Sinopsis del cuento
Cuando prestamos atención a nuestros anhelos, sale a flote nuestra naturaleza de “cisnes”
En un verano, cerca de la acequia alrededor de una mansión campestre, anidaba una pata. Uno por uno los cascarones de los huevos se fueron quebrando, hasta que sólo quedó intacto el último, inusualmente grande.
Una anciana pata insistía en que se trataba de un huevo de pava y le advirtió a la mamá que los pavos le tenían miedo al agua. Cuando finalmente se abrió el cascarón salió torpemente un patito grande y feo. Temiendo que en verdad fuera un pavo, la madre pensó, “lo obligaré a meterse en el agua, incluso si me toca empujarlo”.
Llevó a sus críos hasta la acequia, y uno tras otro, los patitos se echaron al agua; todos flotaron espléndidamente, incluso el feo, “No, ¡no es un pavo!-se dijo la madre-. Es mío, no cabe duda”.
En el corral de las aves, todos se ensañaban con el patito feo por ser diferente. Los patos lo empujaban, las gallinas lo picoteaban e incluso la niña que les llevaba la comida lo apartaba a puntapiés. Sus hermanas y hermanos querían que el gato se lo llevara, y finalmente hasta su madre deseó que fuera lejos. Desesperado, el patito saltó la cerca y huyó al pantano.
En el agreste paraje del pantano se topó con unos gansos salvajes amigables. ¡Pero de repente empezó una cacería! Los cazadores le dispararon a los gansos, la sangre tiñó el agua de rojo y un terrible perro se metió chapuceando el agua en busca de las aves muertas. El patito quedó petrificado del susto.
Por la noche, el patito huyó del pantano y llegó a una granja dilapidada en donde vivía una anciana con un gato y una gallina. El gato era el amo de la casa, la gallina era la dueña, y ambos tenían opiniones contundentes sobre todo. El patito pensó que uno podía tener un punto de vista diferente, pero ellos no lo aceptaron. Aunque se sentía seguro en su rincón, el patito empezó a añorar el aire libre y el agua y se lo dijo a la gallina. Pero ésta insistió en que el ocio era lo que le hacía pensar esas necedades y le aconsejó que se mantuviera ocupado. Como el patito seguía sintiendo añoranza, la gallina le dijo que era irrazonable. ¿Acaso el gato, la gallina o la anciana querían chapucear por ahí? ¡Era una idea sin sentido! “¡No me entiendes!”, gritó el patito, y volvió a salir al gran mundo.
De nuevo en su elemento, el patito disfrutaba flotando y zambulléndose en el agua, pero las demás criaturas lo seguían rechazando. Una tarde de otoño, el patito vio una bandada de hermosas aves blancas con cuellos largos y finos. ¡Eran cisnes! Las majestuosas criaturas desplegaron sus alas y emprendieron vuelo hacia climas más cálidos. El patito se sintió extremadamente relacionado con ellas. Aunque pronto desaparecieron de vista, no podía olvidar a esas extraordinarias criaturas.
Llegó el invierno y el pobre patito tuvo que nadar y nadar para evitar que el agua se congelara por completo, pero al cabo de un rato se sintió agotado y quedó atrapado en el hielo. Por fortuna, un granjero lo vio y lo rescató.
Cuando llegó la primavera, el patito probó sus alas. Hacían un fuerte sonido aleteante mientras lo transportaban a un hermoso jardín. Cuando se posó sobre el agua, volvió a ver a las majestuosas aves, pero esta vez venían hacia él con las plumas todas esponjadas. Temió que lo fueran a matar a picotazos por ser tan feo. Aceptando su suerte, bajó la cabeza hacia la cristalina superficie y de repente vio su propio reflejo en el agua… ¡Él también era cisne!
No triunfamos en la vida solo por tener una carrera envidiable; triunfamos cuando encontramos el lugar al que pertenecemos y nos convertimos en la persona que nacimos para ser.
Para llegar a descubrir nuestra verdadera esencia debemos emprender un viaje de autoconocimiento, que muchas veces suele ser dificultoso, otras veces solitario, pero vale la pena recorrerlo.
En la escritura podemos detectar todos estos puntos:
Un mejor conocimiento de nosotros mismos
El patito feo no encaja. Lo maltratan por ser demasiado diferente, demasiado grande, demasiado feo. De manera similar en el ámbito laboral muchos se sienten discriminados.
Sólo nos hacemos daño si adoptamos como propias las opiniones de los demás.
Dejar atrás las voces negativas
Como es lógico, el patito feo desarrolla una autoimagen lastimera.
A semejanza del patito, muchos nosotros tenemos un severo crítico interno que nos recuerda constantemente nuestros defectos y nos menoscaba la autoestima. O, por el contrario, algunos necesitan reforzar su inflada autoimagen diciéndose constantemente cuán maravillosos son.
Reafirmarse
A veces los lugares seguros-como los que buscó el patito junto a la anciana-, terminan siendo espacios de control ejercidos por otros que creen saber qué es lo mejor para uno. Y al igual que la gallina del cuento, todos tenemos una autoritaria en nuestra vida, que esté o no presente se mete en nuestra mente diciendo cosas del tipo: “olvidate de esa idea ahora, podría poner en riesgo tu futuro” o, “no puedes, no tienes tiempo”, etc.
Aunque a veces sean consejos prácticos o bien intencionados, no podemos permitir que nos manejen la vida. Si lo hacemos, terminaremos demasiado ocupados para pensar y con la mente demasiado cerrada para aprender y explorar nuevos horizontes, y envejeceremos antes de tiempo.
Para contrarrestar esto, lo mejor es reafirmarse en la vida.
Una perspectiva mas amplia del trabajo
“Pero es tan maravilloso flotar sobre el agua-dijo el patito-. ¡Es tan agradable sumergir la cabeza y zambullirse hasta el fondo!.
Poder tener una visión diferente del trabajo, entenderlo como una aventura , donde cada día estamos expectantes de lo que va a venir. Eso es una de las formas de tener una perspectiva más amplia.
Ser creativos, lúdicos a la hora de moverse, de relacionarse sin que eso implique ser irresponsables o demasiado informales.
Una perspectiva más amplia del mundo
De repente desplegó las alas. Silbaron con más fuerza que antes y lo elevaron con potencia y lo transportaron lejos.
Poder tener un criterio más amplio, visión de alto alcance, eso es también tener una perspectiva más amplia del mundo. Cuando comprendemos eso, vemos que podemos, que somos capaces, nos orientamos hacia algún proposito en la vida.
Gabriela Arismendi
Grafóloga
Mat N° 10982
Miembro de AGORA (Asoc. Grafólogos Oficiales de la Rep.Arg)
CONSULTORIO EMPRENDEDOR DE GRAFOLOGÍA
Sacate todas tus dudas sobre Grafología. Gabriela Arismendi te responde DUDAS, CONSULTAS y PROPUESTAS: [email protected] Asunto: Grafo
Gabriela Arismendi es grafóloga pública, egresada del Instituto
Emerson. Conferencista y autora de artículos sobre la profesión.
*Material extraído de *El patito feo se va a trabajar- Sabiduría empresarial a partir de los cuentos clásicos de Hans Christian Andersen”
Mette Norgaard-Ed. Grupo Norma
Que bueno!! y cuantos cisnes aún no se han mirado en el reflejo del agua.
JAJimenez