El póker apareció por primera vez en Estados Unidos a principios del siglo XIX. La primera referencia conocida del póker en la literatura estadounidense se encuentra en las memorias (1829) de un actor británico itinerante llamado Joseph Cowell. En esa época, el juego de cartas era conocido como “poque”, que era esencialmente un juego jugado por los colonos franceses en Nueva Orleans y sus alrededores. A partir de ahí, el póker se extendió por el río Mississippi y por todo el país, principalmente debido a su popularidad entre las tripulaciones de los barcos fluviales que transportaban mercancías a través de esa vía fluvial. El juego de cartas fue adoptado por los colonos ingleses, que cambiaron su nombre a “póker” y establecieron las reglas del juego moderno.
En la década de 1860, la Guerra de Secesión (1861-1865) dio origen a nuevas variedades de póker, incluido el stud póker, y la introducción de la escalera como una mano valiosa adicional, modificando los valores del póker Los soldados, tanto de las fuerzas de los estados del norte (la Unión) como de los recién formados Estados Confederados de América, jugaron al póker durante el conflicto bélico. Más allá de los soldados, Abraham Lincoln, decimosexto presidente de los Estados Unidos, se refirió al póker cuando abordó una cuestión de diplomacia durante la guerra civil estadounidense, revelando su familiaridad con el juego de cartas. Los historiadores coinciden en que el liderazgo de Lincoln fue clave en la resolución definitiva de uno de los mayores conflictos en la historia de la humanidad.
Lincoln tomaba riesgos como presidente de los Estados Unidos. De esta forma, el carácter y el liderazgo del político y abogado nacido en Kentucky es especialmente inspirador para los emprendedores, que cada día tienen que enfrentarse a innumerables desafíos. No es de extrañar que Lincoln mejorara su toma de decisiones gracias al juego de cartas, ya que se trata de un proceso imprescindible a la hora de jugar al póker. Su primer contacto con el juego de cartas tuvo lugar en un barco fluvial. Poco después de cumplir 22 años, Lincoln fue contratado para construir y navegar en un barco fluvial desde Illinois hasta Nueva Orleans para entregar un envío de productos. Un viaje que le llevó por el río Mississippi, donde las partidas de póker eran frecuentes entre la tripulación de los barcos.
El político y abogado nacido en Kentucky fue el primer presidente estadounidense en jugar al póker. Sin embargo, George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos (1789-1797), también jugaba a las cartas, y era un gran aficionado a los juegos de azar. El célebre general demostró ser un estratega brillante en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1775-1783), desarrollando varias estrategias de combate exitosas. Muchos historiadores sugieran que las habilidades de juego de Washington le ayudaron a planificar las operaciones en el campo de batalla. De hecho, el “Padre de la Patria” tenía un libro de contabilidad personal titulado «Cartas y otras jugadas», donde registraba todas sus partidas, principalmente de juegos de cartas como el whist.
Desde Richard Nixon hasta Barack Obama
Muchos presidentes estadounidenses jugaron al póker antes, durante y después de sus mandatos. Al fin y al cabo, el juego de cartas es considerado un deporte nacional en Estados Unidos. Sin embargo, la mayoría de los historiadores coinciden en que Richard Nixon, trigésimo séptimo presidente, llevó el póker a la cima de la fama política. En la biografía Nixon: A Life, Jonathan Aitken cuenta que el californiano descubrió el juego de cartas en la Base Aérea de Green Island durante la Segunda Guerra Mundial. Nixon llegó a dominar el juego de cartas mientras servía en la Marina, gracias principalmente a la estrategia que aprendió de su amigo James Stewart. La estrategia consistía en retirarse en el 80% de las ocasiones y permanecer en la partida solo cuando tenía las mejores cartas.
“Encontré el póquer instructivo, así como entretenido y rentable. También aprendí que las personas que tienen las cartas suelen ser las que hablan menos y las que tienen más suavidad; los que están fanfarroneando tienden a hablar en voz alta y a delatarse”, reconoció en el libro The Memoirs of Richard Nixon. El californiano solo estaba interesado en ganar algo de dinero con el juego de cartas. En total, consiguió embolsarse alrededor de 8.000 dólares (aproximadamente unos 111.000 dólares de hoy en día) durante su etapa en la Marina. Unas ganancias que le permitieron financiar su primera campaña en el Congreso. Cuando llegó a la Casa Blanca en 1969, Nixon siguió organizando torneos de póker en su oficina, demostrando su fascinación por los naipes.
En 2008, Barack Obama se convirtió en 44 presidente de Estados Unidos y el primer afroamericano en llegar a la Casa Blanca. El político estadounidense incluyó el juego de cartas entre sus pasatiempos, aunque lo mantuvo bastante apartado durante su mandato. El póker ayudó a Obama al principio de su carrera política, ya que le permitió establecer contactos y conexiones favorables con otros políticos. Durante su etapa en el Senado de Illinois, entre 1997 y 2005, Obama jugaba una partida de póker semanal de bajo riesgo, con ganancias y pérdidas que rara vez alcanzaban los 100 dólares en una sola noche, con otros senadores estatales, tanto demócratas como republicanos. Unas partidas donde desarrolló relaciones que le resultaron beneficiosas a la hora de entrar en el Senado de los Estados Unidos.
Obama jugó mucho menos al póker después de convertirse en presidente de Estados Unidos. Sin embargo, el político nacido en Honolulu, Hawái, siempre llevaba una ficha de póker en su bolsillo, como reveló en una entrevista con la youtuber Ingrid Nilsen. Esta “ficha de póker de la suerte” se la dio un votante mientras hacía campaña en Iowa en el año 2007. Aunque reconoció que no era supersticioso, llevaba la ficha como un recordatorio de los que había conocido en las mesas de póker. La relación de Obama con el póker es una muestra más de la afición de los presidentes que han ocupado el cargo más alto de los Estados Unidos por el juego de cartas favorito del país.