Al éxito se sube por la escalera y con el paso de los años. Se puede bajar de golpe por el ascensor. Envejecer es el mayor desafío que debe afrontar el adulto ¿Se puede mantener el cerebro joven en un cuerpo maduro? Para Platón al envejecer aprendemos y corremos menos. Todavía se cree que después de los 25 años, el rendimiento cognitivo va cuesta abajo y se desploma poco a poco.
La edad de directivos de compañías Fortune 500 (las más ricas del mundo), revela que los CEOs son adultos mayores. Eso explicaría, según este enfoque, que tocaron fondo en la crisis financiera de EEUU porque la dirección no estaba en manos de los jóvenes, supuestamente más inteligentes.
Los adultos mayores dependen de su capacidad mental para responder a los estragos que trae consigo la edad y para darlos vuelta. Muchas destrezas mejoran con los años si se combina el conocimiento con la experiencia. Esto se llama sabiduría. El rendimiento se conecta con el estilo de vida. Una vida llena de desafíos es más eficaz que dedicarla a completar crucigramas.
Verdi dijo: “siempre busqué la perfección pero nunca la pude hallar”. Fue siempre joven, porque mantuvo el compromiso con su misión mientras otros se apartan sin causa. Verdi se miraba a sí mismo para alumbrarse con luz propia. Nunca se jubiló porque amaba lo que hacía.
El factor G. Spearman a principios del siglo XX sostuvo que el factor G o inteligencia general, sostiene la tarea cognitiva. Thomson dijo que esa aptitud única era una colección de habilidades y Gardner ideó la teoría de las inteligencias múltiples, según la cual cada ser posee su genio y no una inteligencia genérica. Humor, sensibilidad, ironía y creatividad no integran el set de los tests clásicos. Se puede ser inteligente sin tanta educación formal. La “inteligencia fluida” es la capacidad de resolver problemas, más allá del conocimiento o “inteligencia cristalizada”.
Un estudio con monos mostró que el cerebro es adaptativo. La corteza prefrontal pierde “espinas dendríticas”, receptores del cerebro que captan neurotransmisores que conducen las señales a otras neuronas. Los monos y los humanos tienen dos tipos de espinas: las más delgadas y pequeñas se encargan de aprender y recordar, las cortas y más gruesas evocan recuerdos que tenemos desde hace años. El cerebro pierde espinas del primer tipo, pero ninguna del segundo.
Lo que mejora con los años. Eso explica porque olvidamos lo reciente sin perder la memoria de largo plazo. Lo que está codificado no se pierde con la edad. Es así como un profesor puede seguir dando clases después de sus 80 años. La inteligencia emocional, las destrezas sociales y el autocontrol también mejoran con la edad. Los procesos cognitivos, como la velocidad de procesamiento y las señales que se propagan por el razonamiento, menguan con los años. Pero los promedios hacen perder de vista la individualidad. Las calificaciones de algunos sexagenarios en pruebas de memoria, resolución de problemas y otras medidas, superan al promedio de los de 20.
El economista Robert Solow (86 años), ganador del Nobel, mantiene una intensa actividad intelectual. No todos somos Solow, pero ni siquiera a los 30 años.
La causa de que un cerebro se conserve mejor que otro tiene que ver con el estilo de vida. Sólo un 20% es producto de la edad. Las funestas conclusiones sobre el envejecimiento provienen de proyectar muestras. Suponer que indican lo que ocurrirá a un grupo puede ser un grave error.
Veamos el caso de una mujer que visita Miami. Su primera impresión es que la ciudad está repleta de judíos, mientras que la población joven consiste mayormente en latinos. Una conclusión errónea sería pensar que al envejecer, los latinos de Miami se transforman en judíos.
Es el mismo error que, al comparar cerebros, se argumente que se van al demonio al envejecer. Que la generación reciente supere a la precedente desmiente la idea de que nos volvemos más tontos.
El efecto Flynn. Revela la suba año por año del cociente intelectual en la mayor parte del mundo, aunque con tasas de crecimiento que varían de país a país.Entre las causas están la tendencia a familias más pequeñas, una mejor educación, un descenso en la contaminación,una mayor complejidad en el ambiente, las influencias médicas y nutricionales.
Lo que revelan los estudios es que si los octogenarios de hoy no piensan ni recuerdan como sus nietos de 30 es consecuencia de diferencias generacionales, de manera tal que las creencias pintan un cuadro excesivamente pesimista de lo que sucede con el cerebro al pasar los años.
