por Dr. Horacio Krell*
Conocer el estado de los parámetros clave es vital para planificar, establecer objetivos, controlar resultados y tomar decisiones. Para dirigir es necesario medir pero la medición no es tan frecuente como debiera ser. En la administración pública no se conocen aspectos básicos como el número de expedientes tramitados. Menos todavía se conocen variables, como el tiempo de tramitación de un expediente o el número de personas atendidas.
La ausencia de sistemas de información con indicadores relevantes está generalizada, en un momento de crisis donde se critica el tamaño del Estado. Existen estructuras sobredimensionadas. Sin medición no es posible un proceso de gestión aceptable, ni tomar decisiones correctas sin información relevante y sistematizada.
¿Cómo saber cuánto personal es necesario si no se conocen sus resultados? ¿Cómo determinar su productividad y la calidad de sus servicios? ¿Cómo planificar?
Para gestionar hay que reconocer la importancia de la medición y establecer luego indicadores, compilarlos en sistemas de información y, a partir de ahí, tomar decisiones.
El contexto
Analizando la competencia de una nación, de sus empresas y la de los particulares, se visualiza al país como la cancha donde se compite o el teatro de operaciones. Si el estado de la cancha es malo, si tiene pozos o está embarrada, los que se están obligados a jugar en ella, no pueden competir con las empresas extranjeras que operan en excelentes estadios.
La competencia no se mide por los recursos naturales, que constituyen su ventaja comparativa. Se puede poseer las mejores tierras, pero la productividad de esos recursos puede ser baja.
Es competitivo quien comparando su producción con la de su rival, la iguala o la supera. La Argentina tiene el puesto 45 y Chile el 28 en un ranking que mide creatividad, apertura de la economía, solvencia financiera, clima para los negocios, tecnología, etc.
Muchas empresas no son competitivas porque luchan en condiciones desfavorables: alta corrupción, impuestos regresivos y leyes laborales desventajosas, tarifas y créditos caros, inseguridad jurídica; factores que constituyen el tristemente conocido costo argentino.
Y de tanto fracasar se pierde la autoestima. ¿Es necesario resignarnos al fracaso? El éxito de cientos de miles de argentinos que triunfan en el extranjero, demuestran que hay modos de transformarse en una persona competitiva en el marco de un mundo globalizado.
Empezar por conocer la verdad
Así como el pez es el último en darse cuenta que el agua existe, en tanto que es su medio natural, lo mismo le ocurre a la gente: lo habitual provoca una desafortunada uniformidad. Compararse con los modelos de la excelencia mediante un proceso denominado benchmarking – , permite descubrir las mejores prácticas para hacerlas propias. Este proceso implica 4 etapas: 1) ¿Qué puedo mejorar? 2) ¿Cómo elegiré el modelo? 3) ¿Qué es lo que me aleja de él? y 4) ¿Cómo cerraré la brecha? La mayor incompetencia es elegir el camino incorrecto, es decir, está en lo que se hace y no en cómo se hace. Producir más de lo mismo no es la solución. Elegir el blanco o modelo es crucial para comparar con éste costos, tiempo y calidad. Un método complementario es chequear las funciones con el conocimiento disponible e incorporarlo al proceso. Y una vez culminado un ciclo: volver a empezar.
Conocerse a sí mismo
Una forma de mejorar la competitividad es analizar interiormente las debilidades y fortalezas: 1) Aprender a manejar el tiempo, la energía, las contingencias. 2) Clarificar los valores: ¿qué es lo valioso para mí? 3) Tener objetivos definidos, lo que implica ser proactivo y no reactivo ante las circunstancias.4) Poder sostener un desarrollo y crecimiento personal continuo. 5) Dominar las técnicas de resolución de problemas y toma de decisiones. 6) Desarrollar la creatividad ya que la imaginación es tan importante como el conocimiento. 7) Lograr influir y motivar a los demás 8) Administrar con eficacia, lo que equivale a conseguir que se hagan las cosas. 9) Saber delegar y controlar. 10) Capacitar a los colaboradores. 11) Armar equipos altamente competitivos. En materia de competitividad la clave es el resultado
Medir el rendimiento individual
El capital intelectual es crucial para optimizar el funcionamiento de las organizaciones. La importancia de conocer su rendimiento individual deviene del mismo principio generalmente aceptado: “lo que no se mide no se puede mejorar”.
Un shock corporal ocurre cuando no hay suficiente suministro de sangre y oxígeno a los órganos y tejidos. El estrés psicológico de un individuo deriva de una sobrecarga de tareas en relación a su capacidad para administrarlas. Uno de los mecanismos de defensa psicológicos del yo es negar la realidad e impedir que el shock aparezca mediante un esfuerzo estresante y por lo tanto no advertir que debe tratarlo, sin refugiarse en la zona de confort.
