La conciencia es uno de los problemas más complejos de la ciencia. En charlas de café todos tienen su teoría para diferenciar la mente del cerebro, pero desde la década del cerebro (1990-2000), las neuroimágenes permitieron ver qué ocurre en el cerebro mientras piensa, y hoy, en los laboratorios, con estimulación controlada por imágenes, las neurociencias investigan experimentalmente los eventos cerebrales.
El 2 de abril de 2013, Barack Obama, presidente de EEUU, al anunciar el plan BRAIN dijo: “Podemos identificar galaxias que están a años luz, estudiar partículas más pequeñas que un átomo, pero no hemos desentrañado el misterio de ese kilo y medio de materia situada entre las orejas”.
Los experimentos de manipulación de la mente facilitaron una mejor visión de la conciencia gracias a la mayor relevancia otorgada a la subjetividad del hombre. Así el tema de la conciencia, salió de la agenda exclusiva del metafísico. Hoy se sabe que sus elementos principales son: el estado de vigilia, la focalización de la atención y el acceso consciente a la información mediante su selección, almacenamiento y comunicación.
El cerebro posee una zona central donde simplifica, amplia y propaga los pensamientos relevantes. Al tomar conciencia, retiene y reflexiona sobre un tema en función de planes y metas. Las neurotecnologías le aportan un significado científico al legado de Sócrates: “Conócete a ti mismo”
Ilusiones ópticas. Los conductistas tenían razón en dudar de la introspección, porque engaña, pero eso es sólo la mitad de la ecuación, lo importante es conocer por qué sucede. Los experimentos demuestran que la conciencia puede ser fácilmente engañada. Fije la vista en el signo + y verá que los círculos desaparecen y aparecen aleatoriamente. El estímulo es objetivo pero algo subjetivo hace cambiar la percepción.
Imágenes rivales. En condiciones habituales, si bien cada ojo capta algo diferente, no experimentamos la visión doble. Pero hay imágenes que se disputan la atención del cerebro, sin que pueda decidirse por una de las dos. En el ejemplo es inevitable pasar del pato al conejo y viceversa.
El gorila invisible: Esta prueba muestra que pasa al concentramos en algo. Es un partido entre jugadores vestidos de blanco y de negro. La misión es contar el número de pases de balón entre los del equipo blanco. Vea el video:
Si lo vio concentrado seguramente no pudo ver a un gorila negro que pasaba sin prisa por allí. Véala de nuevo.
¿Es el cerebro manipulable? Hay un spot producido en el año 2000 por el Partido Republicano con el que George Bush critica a Al Gore, su rival en las elecciones presidenciales. Hacia el final hay una frase: “En el plan Gore para medicamentos los burócratas deciden”. En el film aparece por un instante la palabra ratas, mientras una voz en off repite: “Los burócratas deciden”. Bush sostuvo que el productor se equivocó poniendo buroc en un cuadro y ratas en otro”, pero su creador, confesó que fue un recurso para que los televidentes tomaran conciencia de la palabra “burócratas”, pero que, a nivel subliminal (por debajo de la conciencia) quedará asociado Al Gore con ratas (rats en inglés).
Somos el agente de nuestra conciencia, pero no podemos dirigirla. El estudio de la conciencia fue el territorio de los filósofos durante siglos y llevó a los fundadores de la ciencia cognitiva, a pedir una moratoria en su uso hasta que se pudieran desarrollar términos precisos para definirla.
Recién hace 20 años se descubrieron formas de investigación con imágenes subliminales que los sujetos experimentales no podían ver. La imagen está allí, atraviesa su retina, llega al córtex cerebral, pero no ingresa a su conciencia. Preguntando al sujeto si hubo o no conciencia de la imagen, se puede analizar lo qué pasó. Antes se decía que no podía haber un estudio científico de la conciencia porque es un fenómeno subjetivo y la ciencia debe ser objetiva. Pero ahora se puede preguntar si ve la imagen y correlacionar la respuesta con la foto. Así se entra en el terreno de la ciencia normal: la respuesta es un hecho objetivo y la imagen del cerebro, también. Esto ha creado un sólido cuerpo de evidencias.
Estilo de procesamiento. Una información se hace consciente cuando es compartida por múltiples circuitos cerebrales. Cuando se puede hablar de algo es porque llegó a un estado de representación estable, que puede transmitirse a las áreas del lenguaje. La conciencia es un sistema que comparte información, es como la lengua del cerebro. Hay quien plantea que la conciencia es un epifenómeno, como el silbato de la máquina a vapor. Los experimentos muestran procesos que sólo se pueden realizar conscientemente. Todo proceso que dure más de un segundo exige mantener información en la memoria. Y para eso hay que estar consciente. La conciencia permite la reflexión a largo plazo. Podemos dejarle al inconsciente lo automático (como aprender dactilografía al tacto). Pero para lo que requiere reflexión, debe activarse la conciencia.
La actividad consciente es espontánea. Aunque no ingrese información, las neuronas, que son excitables, se activan, incluso en la oscuridad absoluta. Hay un «flujo de la conciencia». La mente puede evocar espontáneamente recuerdos, generar sus propias metas. Pero detrás del escenario de la conciencia hay un gran procesamiento inconsciente. Eres el sujeto de tu conciencia, pero no puedes dirigirla totalmente, no eres su amo.
La atención. Es uno de los sistemas que trae información a la conciencia. Usualmente, en una escena compleja, aquello a lo que se presta atención es lo que ingresa a la conciencia. Si no, está en la visión, pero sin hacerse consciente. La paradoja es que el inconsciente selecciona lo que entra en la conciencia. Los experimentos prueban la atención inconsciente: ante un pequeño ruido, la atención va allí, aunque no ingrese en la conciencia.