Si medimos una y otra vez a los mismos individuos, al menos antes de los 60 años, veremos que la edad contribuye a la “estabilidad e incluso al incremento” del rendimiento cerebral. Reconocer que la diferencia se debe a causas distintas precipitó intervenciones para prevenir esa declinación.
Las generaciones que llegan hoy a la vejez redefinen esta etapa de la vida, expresando nuevas aspiraciones, necesidades y estrategias relacionadas con la participación en la vida social.
Una persona mayor es una persona que tiene 15 años más y esa afirmación la puede suscribir tanto un sujeto de 85 como otro de 30. Un adulto puede jubilarse del trabajo, pero no como consumidor. La edad como criterio de clasificación no genera afinidad, las afinidades se encuentran en las prácticas, ideologías y consumos. El reto es envejecer, sostener la identidad y el reconocimiento social, como ciudadanos activos que participen en términos de paridad. Debemos mirar de otro modo al adulto mayor. El mundo no cambiará porque sí, se precisa una generación que lo haga. Esa ciudanía que transformará el medio, cuando la edad no sea más que una anécdota.
Un joven, aun con su conocimiento, no puede ser sabio, porque le falta la experiencia vivida. Según como tratemos a los adultos mayores integrarán la biblioteca nacional como gestores de la comunicación intergeneracional o terminarán sus días en un geriátrico. Rita Levi Montalcini nació en 1909. En 1986, obtuvo el premio Nobel de Medicina, por aislar el factor del crecimiento neuronal. Al cumplir 100, se mantenía muy activa y lo explicó por la plasticidad de su cerebro. Las neuronas que sobreviven crean nuevos caminos, al estimularlo y mantenerlo ilusionado y activo.
El cerebro no se arruga, el cuerpo sí. Esta frase es de su autoría. Perseguida por ser judía en la segunda guerra mundial, convirtió su dormitorio en un laboratorio. Dijo que el cerebro es el “as” en el juego de la vida. La plasticidad cerebral compensa la pérdida de neuronas. El requisito es conservar la curiosidad, el empeño y la pasión, al tener muy clara la misión en la vida.
Intervenciones. El estudio ACTIVE (Capacitación Cognitiva Avanzada para tener ancianos
independientes y Vitales), iniciado en 1992, utilizó como voluntarios a 2.832 adultos, divididos en grupos que no capacitó y otros con entrenamiento en raciocinio, memoria y velocidad de procesamiento. La capacitación en raciocinio enseñó a los participantes métodos para descomponer un problema en pasos y en estrategias de memoria para formar imágenes y asociaciones.
La mejoría fue equivalente a retroceder 10 años en el tiempo, aunque no se observó un efecto de transferencia; es decir que mejorar la memoria no agudizó el raciocinio, ni una mayor celeridad de procesamiento enriqueció la memoria. Algo más alarmante fue que luego, el rendimiento de los participantes cayó más en la población capacitada, lo que refleja que es necesario hacer neurobics, algo parecido al aeróbics. Hay que incrementar la estimulación periódicamente.
Cabría pensar que los crucigramas son el ejercicio mental ideal porque se practican todos los días y mantienen la agilidad cerebral, sobre todo en vocabulario y memoria. Pero es una confusión de causa y efecto, ya que no son habilidades que sirvan a otros fines. En un estudio no encontraron pruebas de que los que hacían crucigramas o participaban en actividades estimulantes mejoren su envejecimiento mental. Es más una esperanza optimista que una realidad empírica.
Aerobis y neuróbica. El ejercicio aeróbico sostiene la agudeza mental, ya que el oxígeno es el alimento del cerebro. Un estudio de la Universidad de Illinois descubrió que tres caminatas vigorosas por semana, durante 6 meses, mejora la memoria y la materia blanca, que conecta las neuronas para funciones ejecutivas, como por ejemplo, la planificación.
Aunque caminar es gratis, en 2009 los estadounidenses gastaron US$ 13 millones en software y juegos de acondicionamiento mental. Según científicos independientes, los productos mejoran las capacidades para las que fueron diseñados porque al repetir la rutina rebaja el tiempo de respuesta.
Lo que sí podría servir es una gimnasia de las neuronas dirigida a crear vínculos y rutas neuronales entre los hemisferios, es decir relacionada con los procesos cerebrales “de fondo”.
