Criticar es casi un deporte nacional, pero, no herir y construir para mejorar y crecer, es un reto que debes aprender.
¿Recuerdas la última vez que recibiste o diste una crítica? ¿Cómo fue la experiencia? ¿Qué ambiente se generó? ¿Cómo impacto tu relación con la otra persona? Ya sea en un contexto personal o laboral no podemos deslindarnos de las críticas, son parte de nuestro día a día: Una película; un libro; la comida que consumimos; nuestro trabajo etc. Emitimos juicios de valor de manera constante y casi automática.
Generalmente las críticas tienen una connotación negativa, sin embargo, una crítica ingeniosa y constructiva es la antesala a la mejora y el crecimiento. Por su parte, una crítica destructiva genera impotencia, ira, resentimiento, actitudes defensivas, bloqueos y evasión de responsabilidades.
Desafortunadamente nadie nos enseña a criticar. Pareciera que es una “habilidad” que desarrollamos de manera inconsciente y que aprendemos conforme a nuestras experiencias personales. Una buena crítica es un arte y es la clave para mantener sanas nuestras relaciones interpersonales y avanzar hacia un objetivo común dentro de un equipo.
En su libro Inteligencia Emocional, Daniel Goleman, aborda algunas opciones para manejar las críticas de manera efectiva.
¿Cómo diseñar críticas ingeniosas?
1. Enfócate en las acciones
Si vas a emitir una crítica, asegúrate de que tu comentario esté centrado en lo que la persona hizo o dejo de hacer y no lo lleves al terreno del carácter o los rasgos de personalidad. De lo contrario propiciaras que la otra persona adopte una actitud defensiva, guarde resentimientos y se cierre a escuchar las oportunidades de mejora que hay en tu crítica.
2. No generalices
El que algo haya salido mal en una o varias ocasiones, no quiere decir que sea un rasgo permanente en una persona. Cuando alguien percibe un fracaso como una carencia personal inevitable se desmotiva y deja de creer en sí mismo. Evita usar términos como siempre, nunca, todo, nada, etc.
3. Más allá del bien y del mal
Busca que tu crítica sea concreta y directa. Brinda detalles específicos de lo que puede y debe mejorarse o bien de lo que salió bien y puede capitalizarse en futuras ocasiones.
4. El Qué y el Cómo: mancuerna perfecta
Nada más frustrante y desalentador que una crítica que no va acompañada de una propuesta o posibles soluciones y opciones de mejora. Si tenemos el derecho a compartir nuestras críticas, tenemos la obligación de proponer alternativas que la persona a quien criticamos no había visto antes.
5. Valentía y frontalidad
¿Alguna vez has tenido un jefe o cliente que le encanta enviar correos plagados de críticas, quejas y reclamos pero que cuando están frente a frente es poco comunicativo y evade las oportunidades de brindarte retroalimentación? La falta de presencia al emitir una crítica fomenta una relación impersonal, poco comprometida y evita que exista claridad en las oportunidades de mejora.
6. Empatía y respeto
Las críticas hirientes son el primer paso para destruir la confianza y el vínculo entre dos o más personas. La falta de empatía al emitir una crítica generará un ambiente hostil y restrictivo en donde las personas no estarán dispuestas mejorar.
La carencia de críticas tanto en un equipo de trabajo, como en nuestras relaciones personales puede conllevar costos muy altos. Una crítica emitida de manera oportuna y constructiva es una excelente herramienta para resolver problemas, abordar áreas de oportunidad y evitar que las diferencias de opinión se repriman y exploten en el peor momento.
Antes de criticar pregúntate: ¿Mi crítica abrirá o cerrará posibilidades de acción? ¿Qué impacto podré generar en la otra persona?