A los pesimistas se los considera superiores y suelen tener prestigio. El pesimista desconfía del futuro promisorio y narra historias que revelan la existencia de los problemas.
En cada ciclo de ilusión y desencanto hay una condena al éxito o al fracaso. Más allá de la realidad que a cada uno le toque la visión trasciende la realidad local y es fuente de polémicas.
A los pesimistas se los considera superiores y suelen tener prestigio. El pesimista desconfía del futuro promisorio y narra historias que revelan la existencia de los problemas.
La ley de Murphy (la ley del pesimista)
Es la ley del pesimista que piensa que todo lo que puede salir mal va a salir mal. Tal posición se apoya en la segunda Ley de la Termodinámica por la que algo puede salir mal de varios modos y bien de pocas formas. El estado natural del universo es el desastre y lo bueno viene en dosis pequeñas. La evolución no creó buenas condiciones, nos preparó para comer y evitar ser comidos. Hay que ser consciente y prepararse. Para el pesimista, un optimista vende ilusiones. Un pesimista es, después de todo, un optimista con experiencia.
El sobre optimismo ha sido documentado: la mayoría afirma conducir mejor que el promedio, defiende tener hijos más inteligentes que la media y arriesga tener más altura que los demás.
A través de la autoayuda dicen que los habilita a sentirse bien con sí mismos y a triunfar.
El sesgo optimista
El 80% de las personas lo sufre. Se subestima la posibilidad de enfermar o de tener un accidente, y se sobreestima la longevidad y las posibilidades laborales. Pese a que las tasas de divorcio son de 40%, los recién casados insisten en que su chance es mínima.
Los optimistas reinciden: «Volver a casarse es el triunfo de la esperanza sobre la experiencia». El optimismo vuelve a las personas más decididas y saludables. La expectativa positiva los hace felices. Para un optimista, un pesimista es un depresivo que escribe su receta de la infelicidad.
Realismo
Es inútil preguntarles por su actitud, pues su respuesta será que su postura es realista. Pinker publicó un libro sobre la prosperidad mundial y fue acusado de optimista dogmático.
Es indudable la sensibilidad humana a la pérdida, a la crítica y a las malas noticias. Se valora el riesgo mediante recuerdos fáciles de recuperar, como imágenes aterradoras. Las palabras sobre sentimientos negativos son más. La empatía es proporcional a la distancia emotiva o kilómetro sentimental. Preguntamos si muere un familiar sin preocuparnos por el resto. Lo positivo no es contundente, el descenso de la pobreza es difícil de retratar, pues se produce lentamente.
Un sesgo pesimista común es creer que todo tiempo pasado fue mejor. Es el tema de la película Medianoche en París, donde cada personaje considera que el pasado fue más interesante que el presente. Los personajes viajan más y más atrás en el tiempo, y los sabios de cada época vuelven a caer en la falacia. Otra versión es la queja sistemática de padres y educadores sobre el lenguaje de los jóvenes de hoy. El libro Últimas famosas palabras, el educador Harvey Daniels demuestra que el pánico sobre el estado de la lengua se remonta a 2400 años antes de Cristo.
En 1865 se decía que los niños crecían demasiado rápido; en 1883, que leían demasiado; en 1909, que jugaban demasiado (mientras en Estados Unidos 1,5 millones de niños trabajaban); en 1929, que eran muy egoístas; en 1939, que eran adictos a la radio; en 1954, a la TV y en 1981, a las computadoras (¿se ha cruzado el lector últimamente con alguna nota sobre el impacto de los celulares?). También se mofan del pesimismo tecnológico citando anuncios desquiciados sobre los riesgos de hablar por teléfono (sordera, descargas eléctricas), andar en bicicleta (escoliosis), o leer libros que contengan un índice (pues fomentan la vagancia).
La versión extrema del pesimismo es el movimiento antinatalista, que consiste en que no hay derecho a crear vida sin el consentimiento de la persona involucrada, pues es la única manera de ahorrarles males a sufrir en este mundo horrible. La recomendación final es evitar tener hijos.
Economismo
La economía parece haber tomado partido por el pesimismo. Por algo es «la ciencia lúgubre». Actúa como un tesorero que advierte que la plata está siempre a punto de acabarse. La frontera productiva tiene un límite infranqueable; el ahorro es la base de la fortuna; la restricción externa impide el desarrollo. Producir antes que distribuir, ahorrar antes que gastar, exportar antes que importar, son máximas para afrontar un futuro peligroso. La ciencia lúgubre también se ocupa de las olas de entusiasmo, que dan lugar a endeudamientos que no se perciben como obligaciones a afrontar en el futuro. Lo que domina la profesión parece ser el excesivo optimismo respecto de las teorías propias y el pesimismo desmedido sobre las ajenas. Y hay más pesimismo que optimismo sobre la posibilidad de que esto cambie en el futuro.
