El coaching es un método que consiste en dirigir, instruir y entrenar a una persona o a un grupo con el objetivo de conseguir alguna meta o desarrollar habilidades específicas. Hay muchos métodos y tipos de coaching. Y también existen algunos que realizan esta actividad sin tener las condiciones para hacerlo.
Lamentablemente, el éxito que ha tenido esta actividad ha atraído a mucha gente a ofrecer servicios de este tipo sin tener licencia para ello. Igual que en cualquier otra profesión, el coaching cuenta ahora con muchos proveedores que están perjudicando la actividad y deteriorando las bondades que esta práctica ofrece. A ello se suma que el cliente no se preocupa por exigir al profesional las credenciales apropiadas para ejercer la actividad, incluyendo el tener un marco de referencia sustentado en un código de ética avalado internacionalmente.
¿Por qué es importante contar con un código de ética? Es clave tener absoluta claridad acerca de la profesión, sobre la práctica del coaching, su definición, aplicaciones, alcances y conducta esperada, lo cual es siempre de gran beneficio para la profesión, para los clientes y para los practicantes del coaching.
Una persona que no cuenta con un código de ética verá disminuido su desempeño ya que todas las habilidades de coaching son una aplicación práctica de la ética que las sustenta.
El código de ética describe, explica y clarifica el significado del coaching como profesión, indicando en qué consiste, cómo se hace y en especial, cómo debe conducirse mientras se desempeña como tal. Además especifica la conducta del coach hacia la misma profesión.
Otra virtud es que ofrece a los clientes potenciales y actuales información sobre lo que puede esperar de esta práctica y lo que no debe esperar en ella. También entrega las indicaciones relacionadas al comportamiento que debe tener hacia sus clientes para cumplir correctamente con sus necesidades, ofreciendo un servicio eficaz, de calidad y de alto beneficio para sus clientes.
Por otra parte, y para llevar a cabo un proceso de coaching, el profesional debe tener una serie de competencias y de habilidades de comunicación que se adapten a cada persona. Además es necesario un manejo de las técnicas de resolución de conflictos, de negociación, de planificación estratégica, de habilidades de liderazgo y auto-liderazgo.
La clave de un buen entrenador no está en sus conocimientos de la técnica sino en sus habilidades personales, de compromiso, orientación al logro, entre otros aspectos.
En conclusión, el cliente debe tener claro que el coaching es una invitación a la mejoría constante. Y no es posible lograr ese resultado si no se cuenta con un código de ética.
Desempeñarse dentro de ese marco ético implica salirse de lo común, de lo corriente, de la competencia vulgar y comenzar a vivir dentro de una dimensión más elevada, donde es factible vivir con valores, con entusiasmo y respeto.
Quien recibe el coaching, es la persona que cuenta con la mayor y mejor información para resolver las situaciones a las que se enfrenta. Es por ello que en vez de enseñar, el entrenador facilita al pupilo a que aprenda de sí mismo.