Un test sugerido para medir el IQ o coeficiente intelectual, difiere del tradicional ya que evalúa la capacidad para enfrentar situaciones de todo tipo, analizando los métodos que se utilizan.
Medir el rendimiento de 0 al 100% y la posición de cada uno, sirve para confirmar otro principio generalmente aceptado, que «tan solo usamos el 10% de nuestra capacidad potencial».
En este test se mide el IQ actual, su potencial de desarrollo y los bloqueos que lo están trabando. Benchmarking metodológico. Es comparar los métodos que se utilizan con los que usan los mejores cerebros. Cuando alguien se compara con la mayoría concluye que está bien, pero esa normalidad estadística no es un signo positivo cuando se sabe que la mayoría anda mal, no sabe cómo funciona su cerebro, ni conoce las técnicas que optimizan su rendimiento. Es mejor compararse con un cerebro estadísticamente anormal pero cercano al 100% de rendimiento.
Para Sarmiento «la letra con sangre entra», pero esta afirmación no considera la ley de los rendimientos decrecientes. A mayor tiempo de esfuerzo mayor cansancio hasta que llega un momento en que el esfuerzo se vuelve inútil. Por el contrario Nietszche afirmó que «los métodos son la mayor riqueza del hombre». El tercer principio generalmente aceptado es que aprender las mejores prácticas de metodología intelectual potencia el rendimiento.
El test evaluativo del rendimiento
Mide la velocidad y comprensión en la lectura, la capacidad de escucha y de observación, si se sabe discriminar lo importante de lo accesorio, los niveles de memoria y concentración, la facilidad de palabra oral y escrita, el grado de desarrollo de la inteligencia para la resolver problemas y el pensamiento creativo y estratégico.
Antes de realizar el test la persona no conocía su rendimiento. La importancia de realizarlo deriva de que sin medirlo nunca lo podría mejorar.
Einstein creía que algo especial debía tener en su cerebro, por eso lo donó a la humanidad para que lo investiguen. La sorpresa de los investigadores fue ver que era parecido a cualquier otro. La diferencia no estaba en hardware sino en el software con el que lo hacía funcionar. Esto abre un campo optimista, basta con adoptar sus métodos para empezar a mejorar
El examen internacional PISA mide la relación entre disciplina y conocimiento. Japón, China, Corea, EEUU y Europa occidental muestran una correlación positiva pero Kazakhstan, Rusia, Perú y Colombia no. México, Perú, Chile y Brasil, en América Latina , mejoraron en los últimos años. El que más progresó fue México y el que menos lo hizo fue Brasil. Argentina no tuvo variaciones. La disciplina en el aula argentina es la peor en el ranking mundial.
También detectó, el examen PISA 2009, una expansión de la desigualdad y la pobreza. La mayor inversión en educación no se tradujo en igualdad de oportunidades. En ciencias, matemáticas y comprensión de textos, Argentina se situó en el puesto 58 entre 65 países.
Autoconocimiento
El estudiante medio desconoce cuán productivo es para estudiar. Se compara con sus pares y adopta los parámetros de normalidad de su grupo. Prefiere ser normal que ser mejor. Productividad en el estudio es el coeficiente entre el tiempo empleado y el esfuerzo realizado con los resultados obtenidos. Sin productividad ni pensamiento estratégico se falla al planear. Y el que falla al planear planea fracasar.
Hay tests para medir la comprensión en la lectura, en la escucha, la capacidad de observación. Investigaciones sobre técnicas de estudio, concentración, memoria, facilidad de palabra oral y escrita, creatividad, resolución de problemas y orientación vocacional.
No es bueno leer rápido si lo que entra por un oído se escapa por el otro, ni distraerse a cada rato. Estudiar usando la fuerza bruta provoca cansancio y rendimientos decrecientes.
Se puede mejorar lo que se puede medir
Pregúntele a cualquier estudiante si conoce su nivel de velocidad de lectura. Le contestará que no. Esta es la fórmula: PLM= (palabras leídas por minuto) = palabras leídas sobre tiempo empleado. Un lector muy lento lee entre 20 y 50 palabras por minuto. Los mejores lectores superan las 500 palabras y con mayo comprensión.
No saber administrar el tiempo impide llegar preparado al día del examen. No presentarse a rendir se decide días antes de la fecha, lo que revela una clara pérdida de tiempo.
