por Horacio Krell*
La encuesta Emociones Globales de Gallup 2022 muestra que el descontento está en su punto más alto. No es por la pandemia de Covid-19, por la inflación, ni por la guerra. Crece por el aumento de la pobreza, la soledad, la decadencia y por la escasez de trabajo. Las religiones se quedaron en los ritos, sin promover valores. El futuro se ve oscuro. Las redes sociales pintan una imagen falsa de la vida.
Al verlas los marginados se sienten disminuidos. Habría que poner el bienestar primero en primer lugar. Lograr la mejora de los ingresos, por sí sola, no es suficiente. Debe medirse la satisfacción por la vida que se tiene, focalizarse en los bolsones de descontento y en que el gasto público contribuya al bienestar. El primer objetivo es reducir la pobreza, pero hacen falta otros, las relacionadas con la felicidad, si queremos mejorar el mundo.
Placer en estado puro
La rueda hedónica adopta el placer por el placer mismo. Pero como una droga, se precisa cada vez más placer para experimentar el mismo grado de bienestar, tal como ocurre en las primeras salidas de la etapa adolescente. La sociedad de consumo ofrece un radar para imitar a los ricos y famosos. Sin embargo, camino a la felicidad tiene la forma de una brújula que permite conocerse a uno mismo y descubrir al genio interior que llevamos dentro.
Hoy se prioriza tener un celular mejor, un coche con chiches, un abrigo caro. Aunque todo cumple su función, lograr el equilibrio es la base, darse alguna licencia siempre que sea puntual. Arístipo, el fundador del hedonismo disfrutó de maravillosos banquetes, increíbles orgías y consagró su vida a los placeres terrenales. Pero murió sintiéndose un auténtico desgraciado.
Qué excitación. Seguro, con el dineral que costó. Pero ahí está, elegante y nuevo. El coche, el Smartphone o el abrigo. La sensación es inenarrable. Lo embarga, lo llena. Pero ¿es felicidad? No. Lo que se siente es placer y el placer es efímero. Pronto habrá una versión mejorada del móvil, un modelo distinto de coche o un abrigo más bonito incitándolo a la compra. Y, por si fuera poco, empezará a no saber lo que es la verdadera felicidad.
Más allá de la biología
Las conductas surgen de las actitudes. Cada pensamiento genera una emoción y esta moviliza un circuito hormonal que impactará en el organismo. El alfabeto SARD las sintetiza. Las conductas “S”: serenidad, silencio, sabiduría, sexo, sueño, sonrisa; y las conductas “A”: ánimo, amor, aprecio, amistad, son las que fabrican la serotonina, la hormona de la felicidad. Las conductas “R”: resentimiento, rabia, rencor, reproche, resistencias, represión y las conductas “D”: depresión, desánimo, desesperación, desolación; producen cortisol, la hormona que corroe las células. La “mala sangre” contiene cortisol. El buen humor es la clave de la longevidad. Dominar el alfabeto emocional desde la infancia permite vivir más y mejor.
La burocracia rutinaria e inconsciente
El piloto automático logra que el cerebro funcione con un gasto mínimo de energía. Se transita por las mismas rutas neuronales y la rutina hace olvidar el propósito originario y que se trabaje sin saber por qué. Para salir de la trampa hay que pensar en el resultado esperado y realinear el foco de atención con la asignación de importancia. “Yo quiero” son palabras mágicas que hacen circular la energía desde el hemisferio derecho que genera las ideas para que la voluntad elija las mejores. Inspirar la vida en un propósito y concentrarse en él, permite ver los hechos como oportunidades en interpretarlos a nuestro favor.
El instrumento
El cuerpo es el medio, los sentidos brindan la información, la mente es el vehículo interno, que con su telescopio y microscopio psíquicos, lo recorre. Cuando uno se inventa a sí mismo, la voluntad llega más lejos que la inteligencia. Al hallar la misión y consultarla, sin limitarse a la interpretación sensorial, esos pensamientos crean nuestro mundo, nos alejamos de lo que hacemos y sembramos la semilla de lo que queremos ser.
El hombre primitivo vivía de la caza descubriendo su presa por sus rastros en la tierra. Fue el proceso que condujo a la lectura. Adivinar reunía el diagnóstico y el pronóstico a través del gesto más antiguo de la historia intelectual: el cazador agachado en el barro examinando las huellas de su presa. Con el lenguaje verbal, en el hemisferio izquierdo se alojaron las destrezas de pensamiento y en el derecho el sentimiento y la intuición. Un cuerpo de fibras los conectó. Cuando este cuerpo es seccionado se pierde el sentido de identidad.
