Es importante saber reconocer a las personas tóxicas que nos rodean. Ellas nos impiden volar, nos llenan de pensamientos inútiles y nos hacen brotar sentimientos negativos.
1. Prueba a decir «me gustaría poder hacerlo, pero es imposible» y siéntete cómodo pronunciando esas palabras
Si alguien necesita saber exactamente por qué o puedes hacer algo con él o ella, dígale esas mismas palabras. Si no te apetece ir, no vayas. Cuantas más explicaciones des, más acostumbraras a los demás a pedirlas. No tienes que contar siempre con la aprobación de los demás.
2. Piensa y escribe sobre las personas que te rodean
Si no tienes un diario, consigue uno y empezar a escribir en él acerca de las personas que mejor conoces y con las que pasas la mayor parte del tiempo. Identifica que personas te animan y cuáles hacen flaquear tus ánimos. Has un esfuerzo por pasar más tiempo con las primeras y distánciate de las segundas.
3. Di «gracias de todos modos» cuando alguien te dé un consejo que no has pedido
Cuando alguien trate de insistir en algo para que cambies tu opinión, simplemente córtalo cuanto antes dándole las gracias por su opinión pero reafirmándote en la tuya. Evita que te coman la cabeza sin necesidad.
4. Reflexiona sobre las personas que aparecen en tu agenda junto a cada evento
Pregúntate si de verdad quieres ver a esas personas von las que tienes una cita porque te diviertes y disfrutas o si quedas con ellas por obligación. Una parte de la madurez es saber escoger con quién quieres gastar tu tiempo. Empieza a declinar las invitaciones por compromiso y da prioridad a lo que de verdad deseas hacer.
5. Diferencia entre lo que quieres hacer y lo que quieren hacer tus amistades
Saber ceder es importante para sobrellevar las relaciones, pero ser siempre quien cede no es positivo. Cuando alguien te escriba o te llame proponiéndote algo, no te sientas siempre en la obligación de aceptar. Piensa en si te apetece lo que te proponen y después da una respuesta acorde a ese pensamiento.