La memoria. Existe la memoria episódica (permite recordar momentos específicos de la vida] y otras formas de memoria. Sólo almacenamos memorias episódicas que ingresaron en la conciencia. Pero la memoria comprende miles de episodios que en este momento son inconscientes. La conciencia es el proceso por el cual se seleccionan y se recuperan recuerdos. Los recuerdos están dormidos, la conciencia los reactiva.
Las huellas de conciencia permiten detectar si una persona está consciente, aunque padezca síndrome de enclaustramiento. Entre los pacientes que sufren ese cuadro, algunos pueden mover los ojos, pestañear o hacer un movimiento. Esas personas todavía son capaces de comunicar. El descubrimiento es que hay signos de conciencia en algunos pacientes en estado vegetativo. Si se les habla y se miran sus imágenes cerebrales, se advierte que reaccionan al lenguaje de la misma forma que un ser humano normal. Ahora podemos mejorar el diagnóstico, pero además, con estos sellos de la conciencia, se intenta predecir si la persona podrá recuperarse. Se hace con un simple electroencefalograma.
Preguntas que quedan sin responder. La primera es cuál es la naturaleza del código neural. Sería saber cómo computan las neuronas individuales, el código preciso para que cada estado individual del cerebro esté codificado en circuitos neurales. Todavía no se entiende. La segunda es si es posible reproducir la conciencia en las máquinas. Podría no ser tan difícil. Se necesita inventar un sistema para romper la modularidad e intercambiar información a través de diferentes aplicaciones. El ejemplo es el teléfono. Hoy el celular no es consciente porque la información está siendo canalizada por circuitos muy específicos. Así, el GPS sabe dónde uno está, pero la aplicación de correo electrónico, no. Si hubiera un modo de compartir información, y el teléfono en sí mismo pudiera decidir lo que es relevante, sería consciente.
Las máquinas se vuelvan inteligentes y conscientes. Podemos llegar a tener relaciones razonables con las máquinas. El temor es que las tecnologías que mejoran nuestros cerebros y la inteligencia de las máquinas, como los drones con capacidad de reconocimiento, ya están siendo usadas (no en el futuro, ahora mismo) para hacer el mal.
La conciencia es selectiva, elige entre opciones. La pregunta del millón es si ciertas drogas o dispositivos podrían ampliarla. Pero hay una limitación: la conciencia no puede atender a dos cosas a la vez, y eso no cambiará. Es una propiedad central del sistema que para compartir información no puede mezclarla porque está en diferentes sitios. El multitasking (hacer varias tareas a la vez) es una ilusión. Uno no puede estar consciente de lo que no está consciente. Cuando uno cree estar haciendo multitasking, en realidad no advierte que hay una tarea en espera. Es un punto negro de la conciencia, el cerebro está poniendo información en espera. Por eso es tan peligroso hablar por celular mientras se maneja.
Ceguera al cambio. Un actor pide instrucciones a otro, un estudiante de Harvard. Pasan por el lugar unos trabajadores que impiden ver a los actores. Se aprovecha eso para cambiar al personaje por otro distinto, sin embargo los espectadores no pueden detectar el cambio.
Ceguera de la opción. Una persona debe optar entre dos rostros. Elige uno y sin que lo advierta se los reemplaza por el otro. Al ver de nuevo la fotografía no se da cuenta y en la entrevista termina dando explicaciones sobre por qué hizo la elección que en realidad no eligió.
Miopía del futuro. En un experimento se ofreció una golosina a niños que podían elegir esperar y recibir dos. El experimento continuó en la adolescencia y se comprobó que los que difirieron la gratificación lograron un mayor bienestar que los otros. En otro caso, Phineas Gage, un americano que lesionó su lóbulo frontal, empezó a actuar en forma desinhibida y desventajosa: perdió el trabajo, a su familia y se fundió.
El lóbulo frontal del cerebro toma de decisiones y planifica. Derrochar arruina el bienestar futuro. Privilegiar en exceso lo inmediato hipoteca el destino. Donde no hay miopía del futuro es en la educación, un esfuerzo de hoy que mira hacia el porvenir propio y el de la comunidad. Para evitarla se precisa aprender a gestionarlo. Para despertar el entusiasmo e iniciar un círculo virtuoso hay que comenzar por concentrarse en algo: Cualquier cosa que se observa detenidamente se vuelve maravillosa y se hace consciente.
La conciencia es información compartida por todo el cerebro. Es un dispositivo que selecciona algo, le presta atención, y lo mantiene activo dentro de un sistema de transmisión, con el objetivo de planear el logro de metas. La conciencia lucha para hallar una interpretación coherente que ensamble el bullicio que provocan los sistemas que le brindan información. Busca evidencias para dar una respuesta adecuada a sus prioridades.
El flujo del pensamiento consciente nunca se detiene. El estado de flujo es un entrenamiento de la atención y de la energía psíquica para ser productivos sin tanto esfuerzo. Es un control emocional donde la conciencia se une con el hacer que se experimenta como recompensa. El 20% de lo que se hace produce el 80% de los resultados, por eso conviene reflexionar y centrar la atención en ese 20%. Si la mente se atasca lo mejor es alinear el foco de atención con la asignación de importancia. Administrar el tiempo es administrar la mente, es hacer consciente lo inconsciente.
Dr. Horacio Krell. CEO de Ilvem. [email protected]