por Dr. Horacio Krell*
En la sociedad actual, donde la tecnología y la rapidez dominan nuestras interacciones, el papel de los buenos modales en la educación y la formación de carácter siguen siendo vitales.
Los buenos modales son más que simples actos de cortesía; son herramientas fundamentales que convierten a los individuos en seres respetuosos, empáticos y conscientes de su entorno.
Desde chicos, se nos inculca la importancia de decir «por favor» y «gracias», pero los buenos modales las trascienden porque influyen en las relaciones y en cómo nos perciben los demás.
En el ámbito educativo, los buenos modales desempeñan un papel crucial en la creación de un ambiente de respeto mutuo y colaboración. Cuando los estudiantes aprenden a escuchar atentamente a sus profesores y compañeros, a esperar su turno para hablar y a expresar sus opiniones de manera considerada, están desarrollando habilidades esenciales para el éxito en la vida. Estas habilidades no solo se traducen en un mejor desempeño académico, sino que también los preparan para enfrentar situaciones sociales y laborales de manera efectiva.
Los buenos modales fomentan la empatía y la comprensión
Cuando tratamos a los demás con respeto, estamos reconociendo su dignidad y valor como individuos. Esto promueve la construcción de relaciones sólidas y duraderas, ya que las personas se sienten valoradas y apreciadas. Además, la práctica de buenos modales ayuda a minimizar conflictos y malentendidos, porque la comunicación se vuelve más clara y receptiva.
En un mundo cada vez más diverso y globalizado, los buenos modales trascienden las barreras culturales y lingüísticas. La etiqueta y el respeto por las normas sociales son esenciales para navegar con éxito en contextos interculturales, tanto en el ámbito académico como en el profesional. Aprender sobre las costumbres y expectativas abre puertas y oportunidades.
Los buenos modales no son formalidades superficiales
Son cimientos sólidos para la construcción del carácter y conexiones sociales significativas. Su valor educativo radica en la formación de individuos conscientes, respetuosos y capaces de comunicarse. No debemos subestimar el poder transformador de los buenos modales en la educación y en la vida cotidiana.
Hoy nos llama la atención encontrar a un niño con buenos modales cuando eso debería ser lo normal. Actualmente se le da más importancia al entrenamiento cognitivo que al comportamental. También se prioriza la inteligencia al buen modo de actuar.
Desde pequeños deberían saber que los demás tienen necesidades que hay que respetar.
Detrás de cada conducta hay un hábito adquirido por imitación
La cultura del ejemplo es un modo de enseñar. Los padres se quejan de que los niños no leen, pero en casa nadie lee. Leer es una conducta valiosa. Decía Borges: “somos lo que somos por lo que leemos”. Portarse bien es tener buenos modales como el respeto por el otro. Normas sociales como la de no gritar ni proferir palabras ofensivas.
Saber esperar y escuchar lo que dicen los demás sin interrumpir. Decir las cosas buenas que se ven en el otro y callar las malas. Saludar al entrar o al salir. Ceder el asiento a quien lo necesita. Mantener el orden y el aseo personal.
Los buenos modales son normas
Muestran si una persona es refinada, correcta y educada y se diferencian de las leyes en que no tienen otras sanciones que la desaprobación social
Los buenos modales suelen estar avalados por la costumbre. Por lo tanto, suelen cambiar con el paso del tiempo. Dama, por ejemplo, es un término usado para designar una mujer con buenos modales y el término caballero se utiliza como su contraparte masculina.
Con el desarrollo de la tecnología digital y las comunicaciones por internet han surgido los buenos modales digitales. La meta de la cortesía digital es por un lado educativa. Por el otro es acercar a las partes en la comunicación ya que el que espera desespera.
Decálogo de cortesía digital
Quizás no lo sabías pero clavar el visto, o fingir que no leíste, es una falta de cortesía digital. La amabilidad preserva el espíritu de Internet. 1) Sé cortés. La cortesía nunca es demodé. 2) No divulgues algo sin permiso. 3) No abuses del emoticon. 4) No escribas en mayúscula, eso es gritar. 5) No cambies por un chat, mejor es hablar. 6) No envíes archivos pesados. 7) Se benévolo, también fuiste principiante. 8) Simplifica, evita torturar. 9) Tu verdad no es universal. 10) Internet creció con el intercambio. El saber es el único bien que crece cuando se comparte.
