El escándalo tras los resultados erróneos de las encuestas durante el periodo electoral de Estados Unidos colocó en el ojo del huracán a la información falsa en la red denominada Fake News, y alertó a organizaciones, empresas y figuras públicas sobre las posibles afectaciones en su imagen pública.
Al respecto, Susana Oliva, directora general de Big Foot, explica que este fenómeno cultural se ha acentuado exponencialmente con la migración de la información hacia plataformas digitales, aunado a la posibilidad que tiene todo individuo de convertirse en un emisor de información masiva.
“La digitalización nos ha convertido a todos en voceros de la información, esto crea opiniones que no provienen de autoridades académicas o de cualquier otro tipo, y que se basan en puntos de vista y criterios de cualquier persona”, asegura Andrea González, Chief of Intelligence & Innovation de la compañía.
Además, dentro del consumo digital estamos totalmente sesgados a lo que el Internet nos arroja de manera dirigida. “Las redes sociales, en específico, están configuradas para entregarnos qué queremos ver y leer. El problema creció cuando éstas pasaron de ser Social Media a Mass Media”, comparte Mariana del Río, Innovation and Intelligence Analyst.
Afectaciones en diferentes sectores
La proliferación de Fake News sobre un tópico en específico ha tomado por sorpresa al mundo en diversas ocasiones, tales son los casos de las elecciones en Estados Unidos y Filipinas. No obstante, la divulgación de datos no confirmados generan una mayor especulación e incertidumbre para los mercados e industrias.
El sector bursátil ha sido uno de los más afectados en estas olas de desinformación. “Los inversionistas comienzan a ser escépticos de la información que se les da. El mundo financiero reclama ser más inmediato y directo, no con base en lo que cuentan los intermediarios ni en la especulación. Los resultados de las inversiones con Fake News se dejaron ver en el 2008 y de acuerdo a expertos como Rana Foroohar en su libro Makers & Takers, the rise of finance and the fall of American business, apenas se vio la punta del iceberg del problema. El inversionista debería tener a la mano datos fidedignos y así apostar por las opciones más prometedoras”, comenta Oliva.
Para la industria del consumo sucede algo similar, “tal es el poder de la audiencia y la penetración de la información que cualquiera podría tirar a una marca enseguida con la publicación de algún dato falso o una realidad sesgada”, asegura González.
Incluso los medios de comunicación han comenzado a ser evaluados de acuerdo a la veracidad y diversidad de sus fuentes. De acuerdo a un ranking elaborado por el American Council on Science and Health y el RealClearScience sobre aquellos medios que sustentan su información con fuentes científicas, la revista Nature está clasificada entre los “siempre” documentados, mientras que The New York Times, The Washington Post y The Guardian, están clasificados en “a veces”.
Ante este panorama, el equipo de BigFoot brinda algunas herramientas a empresas, organizaciones gubernamentales y figuras públicas para prevenir cualquier afectación a su imagen por medio de Fake News:
Apostar por la verdad contundente y tangible (storydoing versus storytelling). Ser brutalmente honestos al decir las características intrínsecas del producto, servicio o persona, y hacer público datos, cifras, declaraciones que sean fáciles de rastrear.
Contacto directo con consumidores y usuarios. Elegir una comunicación directa donde el consumidor y usuario obtenga la información de primera mano. Tanto de causas comerciales como políticas, los hechos valen más que mil palabras. La honestidad es clave.
Contar con Clean Data. La inteligencia de mercados se basa en data y es un gran peligro utilizarla cuando proviene de una sola fuente o sólo del mundo digital. Big Data no es suficiente y a veces ni siquiera verídica, es necesario contar con Big Clean Data, que contraponga las informaciones para extraer la verdad, que salga de las cámaras de eco, así como de las falsedades que el consumidor quiere proyectar para resguardar su privacidad.
“La visión completa de usuarios y consumidores trasciende los múltiples escenarios que recogen su información, así que hay que ir por toda ella para tener la foto completa”, concluye Oliva.