Muchas nuevas e interesantes cuestiones se plantean a los hombres que están al frente de las empresas. Por ejemplo: ¿cómo se remunera convenientemente a los empleados dado que ellos están invirtiendo su propio capital humano? ¿Cómo se fija el precio de los productos, cuando el propio cliente, muchas veces, contribuyó a la creación de los mismos? Fíjese en otro aspecto: las empresas de saber puro más viejas, como las de auditoría, abogacía y consultoría, están organizadas como sociedades y no tanto como sociedades por acciones. ¿Qué es lo que quiero decir con esto? Que, en la medida en que el conocimiento es más importante en las organizaciones de hoy, se espera que comencemos a ver, de manera creciente, el surgimiento de formas empresariales híbridas – algo que es, en parte, una sociedad y, por otro lado, también una empresa por acciones.
Thomas Stewart. Columnista de Fortune, responsable de la sección «The Leading Edge».