Los refranes son normas sociales anidadas en la memoria colectiva
Son frases que pasan de generación en generación, sobre todo entre los más chicos y las personas que los crían. Compartirlos funciona como método de enseñanza. Cada uno tiene su significado, y se han transmitido de boca en boca, o incluso en célebres libros como “El Quijote de la Mancha”, en la que se creó el dicho “ladran, Sancho, señal de que cabalgamos”.
De tal palo tal astilla. Este refrán explica que todos heredan, de sus padres, gestos, valores, gustos y frases, entre otras cosas. Es decir, quees común ver los mismos comportamientos entre personas que compartieron la crianza. El origen de estas frases muchas veces es desconocido, y surgen controversias sobre los primeros usos del refrán.
Refranes similares a de tal palo tal astilla. Cabra por viña, cual la madre tal la hija.
Cuál el cuervo, tal el huevo. Cuál es el padre, tal es el hijo. Cuál es la madre, así las hijas salen. De padres gatos, hijos michinos. De tal parra, tal racimo
En boca cerrada no entran moscas. Es refrán señala una norma social que estima conveniente cuidar mucho las palabras. Es aconsejable pensar nítidamente antes de hablar.
Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Es parte del grupo de refranes psicológicos. En ocasiones, suele suceder que quien presume demasiado de algo, en realidad, no lo tiene.
El ladrón juzga a todos por su condición. Relata que quien usa malas artes, frecuentemente piensa que los demás también las llevarán a cabo.
Vísteme despacio que estoy apurado. Este se lo adjudican a Napoleón. Es bueno para hablar con los adolescentes de historia, pero también para decirles a los pequeños que, al hacer las cosas rápido puede que cometan más errores que al hacerlas con calma.
Afortunado en el juego, desafortunado en el amor. No se puede tener todo en la vida, se balancean los dones. Una de cal y otra de arena, es otro refrán que tiene un significado similar.
A buen hambre, no hay pan duro. Enseña a valorar lo que hay en la mesa familiar. Los niños tienen que aprender a apreciar las pequeñas cosas que tienen. En momentos de adversidad, o bien cuando los resultados no son los esperados, es cuando mayor fuerza hay que sacar para intentar verle algo positivo en la situación.
Para estas ocasiones existe el refrán no hay mal que por bien no venga, que busca sacarle provecho a algo, incluso cuando sea negativo.
La historia escrita pero también, en gran medida la oral transmiten a través de los años valores que se traducen muchas veces en dichos o refranes. Es muy común se diga como decía mi abuela. Los refranes y dichos son partes de ese decir de las abuelas.
Darle tiempo al tiempo. Existen muchísimas de estas frases vinculadas con el tiempo, a cuestiones climáticas, de estación o de algún período particular. Los refranes son frases y dichos que se han pasado de generación en generación.
Reflejos Culturales y Educativos: Explorar la los Refranes y los Buenos Modales
En un mundo donde la educación cognitiva prevalece, los buenos modales a menudo pasan desapercibidos. Sin embargo, cabe resaltar que son más que formalidades; son ventanas hacia la esencia de una persona bien educada. Con la evolución el énfasis en los buenos modales no debe desvanecerse, ya que son la base de la convivencia respetuosa.
Los buenos modales trascienden fronteras y generaciones, y son transmitidos con refranes y dichos que forman parte del legado cultural. Los refranes, como pequeñas píldoras de sabiduría, enriquecen nuestras conversaciones y nos conectan con la historia.
Como joyas heredadas, se transmiten de abuela a madre, de padre a hijo, tejiendo una red que une a las generaciones.
Reflejan la importancia de la empatía en la sociedad actual
Los buenos modales nos recuerdan que todos merecen respeto. La cortesía digital, en la era de la comunicación electrónica, se encuentra en constante evolución. El «Decálogo de Cortesía Digital» es una guía práctica y un llamado a mantener la amabilidad y el respeto en nuestras interacciones en línea.
Los buenos modales, al igual que los refranes, no solo son reglas, sino también un reflejo de la evolución cultural. A medida que la sociedad cambia, también lo hacen los modales y las normas sociales. Reflejado en refranes como el ya mencionado: «De tal palo, tal astilla», reconocemos cómo heredamos no solo rasgos físicos, sino también valores y comportamientos.
La literatura, como Borges sugiere, es un espejo en el que nos reflejamos. Los buenos modales se manifiestan en el lenguaje que utilizamos y en cómo tratamos a los demás. Las palabras cuidadosas, como En boca cerrada no entran moscas, trascienden el tiempo y nos recuerdan que nuestras expresiones pueden tener un impacto duradero.
