En un mundo que se rige cada vez más por los asuntos financieros puede ser una gran inversión educar a nuestros hijos desde pequeños con el valor del dinero y las diferentes dimensiones que tiene.
Desde chicos se nos enseña, entre otras cosas, matemáticas. Una crítica general que se escucha en los chicos es “¿y esto para qué me sirve?” En la mayoría de los casos las maestras y los padres responden “para ir al supermercado, por ejemplo” ¿No sería mucho más útil relacionar las matemáticas con temas económicos que nos conciernen día a día por el simple hecho de vivir en sociedad? Ir al supermercado es importante, pero si una crisis económica golpea al país donde se encuentra ese supermercado y la mamá ya no puede comprar los cereales preferidos de ese chico, a él le gustaría saber porqué.
Investopedia realizó un artículo sobre la responsabilidad de los padres en la educación financiera e informa que líderes políticos en el Reino Unido y Australia están proponiendo la obligatoriedad para los estudiantes de estos asuntos, mientras que la Oficina de Protección Financiera al Consumidor (CFPB) en los Estados Unidos ha hecho numerosas recomendaciones sobre la promoción de la alfabetización fiscal dentro de los estados independientes.
En la Argentina, si bien nada de esto se ve en las escuelas ha habido avances. El PAEF (Programa de Alfabetización Económica y Financiera) del Banco Central de la República Argentina tiene como fin “brindar herramientas y conocimientos de economía y finanzas aplicables a la vida cotidiana, promover la formación de ciudadanos críticos, reflexivos y económicamente responsables y difundir la labor del Banco Central y su relación con los demás agentes de la economía”
Los promotores de este Programa creen que: “la transmisión de conceptos económicos fomenta el desarrollo de habilidades y capacidades vinculadas a la economía y a las finanzas personales, variables imprescindibles para promover el desarrollo sustentable del país”
Ofrecer una educación integral financiera para los jóvenes representa una gran responsabilidad, sin embargo, es un deber que no puede ser llevado por las escuelas y las autoridades locales solamente.
La educación financiera es importante porque las decisiones que tomamos en esta materia pueden impactar en todo el mundo. Por ejemplo, la última crisis económica ha sido resultado de préstamos irresponsables e inversión imprudente. Los bancos han asumido su responsabilidad, pero los consumidores también estaban dispuestos a llegar a acuerdos financieros mal pensados y difíciles de manejar.
Otra constante en los hogares es el nivel de endeudamiento creciente. Las tarjetas de crédito que aparentan solucionarnos la vida en cuotas, no siempre lo hacen. El conocimiento de los consumidores sobre las cuentas de pensiones, acuerdos de crédito y el impacto de las tasas de interés, son clave para la economía financiera del hogar.
Los padres y las escuelas deben colaborar para ofrecer una educación integral para sus hijos. Mientras que los padres se encargan de cultivar patrones de conducta positivos y la transmisión de valores fundamentales, es el papel de las autoridades educativas para enseñar habilidades académicas y su contenido.
Claramente hay un desequilibrio de educación, ya que la actual generación de adultos se ve obstaculizada por una clara falta de habilidades sobre el manejo del dinero. Comprendiendo sus propias limitaciones y dándole la bienvenida a los intentos de los gobiernos locales para corregir este desequilibrio considerable, los padres pueden desempeñar un papel activo en la creación de toda una generación de adultos responsables.
fuente: Inversor Global