Dr. Horacio Krell Director de Ilvem. [email protected]
El cerebro usa razones con las que se engaña y engaña. La realidad está ahí, es objetiva, pero al privilegiar su manera de ver se aleja de la verdad. A veces precisa ser veloz, pero su racionalidad es limitada y su respuesta está condicionada por su subjetividad. Puede errar ante lo complejo pero también tomar decisiones rápidas y acciones efectivas.
Sesgo cognitivo
Es la desviación al procesar información, una distorsión que lleva al error de juicio, a la interpretación ilógica o a la conducta irracional. El cerebro es impreciso para calcular probabilidades, fabula y ve patrones inexistentes, atribuye significado divino a las coincidencias y afirma la causalidad donde sólo hay casualidad. Como cree que puede orientar los hechos a su deseo, valora la oración, la plegaria, los ritos y a los gurúes.
El sesgo retrospectivo modifica el recuerdo al conocer el resultado. (Y cree que sabía lo que iba a ocurrir). “Con el diario del lunes” se habla con el resultado puesto.
El sesgo de correspondencia sobrevalora la motivación personal para explicar la conducta, sin considerar el contexto. (Lo hizo porque le convenía). El sesgo de confirmación busca o acepta información concordante con lo que cree. (Esto tenía que pasar). El sesgo egoísta se atribuye los éxitos y culpa a otros si fracasa. El sesgo del falso consenso cree que piensa como la mayoría. (Todos están de acuerdo). El sesgo de memoria altera el recuerdo de los hechos. (Lo recuerdo perfectamente).
El tronco cerebral como en el reptil controla los instintos y no aprende de la experiencia. El mamífero al procrear por parto aportó el área afectiva. La razón derivó del lenguaje y se instaló en la corteza. El cerebro es el fruto de la evolución y no es tan preciso como la mano, que sustituyó a la garra. El niño nace imperfecto pero podrá elegir su futuro.
El hemisferio izquierdo alojó la razón y el derecho las emociones y un cable de fibras nerviosas los comunica. Según Pascal “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. La emoción lo lleva a la acción, la razón a sacar conclusiones.
La entropía es una fuerza para conservar la energía con el descanso. Pero al menor esfuerzo se opone la necesidad de buscar lo nuevo (creatividad). La trampa es no poder armonizar las novedades con la rutina. La repetición automatiza el pensamiento.
Lo viejo conocido
El cerebro se esfuerza menos usando solo lo que sabe. Pero un problema es nuevo y precisa ideas, no se resuelve de memoria. Se confunde pensamiento con memoria “estuve pensando en vos” o con creencia en: “yo pienso de esta manera”.
La escuela propone respuestas automáticas. Respuesta viene de responso, el rezo a los difuntos. Hay algo muerto allí, pensar no es responder. Lo habitual es etiquetar en categorías separadas, congelar el pensamiento. Pero así no surgen conceptos nuevos.
Tomar conciencia
El hombre choca dos veces con la misma piedra. Tiende a generalizar desde un hecho particular, a ver todo como bueno o malo, sin matices intermedios. La solución es hacer conscientes los prejuicios y observarlos para que no estén ocultos.
La multitarea rebaja la potencia y la concentración. Lo mejor es enfocar un tema a la vez. Domar la atención vagabunda, es la raíz del juicio, del carácter y de la voluntad.
El cerebro sigue a sus intereses que lo llevan a creer que eso es lo cierto o es mejor lo que no lo es. Prefiere la información que concuerda con sus creencias o con las opiniones de sus amigos, a pesar de la evidencia en contrario e incluso ante los fracasos.
Su capacidad de aprender está relacionada con su aptitud para cambiar o neuroplastidad. La mente, con el pensamiento, puede modificar una red neuronal. El cerebro no es menos creativo por la edad. La juventud lo hace más inocente e ignorante, para aceptar ideas radicales. Si aprende a generar desafíos, seguirá pensando como joven toda la vida.
Parálisis por exceso de análisis o decisión apresurada
La percepción hace creer que es el sol el que se mueve y no la tierra. El pensamiento natural va directo a la acción, está bien para elegir la corbata, pero también lleva resolver el problema equivocado.
Se aprecia más al intuitivo que al analítico porque no se justifica. El mundo es resultadista pero se pierde jugando bien. La clave es ser flexible y cambiar según los resultados.
La victoria tiene muchos padres
No premiar al que acierta, castigar el error, y no al indeciso; incentiva a no hacer nada. El miedo al fracaso inhibe. El que no hace no se equivoca pero tampoco aprende. El deseo nubla la razón. La sociedad de consumo ofrece un radar para imitar a ricos y famosos. Para decidir mejor hay que contar con la brújula interior que permite conocerse a sí mismo. La materia gris solo florece con educación.