Los griegos afirmaron la importancia del autoconocimiento de las fortalezas y debilidades, de las oportunidades para mejorar y las amenazas de mantener el statu quo. El pensador estratégico sabe dónde está hoy, dónde quiere estar mañana y qué hará para conseguirlo.
Cuanto más decepcione el desempeño, más rebaja su autoestima. El envidioso no tiene un deseo genuino de mejorar, quiere ver al otro destruido. Admitir la superioridad de alguien permite tomarlo como modelo. La admiración es una fuerza psicológica potente.
PNL, Programación neurolingüística
La admiración se hace emulación y deseo de igualar al modelo. La PNL enseña a ver cómo organizamos el mundo en nuestra mente. Usa la comunicación para crecer, conocer mejor a los demás y conocerse a sí mismo.
Casi todo se aprende por imitación. Aprender es modificar la memoria incorporando lo nuevo y adquirir así la capacidad para enfrentar los desafíos que presenta la vida.
El drama no es copiar sino imitar malos ejemplos, no saber usar el conocimiento ni modificarlo, o tener un radar para captar lo que quieren los demás en vez de hallar la brújula del autoconocimiento para alumbrar el propio camino.
La PNL permite copiar a los ganadores y la destrucción creativa mejorar eliminando los defectos. Lo más importante es pasar de la imitación a la innovación y a la invención. Es la diferencia entre creatividad bohemia e innovación aplicada. Los japoneses, después de la 2da guerra mundial, copiaron los productos que fabricaba EEUU, los mejoraron, bajaron su costo y luego se los exportaron. Así se convirtieron en potencia mundial.
Cambiar de método
Einstein definió la locura como querer mejorar pero seguir haciendo lo mismo. La diferencia entre los cerebros de alto y bajo rendimiento no está en el hardware, que es similar, sino en el software que lo hace funcionar. En la década del cerebro -1990-2000- las neurociencias pudieron ver al cerebro mientras piensa. Sus avances no fueron aprovechados por la educación. Si resucitara un maestro del siglo xix podría dar sus clases sin problemas. El niño aprende naturalmente, antes de ingresar a la escuela, allí se le enseña artificialmente.
Se empieza a morir cuando se deja de aprender, vivimos aprendiendo. No basta con saber, hay que saber hacer. Resulta difícil desaprender malos hábitos, de tanto repetirlos se automatizan las conexiones neuronales. Se aprende menos viendo o escuchando que haciendo y corrigiendo errores. Con la capacidad de hacer no se nace, se hace. El hacedor ejecuta lo que otro no puede o no quiere. Las claves son el entusiasmo y la voluntad.
Inteligencia múltiples
Si alguien comprueba su bajo rendimiento suele visitar al médico, pero eso no se soluciona con pastillas. Si va al psicólogo advertirá que el psicoanálisis requiere mucho tiempo. La mejor alternativa es aprender cómo funciona su cerebro y saber utilizarlo. Hay que descubrir al genio interior que nos habita, como descubrió la teoría de las inteligencias múltiples. Cuando la vocación emerge se debe desarrollar la energía, integrándola con inteligencias complementarias: emocional, creativa, estratégica y social. Poder inteligente es querer con eficacia. Séneca decía que no hay vientos favorables para el que no sabe a dónde quiere llegar. Sin entrenamiento mental el hombre será la cenicienta de las neurociencias. Ciencia sin conciencia en ceniciencia. El mejor laboratorio mental debería ser el aula.
La materia prima esencial
Noruega tiene el fondo soberano más grande del mundo. Convierte la materia prima de sus recursos naturales en materia gris. El populismo dice repartir la riqueza pero es una fábrica de pobres. La educación es la industria pesada de un país, ya que fabrica los ciudadanos del futuro. No es la gente el problema, los ciudadanos de países populistas triunfan en el mundo. No es el tamaño del país. Japón importa todo, no tiene recursos naturales y su pequeño territorio es una fábrica flotante. Suiza no tiene cacao y produce el mejor chocolate, los mejores relojes y es la caja fuerte del mundo. No es la historia. Países antiguos como Egipto eternizan la pobreza y otros de 150 años como Australia son ricos.
Es la educación
Finlandia hace 10 años dijo: somos pobres, debemos educar e igualar oportunidades. Hoy tiene el 3% de pobreza infantil, corrupción cero y lidera en educación. Es la ideología. China progresó cuando la cambió: no importa el color del gato sino que cace ratones.
La maldición populista es la maldición de los recursos naturales. La materia prima clave de un país es la materia gris, la que sólo se hace valiosa con una buena educación. Mirar sólo a corto plazo puede matar al largo plazo. Como el futuro no existe, debemos inventarlo.
Para mejorar y progresar el primer paso es comenzar por medir el rendimiento intelectual.