Las vacunas han limitado significativamente la gran mayoría de las enfermedades que antes se daban en edad temprana; las condiciones generales de higiene y calidad de vida han hecho otro tanto y la investigación médica ha posibilitado minimizar o reparar el impacto de ciertos males. Sin embargo, sigue muriendo gente.
Hoy los infartos, el cáncer y las lesiones cerebro-vasculares ocupan los primeros lugares en las estadísticas de mortalidad de los países desarrollados y aplican con bastante fidelidad a muchos segmentos de la sociedad argentina.
Si uno repasa la nueva lista, podrá realizar muchas asociaciones entre las causas de muerte y el estilo de vida actual: estrés, colesterol, cigarrillo, alcohol y mala alimentación en general. Esto significa dos cosas, uno puede hacer mucho en su vida personal para prevenirlas y, además, debe estar preparado para enfrentarlas porque, lamentablemente, si se presentan son de impacto mayor y más costosas en su tratamiento. De ahora en adelante, y más que nunca, contar con la mejor cobertura va a marcar la diferencia en su salud personal y financiera.
El cambio
Las nuevas necesidades de protección que una persona debería considerar podrían graficarse con tres ejemplos. Por un lado, la natalidad en edad más avanzada (35-40 años) genera necesidades de seguimiento, control y cobertura que antes no existían (estudios, cirugías, neonatología, etc.).
Hoy en día, es bastante común encontrar los sectores de Neonatología de los sanatorios con un alto porcentaje de niños prematuros, producto de embarazos múltiples derivados de tratamientos de fertilización. No alcanza, en la actualidad, con que la medicina prepaga cubra el parto, debe estar seguro de que, además, contará con un muy buen servicio en caso de que se presenten situaciones que requieran opciones adicionales.
Lamentablemente, uno podrá convalidar que existe una cantidad importante de personas que “se quedan en el camino” entre los 40 y 50 años. De pronto, casi sin que se haya dado cuenta, un cáncer, un infarto, el cigarrillo, se llevan a un compañero, un amigo o un familiar, a edad temprana.
Su cobertura médica debe estar preparada para cubrir tratamientos para enfermedades, en algunos casos conocidas y con tratamientos específicos, y en otros todavía en etapa de estudio.
Ahora bien, si logra pasar la barrera de los 50 años tiene bastantes posibilidades de vivir hasta sus 80 años y más. Ésta es una realidad nueva y las recetas para enfrentar una vida larga y activa deben ser diferentes porque, además, su vejez será distinta a la de sus padres y abuelos.
Si contó con una prepaga durante su vida activa, seguramente querrá mantenerla en su momento de jubilación. En otras palabras, en su planificación financiera para el retiro, deberá considerar que además de comer y pagar los servicios, tendrá que asumir el costo de su salud hasta el final.
Los puntos a planificar
En primer lugar, piense que la cobertura médica no es un servicio, muy por el contrario, es un seguro en su forma más pura ya que uno paga una cuota que le da derecho a acceder a un conjunto de servicios a los cuales nunca quisiera tener que hacerlo.
Es importante fijar la diferencia entre estos dos conceptos. Por un lado, uno abona el gimnasio para “usarlo” a la semana siguiente, pero no hace lo mismo con el seguro del auto para “chocarlo” a la semana siguiente. Ciertamente, no es así, sino que lo hace para estar cubierto en el caso de que se presente un imprevisto, poder utilizarlo.
El costo de la medicina en el presupuesto es un seguro. Uno no paga para tener un descuento en la farmacia (de hecho, hoy puede conseguirlos abonando en efectivo) y tampoco para consultar a un médico cada seis meses, ya que sería mucho más económico hacerlo en forma privada.
Realmente, uno está abonando una obra social o prepaga por si le pasa algo que desea, como el caso de tener un hijo y contar con acceso al mejor sanatorio, obstetra y Neonatología. A su vez, lo hace por si sufre algo inesperado como someterse a una cirugía de urgencia, un tratamiento prolongado, etc.
Ahora, la tecnología avanza, las enfermedades que ayer tenían cura, hoy también la tienen pero con técnicas menos invasivas, aunque no sean accesibles para todos. La especialización mejora, y hoy, encuentra médicos que pueden brindarle un diagnóstico más efectivo porque han estudiado a fondo algunas patologías.
También la información se supera y, en la actualidad, se pueden obtener por Internet datos sobre nuevos tratamientos que se estudian o aplican en algún lugar del mundo. La globalización lleva a que uno pueda llegar en relativamente poco tiempo al sitio del mundo donde le puedan brindar la mejor solución a su enfermedad.
Su edad también avanza, el cuerpo se desgasta y es probable que los males del mañana difieran de los de hoy, y es seguro que la respuesta médica será diferente en una persona de 80 años que en alguien más joven.
Esencialmente, uno debería pensar en dos o tres conceptos básicos: capacidad de acceso, libertad de elección y cobertura sin límites que, simplificado, significa dos cosas: es necesaria una cobertura local que responda a todas las situaciones de consulta, baja y mediana complejidad, y pensar seriamente en complementarla con un seguro internacional que le permita acceder y elegir en caso de que se presente una situación realmente grave.
Al local, se le debe pedir amplitud de cartilla en cuanto a sanatorios, especialistas y prácticas cubiertas. Uno debe estar seguro de que ante una situación imprevista pueda acceder a un número amplio de instituciones, con alternativas para seleccionar un especialista y, fundamentalmente, sin límites en aspectos esenciales como la internación. Adicionalmente, puede pensar en un plan abierto que le permita obtener un nivel aceptable de reintegros en caso de que su médico de confianza no esté en la cartilla.
Por otra parte, estudie detenidamente los planes más altos que pueden ofrecerle para estar seguro de que los diferenciales de costo aporten un valor significativo a su estrategia de protección. Recuerde que esto es un seguro, la diferencia no son unos cientos o miles de pesos al año, lo que está poniendo en riesgo puede ser todo su patrimonio.
Al seguro de salud internacional debe pedirle solidez ante una situación crítica. La propuesta debe considerar libertad de acceso a la institución en donde puede desarrollar un tratamiento complejo y costoso en el lugar del mundo en que esté disponible la última tecnología y/o donde atienda el mejor especialista.
Ante una enfermedad grave usted no dudará en buscar la mejor respuesta. Pregunte, se va a sorprender al ver que puede complementar su seguro local a un costo comparable y ampliando en forma significativa el alcance de la cobertura.
Recuerde, no está asegurando un auto que puede cambiar tantas veces quiera. Cuerpo tiene uno solo y es para toda la vida. Precisamente esto último es lo que está poniendo en juego.
Claudio Cardani
Planificador Financiero de PF Asociados
CONSULTORIO EMPRENDEDOR SOBRE PLANIFICACIÓN FINANCIERA
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