No se conocen casos de Alzheimer en ajedrecistas famosos. Einstein fue un genio dotado de ingenio porque sabía combinar las dos partes del cerebro. Einstein donó su cerebro para que estudiaran el secreto de su mente brillante. El resultado sorprendió a los científicos: su cerebro era igual a cualquier otro ¿Cuál era la diferencia? No se diferenciaba por el hardware sino por el software con el que lo hacía funcionar. Su cuerpo calloso, el cable que une los hemisferios cerebrales, se hizo más grueso que el del cerebro común. Al transitar frecuentemente el pensamiento lógico y el creativo, descubrió que la imaginación es más importante que el conocimiento.
InSight es un programa desarrollado por Posit (US$ 395) que tiene ejercicios para discernir la dirección en que se mueve un patrón antes que el cerebro termine de procesar el primero. El objetivo es activar una señal que reduzca el ruido cerebral. Es más importante corregir la maquinaria subyacente para procesar información que estimular directamente funciones como la memoria, debido a que al mejorarla, la información se transmite de manera más precisa y rápida.
Los adultos mayores sanos practicando una hora diaria durante ocho semanas mejoraron su velocidad de procesamiento al nivel de los adultos de 40 y su memoria tuvo una mejoría similar.
La “capacitación perceptiva” mejora la memoria de los adultos mayores. Pronto, quizás, podremos hablar de un envejecimiento “óptimo”: mente sana en cuerpo sano.
La jubilación. Es una transición entre el trabajo rentado y otras ocupaciones que puede motivar una crisis o un progreso según los recursos económicos, sociales y educativos que el jubilado posea. Puede promover avances o dejarlos varados y a la intemperie frente a lo que se viene. El que trabajó toda la vida puede sentirse mal, y pasarse el tiempo libre arañando las paredes de su casa.
El psicólogo norteamericano Salthouse en la Universidad Concordia, Canadá, analizó los cambios que se producen a los 65 años a nivel intelectual y destacó que se relacionan con los cambios globales que produce el proceso jubilatorio en el funcionamiento cognitivo durante los 4 años que siguen a la jubilación, donde se ve afectado por las motivaciones y necesidades intelectuales, el nivel de la actividad mental y el estado anímico.
El abandono del trabajo suele reducir los niveles de exigencia intelectual que la actividad laboral implicaba y aumentar el desuso. Así lo que no se usa se pierde y genera una pérdida en comparación con etapas anteriores, y eso se relaciona con el declive cognitivo. La presencia de actividades nuevas o desafiantes y la mayor variedad de desafíos pueden incrementar su potencial y su mejor desempeño. Dicho nivel de actividad facilitaría preservar e incrementar la “reserva cognitiva”, la capacidad de cerebro adulto de minimizar un proceso neurodegenerativo.
La continuidad pre y post jubilatoria toma particular relevancia en el desarrollo de este andamiaje compensatorio, ya que es un momento vital donde pueden suceder cambios en las funciones cognitivas, quizás la más evidente se presente en la memoria. Un dato importante de los hallazgos de investigación muestra que una mayor variedad de actividades que involucren diversas funciones mentales perseguidas en cualquiera de los años iniciales de la jubilación se asocia directamente con un mejor desempeño un año después. Es importante tener en cuenta que los cambios de estilos de vida pueden afectar ciertos recursos cognitivos o, por el contrario, mejorarlos. El desarrollo a lo largo de la vida, y el envejecimiento deben tener en cuenta la motivación, la actividad y el estado anímico luego de la jubilación para mantener el rendimiento intelectual y generar cambios.
Dieta mental del cerebro sano. El cerebro funciona con energía bioquímica y si sabemos cómo funciona, podremos sacarle más partido. Pero al igual que cualquier otro músculo, necesitamos entrenarlo con una “dieta mental”, compuesta por distintas actividades. Las ondas cerebrales resultan de los movimientos vibratorios del cerebro que se generan con las actividades.
Uno de los primeros investigadores fue Hans Berger, gracias al famoso aparato que inventó, el encefalograma, y que dio pie a la actual clasificación que conocemos basadas en el alfabeto griego:
Ondas beta o estado de alerta: Es la frecuencia habitual que se registra en plena actividad mental, cuando trabajamos, conducimos o vamos a cruzar una calle. Los sentidos están volcados hacia el exterior y es entonces cuando pueden aparecer emociones como enfado, estrés o temor.
Ondas alfa o de relajación: Tienen una frecuencia menor y se activan con actividades o pensamientos relajados y despreocupados. Se logran a través de un masaje, un baño caliente o cuando nos desconectamos de nuestros problemas, con recuerdos muy agradables u optimistas, siempre y cuando no estemos dándole demasiadas vueltas a la cabeza.