Para adecuar la realidad a la creencia, lentifica la búsqueda de pruebas, pide largos informes, habla menos con los testigos que con los sospechosos y no define. Estira los tiempos, mete o saca temas del freezer y es ovacionado por su cofradía.
El sentido común
Hay tantas anomalías que llevan a perder el sentido de la realidad y, en lugar de honrar las garantías, con demagogia se practican sus antípodas. La sociedad fábrica asesinos y la universidad profesionales que ven con un solo ojo. Mueren más personas en accidentes de tránsito que por asesinatos. Sin embargo no se tienen en cuenta. El cerebro conspira contra las precauciones. La ilusión de control, hace sobreestimar sensación de seguridad por el simple hecho de que es uno el que maneja.
Lo que no se mide no se puede mejorar
Se pueden contrarrestar las fallas para aportar objetividad colocando sensores en los autos para detectar cómo se maneja. Lo que se mide, mejora. Dar visibilidad a una variable y recibir el feedback modifica la conducta. Tener un sensor y saber que una maniobra será detectada, mejora la prevención. Y ante el olvido, una app en el celular hace tomar conciencia y volver a la buena senda.
Si algo se pudo prevenir, no fue un accidente, sino una excusa. La tecnología no compensa el manejo temerario. Medir ayuda a advertir que uno es parte problema y no de la solución.
Información, conocimiento y sabiduría
El conocimiento sirve para ganarse la vida; la sabiduría ayuda a vivir. La experiencia ocurre, no se planifica y es un eslabón en la cadena de la vida. El experimento es un evento dirigido a producir un resultado, a confirmar una hipótesis. No es igual experiencia que experimento, ni conocimiento que sabiduría.
Elliot se preguntó una vez: ¿dónde está el conocimiento que se perdió con la información? y ¿dónde está la sabiduría que se perdió con el conocimiento?
Hay que aprender a ver más allá de lo inmediato, a mirar la vida en su conjunto y en su diversidad, y no atender a un único punto creyendo que es el todo. El especialista tiene un martillo y sólo puede ver el clavo, sabe más sobre menos y sabe todo sobre nada. El conocimiento se incorpora a través de la experiencia. Se puede conocer mucho y saber poco. Sabiduría es hacer algo mejor con la experiencia. El experimento aumenta el conocimiento pero no da herramientas para abordar las alternativas que la vida propone.
No todos los sesgos son dañinos
La evolución nos dotó de un catálogo para sobrevivir con una racionalidad mecánica. Pero hay atajos para elaborar estimaciones en lugar de buscar resultados exactos. Ante la probabilidad de que una serpiente lo muerda, ponerse a analizar las opciones aumenta el riesgo. A las fallas naturales del cerebro hay que sumar el cambio acelerado del contexto, para el que no viene preparado.
Momentos semilla
Un episodio traumático puede hacer germinar una semilla. Son eventos que, vistos en retrospectiva, generaron una transformación en la vida. Martin Luther King dijo: “Yo tengo un sueño” y era la visión de país que la mayoría tenía.
Cambio o transformación
El cambio viene desde afuera, es el choque de fuerzas que luchan y está ligado a los “debería”: reducir gastos; dejar de fumar; correr por la mañana. Existe una necesidad (dejar la nicotina) y una resistencia (fumar es un placer).
La transformación es internalizar el cambio. No es alguien que lo impone sino decidir ser parte activa. Los innovadores son los primeros en aceptar el cambio. Una minoría se anima a probar la novedad. Le siguen los adoptadores tempranos y luego un % de la sociedad. Cuando se llega a ese %, se produce el giro. Pero, ¿Cuál podría ser el propósito? La ilusión o la fe en que, tal vez, se logre trascender el destino de las múltiples tragedias.
Metodología intelectual
El Sistema lógico posterga las sugerencias del sistema emocional, e invierte en esfuerzo cognitivo para resolver problemas complejos. Los errores aparecen de forma inadvertida para la mente consciente y tienen un carácter irresistible.
El Sistema emocional está preparado para creer, no para dudar y tiene tanto miedo que salta rápidamente a conclusiones precipitadas. Así se entiende el fanatismo y la seguridad dogmática con que se sustentan en la ignorancia, o en evidencia insuficiente, y por qué el escepticismo del Sistema lógico sigue siendo tan impopular. La racionalidad es la capacidad de amonestar a la parte vaga del cerebro. Un ser racional no tiene una visión del mundo consistente. Tampoco es más racional quien rechaza las emociones en nombre de razón desencarnada, sino quien examina sus prejuicios y asume que errar es natural.
