por Dr. Horacio Krell*
No se trata de frenar la innovación, sino de darle propósito y sentido. El futuro no debe ser gobernado por la locura ni por la lógica fría de las máquinas. Debe ser conducido por una humanidad más sabia, más compasiva, más libre.
La democracia, el poder y la amenaza de una civilización artificial
La democracia liberal está en peligro. El auge de populismos, tanto de izquierda como de derecha, desafía las fórmulas tradicionales del poder. Donald Trump, con su estilo errático y provocador, parece haber asumido el rol del «loco» al mando. Pero ¿es irracional o simplemente estratégico? Al mismo tiempo, el mundo presencia el nacimiento de una civilización artificial, donde la inteligencia artificial podría reorganizar los pilares mismos de nuestra convivencia.
El hombre loco como estrategia
La teoría del hombre loco sugiere que, en política, aparentar locura puede ser una herramienta de disuasión. Maquiavelo lo insinuó, Nixon la utilizó durante la Guerra Fría, y hoy Trump parece interpretarla con maestría. En su caso, la línea entre la locura real y la calculada se vuelve borrosa.
¿Es un excéntrico sin rumbo o un estratega que busca desestabilizar con su imprevisibilidad? ¿Por qué alguien diría que quiere comprar Groenlandia o que Canadá se convierta en el 51º Estado? ¿Qué pretende al decir que transformaría Gaza en una «Riviera sin palestinos»? Las respuestas pueden estar en la estrategia del desconcierto, diseñada para confundir aliados, rivales y a la opinión pública.
Pero esta táctica tiene sus límites: la credibilidad se erosiona, y las amenazas pierden efecto si se perciben como delirios inofensivos.
El riesgo de convertirse en su personaje
En ocasiones, el líder termina creyendo su propia representación. La actuación se vuelve realidad, y las decisiones, cada vez más arriesgadas. Hitler no fingía su locura: ejecutó su visión distorsionada del mundo con consecuencias devastadoras.
La pregunta central es: ¿puede la irracionalidad voluntaria sostener el liderazgo en un mundo cada vez más interconectado y tecnológico?
¿Qué es la civilización artificial?
Paralelamente a estos liderazgos imprevisibles, emerge otro actor, quizás más inquietante: la inteligencia artificial. Está en marcha una transformación silenciosa y profunda. Una civilización artificial comienza a gestarse, donde los algoritmos, la automatización y la autonomía de las máquinas reconfiguran el trabajo, la política, las relaciones sociales y la conciencia.
Se trata de una civilización en la que la IA no solo asiste al ser humano y las máquinas, sino que comienza a organizar la realidad en su lugar.
¿Quién establecerá las reglas de esta nueva civilización?
Dos visiones se disputan la supremacía:
- China, que busca un conocimiento artificial infalible como forma de control absoluto.
- EE.UU., donde las grandes corporaciones tecnológicas (Google, Apple, Meta, Microsoft) promueven un liberalismo tecnológico orientado al consumo y la manipulación del deseo.
Ambos modelos compiten por crear la bomba atómica digital: una IA que pueda predecir, controlar y gobernar.
Los riesgos de un nuevo totalitarismo digital
El desarrollo desregulado de la inteligencia artificial puede destruir los fundamentos de la democracia y del Estado de bienestar. Podría surgir una «otredad artificial», una especie de espejo oscuro de la humanidad, con capacidades inmortales y sin compasión, que habite en una nube donde la conciencia humana migre como avatar.
Se vislumbra un mundo sin ensayo y error, donde la IA tenga siempre la razón y el ser humano pierda su libertad de errar, de pensar y de decidir.
¿Qué se puede hacer hoy?
Ante esta disyuntiva, Europa puede y debe desempeñar un papel crucial, liderando una gobernanza ética y humanista. Necesitamos poner límites, sabiduría y valores a un proceso que amenaza con desbordar la propia condición humana.
No se trata de frenar la innovación, sino de darle propósito y sentido. El futuro no debe ser gobernado por la locura ni por la lógica fría de las máquinas. Debe ser conducido por una humanidad más sabia, más compasiva, más libre.