En publicidad también hay modas.
Modas para comunicar, códigos, estilos y estéticas que se repiten en una pieza tras otra (televisiva o gráfica).
Y está bien que estos elementos vayan cambiando según pasan los años, ya que la gente no se comunica de la misma forma hoy que hace cuarenta años atrás.
En eso estamos de acuerdo.
Lo que resulta inaceptable, y que es demasiado común observar, es creerse que esas modas, se aplican a todos los productos por igual.
Porque sea cool hacer una película con colores lavados , virados el verde y con poca o exagerada iluminación, ¡no significa que pueda utilizarlo en todas ocasiones!
No puedo vender una sopa, con gente consumiéndola en un bar de bajo nivel, en penumbras y rodeados de tonalidades frías, ¡porque es deprimente!
La sopa debe verse rodeada de h ambiente cálido, acogedor, tiene muchas con notaciones afectivas que fueron moldeadas en nuestra infancia y son así mal que le pese a los creativos.
Bueno eso se ve en nuestras pantallas, claro, después viene una pauta colosal que subsana -más o menos- y la gente se acostumbra, ¿vio?
Pero, ¿y la inversión del cliente?
¿Cuánto menos habría gastado (y vendido lo mismo o más) si ese mensaje se hubiese producido dentro de pautas más lógicas y no disfrazándolo de moderno?
Los códigos cambian, es cierto. Pero la esencia humana sigue siendo la misma y las cosas que nos mueven están allí guardaditas, bien adentro nuestro y a salvo de modas golondrinas.
Por suerte.
* Osky Fernández. Director Creativo. OpenMind / TSJN