Nuestros microbios
100 billones de microbios se incorporan al cuerpo que los cobija y matan los gérmenes que causan las enfermedades. El bienestar depende del microbio-clima que ayuda a descomponer alimentos, sintetizar vitaminas y protege contra gérmenes. El organismo del adulto tiene 10 veces más bacterias que células en el tracto digestivo.
Tenemos tres cerebros
En la cabeza, en el corazón y en el intestino. El último domina a los otros. Quién no sintió un hormigueo en el estómago previo a una conferencia. Ansiedad, depresión, úlceras, colitis, reconocen síntomas duales. El cerebro abdominal aporta el agua y los nutrientes. Los conduce por el tubo digestivo, segrega jugos, digiere y absorbe el alimento, lo lleva hasta el sistema circulatorio y expulsa los desechos. Crea neurotransmisores que influyen en el estado anímico, opiáceos que modulan el dolor y compuestos químicos tranquilizantes.
Se creía que el cerebro controlaba el intestino a través del nervio vago, que el tubo sólo obedecía. Pero el intestino alberga más células inmunitarias que el resto del cuerpo. Sus neuronas comandantes dirigen a millones de neuronas. Hay células glía que las nutren y producen la respuesta inmunitaria. Poseen sensores y almacena programas, controla el progreso, mide los ácidos y las sales, es un laboratorio químico con sistema informático propio.
El intestino utiliza neurotransmisores como la serotonina que provoca el bienestar.
Los tres cerebros intercambian mensajes que desencadenan efectos. Estrés e intestino se conectan. Los pacientes con trastornos crónicos tuvieron traumas. Lo que es bueno para el cerebro es bueno para los demás. Al detectar sustancias extrañas, suena la alarma y se liberan agentes que generan diarrea para expulsar al intruso. Al conocer a las mariposas del estómago, se ve cómo influyen las estresantes. El diálogo de los cerebros explica el efecto placebo.
El poder del centro del cuerpo
La comunicación es de ida y vuelta, con 10 veces más tráfico hacia arriba. Las sensaciones que envían son de dolor o hinchazón. El intestino hace bien su trabajo. En su laboratorio produce medicamentos naturales. Allí reside el océano de la energía vital donde se integran mente y cuerpo. La meditación y las disciplinas psicofísicas se conectan allí, para integrar los sistemas corporales y lograr un estado de serenidad y de calma profunda.
Hipócrates, el Padre de la Medicina, dijo: “La Naturaleza es la que cura”: “Si no quieres estar enfermo, vive saludablemente”. Vive de acuerdo a las leyes naturales, “No hay enfermedades, hay enfermos”, son los que no viven saludablemente. La Naturaleza regenera. “Déjala obrar”. “Curar es desintoxicar”. Que tu medicina sea tu alimento, y que tu alimento sea tu medicina.
Hay alimentos que curan, pero otros enferman. Las defensas son: el ejercicio, la respiración correcta, la higiene física, mental y espiritual, el ayuno preventivo, el descanso, la vestimenta.
La limpieza es al cerebro del bajo vientre lo que la cura de sueño al sistema central. Se trata de hacer menos caso al parloteo mental y atender más al estómago. Hay que recuperar la sabiduría del bebé, quien puede llorar desesperadamente por hambre o acariciarse la barriga por placer.
El cerebro digestivo
Los animales eran un mero tubo digestivo. Con la evolución se creó el sistema nervioso central. Pero el intestino no confió y quedó como un circuito autónomo. El cerebro de la cabeza aprende, el colon también. Separa lo bueno de lo malo e integra sustancias, tal como hacen sus colegas con las emociones, pensamientos y experiencias.
En el intestino se conectan la realidad interna y externa, se retienen aspectos de la personalidad que se teme liberar. Apreciar sus mensajes conecta la mente con el cuerpo, si fuésemos plantas serían sus raíces. Es el acoplado del corazón que mantiene al cerebro. Si falla el sistema se cae.
Tócame que me gusta
Para un tímido, el tacto es como el lenguaje Braille para un ciego. El estrés se nota, es el grito del cuerpo reclamando esa inteligencia arcaica y profunda. La caricia estimula las endorfinas que hacen soportar el dolor y brindan una sensación de bienestar. La caricia abre la puerta: el pelo se eriza, el escalofrío aparece, la emoción se despliega y habla antes, desde la intención. Al incluirla en el alfabeto nos comunicamos con los que amamos. No hay fuerza más potente que el amor, ni nada más hermoso que sentirlo como corre por las venas.