Como dijo Sócrates: “Una vida sin examinar no merece ser vivida.”
Técnicas intelectuales para los sesgos cognitivos:
1. Método del abogado del diablo. Es un plan para tomar conciencia de los peligros.
2. Método de la indagación dialéctica. Se realiza para conocer los pros y contra.
3. Método de la perspectiva externa. Se toman como referencia estrategias anteriores de fracaso o éxito que se puedan comparar.
Trampas que se pueden evitar
Imagine una heladera blanca, una tiza blanca, una camisa blanca y responda: ¿Qué bebe la vaca? Muchos responden leche en vez de agua. Un error común es el cartel THING, porque no se puede obligar al cerebro a pensar sin un problema a la vista. El primer paso es tener in mente y claro el objetivo. El segundo es trazar el plan y controlar su ejecución por si se aleja de las metas. El tercer punto es tener creatividad y flexibilidad para variar el plan cuando la realidad nos muestra que algo está fallando.
Aprender a hacer trampas
La sensación de hacer trampa provoca una descarga de adrenalina. Los jugadores de deportes electrónicos ganan millones con ellas. El Whyville, creado en 1999 como recurso educativo, permite aprender mucho sobre el mecanismo psicológico involucrado.
Los jugadores resuelven acertijos de ciencias y matemáticas a cambio de “almejas”, la moneda virtual utilizada. Las almejas se pueden intercambiar por actualizaciones de avatar como nuevos rasgos faciales, para que los jugadores puedan vender al precio que quieran. El juego tiene un sesgo innovador en moneda virtual y atrae a un público joven a la ciencia y a la matemáticas.
Es un un juego con el 68% de audiencia femenina, donde abundaban las trampas. Hay códigos, trucos y guías para ganar pero también plagio de las cuentas para estafary conseguir almejas. Algunas niñas manipularon el mercado de las almejas conspirando para aumentar el valor. Grupos que decían públicamente cuán rara o buscada era una mejora en particular, y cuánto estarían dispuestas a pagar para engañar a otros jugadores para que pagaran de más.
Era una especie de arbitraje social de manipulación. Fue genial el ingenio de las chicas.
El capital del juego
Ser bueno en un juego aporta prestigio social, se desea mantener el estatus y ser buscado como experto y eso puede incentivar una necesidad mayor de hacer trampas.
El miedo a perder es un motivador mayor que el atractivo de ganar. Hay un conocimiento que se obtiene y que genera una especie de capital cultural. La mayoría de las trampas académicas las realizan estudiantes de alto rendimiento, porque sienten la presión de mantener su estatus.
Pero hay otros factores
Cuantos más amigos hacen trampa es más probable que uno las haga por la influencia social que altera el comportamiento o cuando buscamos amigos que sean como nosotros. Hacer trampa en grupo también permite a algunos jugadores justificarse.
El lado positivo es que alienta a luchar con juicios morales y, debido a que hacer trampa es una actividad comunitaria, requiere negociación. Sin embargo, se observaron los efectos negativos. Algunas fueron inocuas, el hecho de que les quitaran las almejas dañaba a los jugadores. Pero una niña de 12 años, después de que la estafaran con sus ganancias, se dedicó a engañar por primera vez y dos semanas después, dejó de jugar. La magia del juego se había arruinado.
La alta tasa de estafas muestra la necesidad de educar a los niños sobre el efecto de sus actos.
Los juegos no son perfectos
Una pequeña falla puede significar que un jugador se atasque y deje de ser divertido para el resto. El aburrimiento lleva a hacer trampas. Si el lector debe entender todo el capítulo antes de pasar al siguiente, podría perder el interés y dejar el libro.
Los juegos están diseñados para que se deba completar un nivel antes de continuar. A diferencia de un libro, las partes difíciles no se pueden omitir. Algunos juegos aburren, y puede ser más divertido “jugar a ser Dios” y experimentar. Los jugadores pueden mostrar su creatividad al encontrar nuevas formas de jugar, utilizando trampas para crear nuevos límites.
Si todo lo que está en juego es una moneda imaginaria o el orgullo por completar un juego, hacer trampas es bueno. Las chicas que manipularon el mercado demostraron su creatividad.
Lo más complicado al perfeccionar cerebro es hallar el límite entre el bien y el mal.
Lo importante es descubrir al genio interior que traemos al nacer, esto genera el empowerment o poder interior. El cerebro que tiene un porque puede solucionar cualquier cómo.