El pensamiento estratégico
El pensamiento estratégico sirve para conseguir lo qué uno quiere: ¿dónde estaba ayer? ¿dónde estoy hoy? ¿dónde quiero estar? ¿cómo haré para conseguirlo?
Es más sencillo elaborar un plan que ejecutarlo. Lo difícil es visualizar el futuro deseado y desde el cual se pueda construir el presente que se necesita para lograrlo.
El pensamiento estratégico tradicional opera hacia adelante y está basado en el cálculo, en la lógica o en la experiencia. El pensamiento estratégico reformulado parte del futuro deseado y retrocede hasta lo que hay que hacer para fabricarlo. Cuando la guía es el pasado, la experiencia nos hace conservadores. Si quieres saber que ocurrirá en el futuro lo mejor es inventarlo.
Planear desde el futuro es partir desde el ideal que hace nacer al pensamiento reflexivo, con sus fases de observación, problema, hipótesis, selección y ejecución, y convertirlo en un pensamiento estratégico para que la razón se combine con la pasión. El pensamiento estratégico rebaja la incertidumbre, un enemigo que debilita el planeamiento pero que lo hace necesario.
El pensamiento estratégico ordena los conocimientos y los recursos para superar esa diferencia tradicional que existe entre el plan y el resultado. La estrategia se mueve entre la reflexión y la acción pero da prioridad a la segunda. La estrategia es una pariente cercana del pensamiento reflexivo. La forma de combatir la ley de Murphy es ser cuidadoso en los detalles.
El intelectual y el hombre de acción
El intelectual trabaja con palabras y con ideas y el hombre de acción con personas y cosas. Ambos deben reunirse para tener éxito.
Creacción es la unión de la creatividad, el plan y la acción ejecutiva. Estrategia significa general. La estrategia no separa el plan de la acción. La estrategia del líder es lograr que se concreten sus propósitos y enfrenta a los competidores que quieren lograr sus mismos objetivos.
El estratega y el planificador
En esto radica la diferencia del Estratega con el Planificador, porque éste no conoce los resultados y no cuenta con instrumentos para prevenir los desvíos. El estratega debe lograr un pensamiento estratégico en el cual la Acción garantice que la Reflexión se cumpla, y que la reflexión incorpore la lógica de la Acción. Ninguna Estrategia debe transitar ese camino sin tener claros sus objetivos. Porque como dijo Séneca no existen vientos favorables para el que no sabe a qué puerto quiere llegar.
La Ley de la atracción
Es la ley optimista porque explica que lo que pensamos siempre se convierte en realidad. De ley no tiene nada ya que los sucesos deben estar sujetos a la verificación empírica y a caer ante cualquier experimento u observación que pruebe lo contrario.
Mientras un delincuente planifica el delito, el accidente es fortuito, pero hay factores que los promueven. La prevención disminuye el impacto de los errores humanos. Naturalizando el peligro se lo oculta, tanto al referirse a él como fatalidad, desgracia, tragedia, o como si fuera cuestión de suerte. Hay que construir la cultura de la prevención.
La idea es que el pensamiento produce lo que imagina. ¿Usted nunca se preguntó por qué el 90% de la riqueza está en manos del 1% de la gente? La explicación está en «El Secreto», un documental que afirma la Ley de Atracción, un secreto que ha viajado a través de los siglos. Usa testimonios, experiencias y entrevistas a especialistas en transformación personal, maestros espirituales, expertos en generar riqueza, matemáticos, físicos cuánticos, etc.
Los principios de la Ley de Atracción plantean que los sentimientos y los pensamientos se materializan como hechos, desde las interacciones con el cosmos o con las personas. Hace referencia a la tendencia a esconder al público este principio básico. Ya sea que usted posea o no conocimientos acerca de los descubrimientos de la física cuántica, este documental pone a su alcance la forma práctica de aplicar la ley en su vida cotidiana, y de manera consciente.
Vivimos en sociedades visuales donde casi nadie lee, por eso la idea se multiplica por su producción audiovisual que le dio un toque de misterio y la posicionó como una fuente de información través de su circulación por internet. Plantea que la gordura deviene de pensamientos negativos y no por aquello que se come. El dilema es suponer que uno crea su propia realidad según lo que piensa y hasta provoca sus propias enfermedades.
La cultura de la felicidad
Es parte del movimiento desde los albores de los EEUU con el “sueño americano”. Ellos creen en la libertad y piensan que la felicidad es un derecho natural, que les pertenece y la buscan. La industria de la autoayuda recauda 9500 millones de dólares anuales, como los antidepresivos y los estimulantes del sexo y el alto rendimiento.
¿Pero funciona?
El efecto placebo existe. Alguien cree en algo falso o dudoso y la psiquis transmite una energía al cuerpo que lo acepta como santo remedio. La rana puesta a calentar a fuego lento se muere porque su sistema inmunológico no detecta los pequeños cambios, en cambio cuando es arrojada en agua hirviendo salta. Usar el placebo es una estrategia que precisa un plan.