La rueda hedónica
El placer es efímero, es una cuestión de piel, la felicidad se mide a largo plazo. La dopamina es la droga del placer y ataca a la serotonina, que es la droga de la felicidad. El placer a corto plazo, euforia y recompensa, no brindan la calma ni la satisfacción genuinas.
Las 4 C de la felicidad
La primera es Conectar, la empatía da felicidad duradera si es verdadera. No consultar Facebook para estar al día ni inundar WhatsApp con mensajes. Lo que vale son las relaciones cara a cara, que generen empatía, serotonina y felicidad.
Contribuir, es dar a los demás, sólo recibir crea dopamina. Cuidarse: la falta de sueño, descanso, sobrecarga de tareas, aumentan el cortisol, el motor de la depresión. Cocinar: ya que la cocina sana, y equilibrada es precursora de la felicidad. La comida basura provoca placer y dopamina.
Placer o felicidad
Mientras el placer es visceral; la felicidad es etérea. El placer se obtiene de sustancias químicas, la felicidad no. El placer es recibir; la felicidad es dar. El placer es individual; la felicidad es compartida. El placer lleva a la adicción, pero no se puede ser adicto a la felicidad. El placer es insaciable, siempre quiere más. El cerebro produce neurotransmisores en respuesta a las conductas. La dopamina excita a las neuronas y entonces estas se defienden del ataque creando defensas para evitar el daño. Pero la siguiente vez habrá menos receptores disponibles. Y cuando no se siente nada, la neurona empieza a morir. Es el proceso de la adicción. La serotonina cumple el papel inverso, trata de inhibir al invasor. Su función es provocar alegría, la búsqueda del placer por el placer nos aleja de la auténtica felicidad.
El placer no es malo, darse un gusto cada tanto nunca viene mal. Lo malo es cuando la vida se enfoca mal. Se debe aprender a usar el cerebro para equilibrar el placer y la felicidad. Por eso hay que cuidar a la persona que nos acompañará toda la vida: a nosotros mismos.
Gimnasia corporal y mental
Son claras las ventajas de mover el cuerpo como un antídoto contra las plagas de la obesidad, el sedentarismo y el estrés. Lo que no se usa se pierde. La gimnasia influye, ya que libera agentes químicos, que como la endorfina, provocan bienestar.
Neuroplasticidad
El cerebro cambia con el aprendizaje y la experiencia. La memoria se expande por redes que los reflejan. La peor pandemia es el mal de Alzheimer porque la edad física se extiende, pero no la del cerebro sin entrenamiento. La diferencia es o gimnasia mental -dirigida por un método- o fuerza bruta- que lleva al Burn out o cerebro quemado.
Volver a la infancia
Hay que destruir lo que ya no sirve, lo que impide crecer. El hombre no simpatiza con el cambio, cuando comienza a disfrutarlo, debe cambiar y destruirlo porque ya no sirve. El éxito engaña. El futuro está en los proyectos que hacen una escala en el presente para crear el porvenir, transformando sucesos aleatorios en tareas inventadas, con un proyecto transformador. Sin innovar renunciamos al presente, sin afrontar el desafío de enriquecerlo.
Renovarse es vivir
La destrucción creativa elimina viejas ideas que nos rigen silenciosamente. Para re: rejuvenecer, renacer, reinventar y revolucionar, hay que atreverse a dejar lo que ya no es, para que crezca lo que puede ser. Siempre que se gana se pierde algo; siempre que se cierra una puerta se abre otra. Algo anda mal: si ganamos experiencia perdemos imaginación.
La Pandemia puso a prueba la capacidad de renovación. Hay empresas aéreas que retiran los asientos y las convierten en espacio para carga de mercaderías y aumentaron sus ganancias.
La propensión al consumo
Bares abiertos hasta el amanecer y emoticones sonrientes son parches de bienestar momentáneo que salpican el camino a la felicidad. El placer, la satisfacción a corto plazo, no tener que dar nada a cambio, es la vía directa a la frustración y a la depresión. Productividad es hacer más de lo que debes hacer y en menos tiempo. También es dejar de lado lo malo convertido en rutina. El cambio duele. Nadie simpatiza con él. Cuando se comienza a disfrutar lo aprendido se ve que ya no sirve. Fallar al planear es planear fracasar. Actualizar el saber es una tarea para toda la vida. Elige la productividad y harás tu camino al andar.