En múltiples ocasiones hemos escuchado y leído sobre la importancia de las palabras, el poder de transformación que éstas tienen. Construir y destruir, juntar y separar, se pierde de vista el dominio que tiene la palabra.
Cada minuto incrementa mi asombro de los que somos capaces de hacer con unir par de letras, a ello colocar un tono de voz, gestos, pero también, un emoji, un símbolo, o simplemente, no dar respuestas.
Me he interesado en investigar sobre los mensajes y los efectos que causan sobre las personas y sobretodo, en nosotros mismos, Aquí me detengo, “nosotros mismos”.
La construcción de la información, de acuerdo a diversos investigadores, y en esta oportunidad, me atrevo a citar a Joe Dispenza, quien ha sido mi referencia, se origina de lo que pensamos, desde allí se construyen nuestras realidades, que luego se transforman en mensajes (palabras) y luego en acciones (obras).
El automático se dispara y creamos situaciones que no nos resultan satisfactorias.
Al principio hacía un juego de estos tres términos para dar un poco más de peso a la Oratoria, una de mis temas favoritos. Pensamientos, palabras y obras. Hago énfasis, en lo delicado que puede ser al hablar en público y no saber filtrar el mensaje que está en nuestra mente, que puede convertirse rápidamente en palabras y de la misma manera en una acción.
¿Cuán contundente puede ser en nuestras vidas un término que nos limita y lo repetimos a menudo? ¿Con qué frecuencia “suponemos” y esta suposición se hace realidad? Cuidar los pensamientos que construimos.
A menudo, edificar una palabra que puede resultar inocente proviene incluso de algunas situaciones de nuestra infancia que han venido marcando nuestras vidas, Lo haces tan repetidas veces, que lo tomamos como uso y costumbre.
Algún comentario embarazoso, un apodo, un “yo soy así”, ¿te has detenido a pensar si éste construye? o ¿Analizas que término te repites con frecuencia?
Evalúa la información que transmites, la que te dices, lo que te susurras, Lo que pensamos es sumamente importante, construye nuestra realidad. Florence Escovel tiene una linda frase “la palabra, es tu varita mágica”
¿Cómo creas la magia?