Ondas Gamma o de lucidez mental: Cuando vibramos en esa frecuencia son momentos de concentración, que incitan a la intuición, el sentido del humor y a tener buenas ideas.
Ondas theta o de estados de vigilia: Se activan al dormir o con meditación profunda. Producen un alineamiento entre los hemisferios y son la base de la imaginación y el aprendizaje. La práctica de la relajación profunda ayuda a activarlas, es tan beneficiosa como difícil de lograr.
Ondas delta o de estado hipnótico: La frecuencia es la menor de todas, surgen en el sueño profundo. Ayudan a reafirmar el sistema inmunológico, por eso es tan importante para nuestro cerebro dormir bien y descansar. Las ondas son los ingredientes claves del cerebro.
Una dieta para tener un cerebro creativo y talentoso debe incluir:
Dormir. Refresca la mente, el cuerpo, consolida la memoria y refuerza lo que se aprende durante el día. Por eso al levantarse llegan respuestas a problemas que antes de acostarse no tenían solución. Simplemente, el sueño hizo su trabajo. Cada uno sabe cuál es tiempo adecuado para rendir a pleno. Einstein dormía 10 horas y cuando trabajaba en ideas importantes, curiosamente dormía 11 horas.
Jugar. Gracias al juego, somos más flexibles en nuestras emociones y podemos ser más creativos. Potencia las ondas gamma, las más codiciadas. Esta es la explicación de por qué somos más permeables al aprendizaje cuando disfrutamos lo que hacemos.
No hacer. Nos cuesta mucho. No significa placer, es no focalizarse en algo concreto, como cuando en un avión la mente fluye sin objetivo específico u oímos música sin reparar ni en la letra. Son momentos en los que se generan las ondas theta y delta que ayudan a ser más eficaces en alcanzar un objetivo. Antes de iniciar una tarea compleja, es recomendable “perder” el tiempo haciendo otras cosas sin importancia. Es un preámbulo necesario para encontrar una solución.
Desarrollar la introspección o vivir en el momento presente:Son momentos en los que potenciamos las ondas alfa, gamma y theta a través de actividades como dar un paseo en plena naturaleza, escuchar una música tranquila o realizar algún tipo de meditación. Ayuda a rebajar el estrés y reduce la presión arterial y la tensión muscular. Es la antesala para ser más eficaces.
Conectarse: Es el tiempo dedicado a construir relaciones saludables, en las que disfrutemos de la compañía, de una buena conversación o un satisfactorio contacto físico. La amistad aumenta la esperanza de vida. Gracias a la conexión somos capaces de mejorar nuestro sistema endocrino, cardiovascular e inmunológico. Depende de la calidad de contacto el generar buenas o malas ondas.
Hacer ejercicio físico. Hacer deporte es ideal para sentirse sano. El ejercicio físico ayuda a que el cerebro sea más plástico y potencia las actividades neuronales que lo protegen del envejecimiento o de cualquier otro daño. La variedad es amplia: va desde ejercicios físicos hasta caminar o bailar.
Focalizarse en metas, realizar las tareas. Son los momentos para resolver problemas, e-mails, llamadas. Para focalizarnos es recomendable que nos centremos en una, que no caigamos en la multitarea, que nos roba tiempo y energía. Como es de suponer, esta actividad refuerza las ondas beta. Si queremos ser más eficaces y creativos debemos incluir actividades que musculen el cerebro, como el descanso, la reflexión y el contacto con amigos. Si olvidamos estos consejos, nuestro querido cerebro se sentirá hambriento de los ingredientes que precisa.
Recetas. Toma tu agenda e identifica la relación de actividades anteriores en cuáles te has centrado más y cuáles has dejado de lado. Ubica los medios y personas para realizar las actividades de la agenda. Son el 80/20 los mínimos vitales que producen el 80% de los resultados. Define un plan de acción para las que están estancadas. La fórmula es que el cerebro funciona con energía. En la medida que lo alimentemos con las siete actividades fundamentales podremos vivir a pleno.
