Yo siento que en todos los niveles de la sociedad de América Latina las personas más activas, las que hacen algo por los demás son muy admiradas, ya sea ayudando a los vecinos o trabajando dentro de una empresa. Sin embargo, la figura del emprendedor como hombre de negocios, no siempre es bien vista ni muy respetada en la región, ya que siempre queda esa aura de sospecha de por qué tuvo tanto éxito. A nivel social, hay un factor cultural que todavía no está premiando el esfuerzo y el éxito económico.
A pesar de que un emprendedor en América Latina tiene que tomar mucho más riesgo que su contraparte en un país más desarrollado, el reconocimiento social no es tan grande y un fracaso empresarial cuesta bastante aceptarlo. Por ejemplo, aquí en la universidad, cuando viene una persona a entrevistarse para un puesto de trabajo, pocos se atreven a poner la razón de porqué fracasó en un negocio. En cambio, en EE.UU., las personas presumen de haber quebrado una empresa y de haberla vuelto a lanzar, y de seguir siendo un emprendedor.
Jorge Fabre. Director de la Facultad e Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac del Sur (México)