadores del grupo estaban muy abiertos a nuevas ideas y experiencias. Otro estudio más reciente demostró que no sólo un gran apetito por las nuevas ideas y experiencias está altamente correlacionado con la inteligencia entre los jóvenes, sino que permanecer abierto a nuevas ideas a medida que se envejece ayuda a combatir el deterioro mental.
La concentración, como sabía el propio Steve Jobs, es esencial cuando se trata de ejecutar una buena idea que ya se ha tenido. Pero no te apresures a ponerle anteojeras a tu curiosidad. Si quieres ser lo suficientemente inteligente como para que se te ocurra una buena idea, es esencial cultivar la apertura intelectual y los intereses diversos.
Sólo siendo inicialmente distraído acabarás con algo en lo que merezca la pena centrarse.