¿Qué es la anosognosia? Es no darse cuenta de lo que ocurre. Quejarse de la memoria es muy frecuente en personas de más de 50 años.Se traduce en no poder recordar nombres, entrar a una habitación sin saber qué se iba a buscar, olvidar el título de una película, o dónde se dejaron las llaves. Muchas personas se preocupan por estos olvidos. Pero «Quien es consciente de sus olvidos no tiene problemas serios de memoria ya que quien padece la enfermedad no tiene registro de lo que le pasa. Anosognosia es no darse cuenta de lo que le ocurre. Dubois, profesor de neurología de Pitié-Salpêtrière, acuñó una explicación válida para la mayoría de los casos de personas preocupadas por sus olvidos: «Cuanto más se quejan los sujetos de su memoria, menos probabilidades tienen de sufrir la enfermedad». No es Alzheimer. Son años, orgullosos años.
El ataque cerebrovascular (ACV) Se estudian técnicas para recuperar el desempeño luego de un ataque cerebral. Se basan en la «neuroplasticidad», que permite al cerebro transformarse a sí mismo y ensaya técnicas de neuroimagen para identificar la zonas afectadas y potenciar la recuperación.
Hay una ventana de oportunidad para intervenir, reducir secuelas y aprovechar la capacidad de las neuronas para recuperarse. Hay un lapso de «hiperplasticidad», como el de los niños, posterior al ACV que ronda los 3 meses. El sistema nervioso cambia con el desarrollo, el envejecimiento, las experiencias y los daños. Hay tecnologías que puedan restaurar la normalidad.
En cuanto el paciente esté en condiciones de interactuar hay que realizar maniobras para cambiar la evolución. Hay especialistas que ven al paciente desde su óptica, pero lo tratan entre todos.
La recuperación se inicia por la expresión de genes que producen neurotransmisores que favorecen la plasticidad. Luego se frena y vuelven a la plasticidad normal. El cerebro tiene capacidades de recuperación que pone en marcha, como cuando uno se cae y se lastima, y se deben aplicar en la clínica cotidiana. La mayoría de los que padecen un ACV recuperan parte de la función.
La educación atrasa. Se ve en lo concerniente a los avances de las neurociencias, tanto en el envejecimiento como en el aprendizaje de los niños, que son los padres del hombre. Estos descubrimientos nos fueron incorporados a las escuelas y a las universidades.
Habilidades como imaginar, aprender o razonar, se desarrollan resolviendo problemas. Así el cerebro madura. Para estimular las conexiones debemos sostener la curiosidad y afrontar desafíos. No hacerlo sería casi una renuncia ya que algunas capacidades se perderían inevitablemente.
Hay viejos jóvenes y jóvenes viejos, ricos y avaros, enamorados y sin amor, lúcidos y viejos.
El anciano compensa la disminución de su agilidad mental, con la inteligencia cristalizada, una sabiduría que es fruto de los años. El cerebro cambia con la calidad de vida, una vida aburrida es un seguro de que el cerebro también lo será. Al analizar un hemisferio cerebral hay que tener claro que es la mitad de la estructura de un órgano único de dos partes, no como el riñón donde se puede perder uno y el otro sigue trabajando. Sin la mitad se pierde información única y específica que no puede ser reemplazada por la otra. El cerebro es el órgano más organizado y complejo de nuestra anatomía, se desarrolla durante toda la vida, porque siempre somos capaces de aprender.
El poder inteligente tiene dos fuentes, el hemisferio derecho – el hemisferio del artista- brinda las ideas, el izquierdo – el hemisferio del científico- organiza el resultado de la imaginación. Cuando Einstein se atascaba en un problema, tocaba su violín hasta dar con la solución. Tenía una sensibilidad especial y prefería las impresiones sensoriales a las palabras. Para descubrir la teoría de la relatividad se imaginó a sí mismo viajando en la punta de un rayo de luz.
El cerebro alude al funcionamiento del sistema nervioso, la mente consciente a la actividad.
El cerebro tiene un significado concreto, la mente uno psíquico y abstracto. El pensamiento los combina, ya que, como el pensamiento implica autoconciencia, es una función derivada de la evolución. El cerebro es un todo unitario y el sustrato de la mente. Cuanto mayor sea el conocimiento del cerebro, más sabremos de las funciones mentales y cuando perfeccionemos las funciones mentales a través de la educación y de la gimnasia mental, más rápidamente evolucionará el cerebro individual y el cerebro social. Porque la ciencia sin conciencia es la ruina del alma. Hay viejos jóvenes y jóvenes viejos, es una incompetencia social solucionable con mejor educación.
Dr Horacio Krell. CEO de Ilvem. Dicta conferencias gratuitas sobre métodos que optimizan la inteligencia. Mail de contacto [email protected]
Marcelo que articulo tan interesante, por su contenido y toma de conciencia de lo importante de tener una mente sana, a cualquier edad