En una sociedad que valora la individualidad, los refranes también nos enseñan a no presumir como lo demuestra Dime de qué presumes y te diré de qué careces. La humildad es un pilar de los buenos modales.
Así como el vino mejora con el tiempo, también lo hacen los buenos modales y los refranes, fusionando pasado y presente. Los modales son más que normas; son la esencia del respeto que enriquece nuestras vidas y nuestras interacciones. En un mundo que valora la inteligencia, también son una forma de sabiduría, una puerta hacia la conexión humana genuina.
La inteligencia social
Es el capital más importante, ya que representa el valor de todas las relaciones que se poseen, el capital social. Los ideales de trabajo en equipo y sociedad solidaria chocan con los conflictos. El lazo social puede cortarse por el hilo de las relaciones personales.
El comportamiento depende de la capacidad perceptiva, que es la ventana por la que incorpora el mundo. Lo real es uniforme, pero lo que importa es la percepción. Por ejemplo, si se selecciona basura, basura entra, basura se guarda y basura sale.
La tendencia a percibir en piloto automático evita ser invadido por múltiples estímulos, pero impide el ingreso de valiosa información.
Con la bipedestación, la mano reemplazó a la boca, el cerebro se desarrolló, nacieron el alfabeto y el pensamiento, pero se perdió agudeza sensorial, elemento clave de la inteligencia social. Los conceptos abstraen lo general de lo particular, con ellos se lee, se filtra, se traduce y se interpreta. Como son filtros falibles, no aceptemos siempre que lo vi con mis propios ojos, ya que los ojos perciben a través de cristales deformadores.
Inteligencia social y emocional
El pensamiento no puede certificar por sí mismo la percepción, ya que también es promotor de los errores. El pensador no puede superar la calidad de los datos en los que cree, ni cambiar los contenidos de la memoria. Además, la emoción actúa sobre la percepción como una guía poderosa pero imprecisa y primitiva. Apelar a la racionalidad no debe ocultar la importancia del sentimiento, cuya interacción con el pensamiento genera intenciones que llevan a la acción y pueden hacer inteligente la pasión.
Para desarrollar el poder inteligente capaz de las acciones productivas, al querer hay que sumarle la eficacia. Entonces, identificar el querer es primordial, porque quien no sabe a qué puerto desea arribar nunca consigue vientos favorables.
Una cosa es la realidad y otra la percepción
Como no existe la inmaculada percepción y sí la racionalidad limitada, hay que dudar de la inteligencia, sabiendo que es habitual interpretar a favor de uno mismo, condicionado por emociones incontrolables y por creencias, valores e impulsos egoístas formados en una sociedad competitiva que conduce al autoritarismo.
La memoria bien estructurada evita repetir errores
Conocer sus límites lleva a negociar sin arrogancia, a considerar que si dos no quieren un no puede y a ser responsables. Somos libres para decidir pero sepamos que los mejores resultados surgen cuando inteligencia social dirige la poderosa red de interacciones entre actos propios y ajenos.
Como en el ajedrez somos piezas del tablero social en interacción con otras piezas y con las reglas del juego. Un peón puede ganar una partida y una neurona vale más si está conectada con las demás. El principio base de la inteligencia social es que solo no se puede.
Dijo John Donne: “Cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado la humanidad, por consiguiente Nunca preguntes por quién doblan las campanas, las campanas doblan por ti».
La tendencia a ver y juzgar a los demás desde una perspectiva egocéntrica, lleva a engañarse, separando lo que se dice de lo que se hace y promueve acciones contradictorias con los principios que se enuncian. Como formamos parte de numerosos grupos cuyo éxito será también el nuestro, aprendamos a generar un comportamiento en el cual los errores se conviertan en guías del aprendizaje social.
Seamos creadores de equipos de alta productividad con inteligencia social. El test de la excelencia estudia los grupos en los que intervenimos evaluando el resultado de nuestras producciones sociales en familia, amistades, trabajos y relaciones. Podremos evaluar el capital social que creamos en nuestra vida: dime con quién andas y te diré quién eres. La realidad exterior existe pero lo valioso es como uno pueda construirla interiormente, para recrear un mundo en el que todos podamos habitar.
Los buenos modales y la memoria deben formar parte de la educación y del tejido social.
La educación es la única moneda que nunca se devalúa.