Desarrollo no es lo que tenemos sino lo que hacemos con eso. El inconveniente de la teoría de la atracción es que debes creerlo de antemano. Pero muchos tienen miedo, vergüenza y desconfianza. Pueden decir soy rico pero tienen mentalidad de perdedores y eso no se cambia.
Sin embargo es sabido que el enfoque positivo produce cambios favorables en la salud. La confianza en el placebo, la píldora mágica, es lo que le confiere poder curativo. El cerebro recuerda y asocia el momento en que la ingiere con algo que una vez lo curó y así facilita el camino a la curación. Lo que contradice la ley es que el efecto placebo funciona en pocos casos.
Las creencias absolutas paralizan
Hay que estar atento a lo nuevo para abrirse a creencias alternativas. No tenemos la varita mágica pero los poderes psicológicos cambian la conducta si asocian el hemisferio emocional y creativo con el lógico y conservador. El pensamiento positivo no funciona si se niega la realidad.
La técnica de visualización con imágenes guiadas no debe hacer que olvidemos tomar los remedios. El valor de una terapia cognitiva reside en el realismo. No basta con desear algo para que suceda. Uno puede enfatizar lo positivo, al sentirse realizado puede tener experiencias negativas sin considerarse por eso fracasados. Están en mejores condiciones para aplicar la ley de la atracción. Pero lo negativo también tiene su lado positivo.
Quien no enfrentó retos, no está preparado para la desgracia. El secreto es poder afrontar la adversidad y servirse de ella.
Resiliencia es la capacidad de superar traumas y salir fortalecido.
No va andar: ¿Funciona?
La ley de la atracción funciona para los que creen en ella. El resto debe contentarse con saber que el cerebro es capaz y conocer sus secretos:
Aceptar errores y defectos sin jactarse de ellos. Adoptar una actitud optimista (aprender de las buenas y las malas). Ser realista (tener los ojos en el cielo y los pies en la tierra). Agradecer lo que se tiene. No prejuzgar. Observar lo que pasa y lo que se oculta. Soñar razonablemente, relajarse y hacer algo. Fabricar ideas y relaciones. Y tomarse la vida con una sonrisa.
La Ley de la atracción no funciona siempre aunque la persona tenga pensamientos positivos. Un abogado puede querer atender gratuitamente a todos los discapacitados pero su gentileza puede no valer nada para el que no paga por su servicio. La clave está en involucrarse tras la felicidad, no en la conquista. La felicidad no está en la estación a la que se arriba sino el modo de viajar.
Hacer lo que a uno le gusta puede no rendir dinero pero produce bienestar. Levantarse con entusiasmo y ganas de vivir es la clave. El estado de flujo sucede cuando el cuerpo y la mente se alienan en un esfuerzo para lograr algo. Las experiencias no siempre son agradables, son piedras en el camino. La alegría está en el logro, en la emoción del esfuerzo creativo y estratégico.
Benjamín Franklin veía las cosas de otro modo, para él la alegría depende de virtudes como templanza, orden, resolución, laboriosidad, sinceridad, justicia, moderación y humildad. El decidió convertir las virtudes en hábitos por medio de la práctica y las afirmaciones por escrito. Los pensadores modernos vinculan todo con el dinero. Creen que es muy enriquecedor pensar que uno puede controlar su propia existencia, tener un propósito y dejarse llevar por él.
Después se preguntan, si otro lo consigue ¿por qué no puedo hacerlo yo también?
A los pensamientos hay que completarlos con la acción. No hay peor intento que el que no se realiza, ya sea por miedo o por la falta de interés. No admitimos que un edificio se construya a ojo, pero dejamos que las cosas funcionen al azar. Planear no es un don que se lleve en la sangre, hay que tomar conciencia. Un buen plan no registra prioridades en la agenda, adapta la agenda a las prioridades. Construya buenos proyectos, ya que si falla al planear planea fracasar. Inteligencia no es sumar las inteligencias individuales sino organizarse para desarrollar el capital. Inteligencia es gestionar la capacidad propia y ajena para promover el bienestar.
El principio de Pandora
El optimismo es el antídoto contra todos los males y vuelca las situaciones a favor. El optimista se capacita ya que las olas y los vientos están del lado del marinero más capaz. No rebaja la claridad de su visión porque las olas y los vientos sólo ayudan que sabe a dónde quiere ir. No hay suerte para el que no bucea en su mundo interior para conocerse.
Concentrarse en metas equivocadas hace contraer una deuda con el “banco interno”, que presta la energía. Si no se cumple la deuda se paga con estrés y mala suerte. Con el futuro se puede elegir un rol pasivo como hojas arrastradas por el viento o crear la buena suerte. El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie y el realista ajusta las velas.
Dr. Horacio Krell Director de Ilvem, [email protected]